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La educación en la encrucijadaJorge Sainz

El profesor Draghi tiene un plan para la educación

El informe 'The Future of European Competitiveness' deja claro que Europa debe actuar de manera decidida si quiere seguir siendo un actor global relevante

Mario Draghi, antiguo profesor de la Universidad de Venecia, exgobernador del Banco Central Europeo y ex primer ministro de Italia, presentó hace dos semanas un ambicioso plan que trata de responder al desafío competitivo al que se enfrenta Europa en este momento. Mientras Estados Unidos y China avanzan rápidamente en innovación y tecnología, la Unión Europea lucha por cerrar la brecha. En este contexto, la educación y la investigación se perfilan como los pilares fundamentales para garantizar que Europa siga siendo relevante en el escenario global. Así lo recoge el informe 'The Future of European Competitiveness', que propone un ambicioso plan de acción para transformar estos sectores y adaptarlos a las demandas del siglo XXI.

El proyecto tiene ciertas reminiscencias al Plan Marshall que facilitó la reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en algunas ocasiones, recuerda más a la película de Berlanga ‘Bienvenido Míster Marshall’ (1953) ya que plantea una reconstrucción europea en un marco donde Europa todavía está lejos de la unidad política y económica que sería ideal para generar esa competitividad. El crecimiento de opciones políticas antieuropeístas, en contra de las cuales ya nos alertó nuestro llorado amigo Eugenio Nasarre, la falta de inversión comparada con los planes de Estados Unidos y China y la situación económica de países como Alemania hacen peligrar el futuro de esta idea.

Uno de los principales problemas que aborda el informe es la insuficiencia del sistema educativo en Europa. Aunque se ha avanzado en algunos aspectos, el hecho de que solo el 37 % de los europeos entre 25 y 64 años tenga un título universitario, por debajo de la media de la OCDE, es un claro indicio de que aún queda mucho por hacer. Además, las desigualdades en el acceso a la educación siguen siendo una preocupación clave. Los jóvenes de entornos desfavorecidos enfrentan barreras que limitan su potencial, lo que no solo afecta su desarrollo personal, sino que también supone una pérdida significativa de talento para la sociedad europea en su conjunto.

A esto se suma la falta de financiación adecuada en muchos Estados miembros, lo que repercute directamente en la calidad de la enseñanza. Esta situación, unida a una escasa coordinación entre los gobiernos y la industria, ha generado un desajuste entre las competencias que ofrecen los sistemas educativos y las que realmente demanda el mercado laboral, especialmente en áreas estratégicas como las STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).

El informe propone varias reformas para modernizar los sistemas educativos europeos. Una de las principales recomendaciones es la revisión integral de los planes de estudio, desde la educación básica hasta la superior, para adaptarlos a las nuevas realidades laborales. En particular, se subraya la importancia de fomentar las habilidades digitales, las competencias transversales como la creatividad y el trabajo en equipo, y las capacidades vinculadas a la transición verde. El objetivo es formar a una nueva generación de trabajadores capaces de liderar los sectores del futuro.

Otra de las áreas críticas es la formación profesional y el aprendizaje a lo largo de la vida. En una economía donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la formación continua ya no es una opción, sino una necesidad. La UE debe aumentar tanto la oferta como la calidad de la formación para adultos, asegurando que los trabajadores puedan actualizar sus habilidades y adaptarse a los cambios del mercado. El aprendizaje permanente se perfila como una herramienta clave para garantizar que Europa mantenga su competitividad en un mundo cada vez más digitalizado.

Si la educación es la base, la investigación es el motor que impulsará a Europa hacia el futuro. Sin embargo, el informe es claro: el sistema de investigación europeo está infrafinanciado y necesita un impulso decisivo para competir a nivel global. Se propone la creación de un «ERC para instituciones» (ERC-I), que apoye a los centros de investigación más prometedores de Europa con financiación estable y de largo plazo. La meta es no solo fomentar la investigación de excelencia, sino también facilitar la transferencia de tecnología y la creación de empresas derivadas, cerrando así el círculo entre investigación e innovación.

En este sentido, la colaboración entre universidades, centros de investigación y la industria es esencial. El informe subraya la necesidad de crear alianzas más fuertes entre estos actores, promoviendo modelos innovadores que integren la investigación con la formación académica, para que los estudiantes puedan estar en contacto directo con las últimas tendencias tecnológicas y científicas desde el primer día.

Aunque el informe presenta un diagnóstico preciso y propone medidas ambiciosas, es necesario abordar algunas críticas. La implementación de estas reformas requerirá una coordinación entre los Estados miembros que, históricamente, ha demostrado ser lenta y desigual. La fragmentación de los sistemas educativos y la falta de una política común en materia de investigación pueden obstaculizar el progreso. Además, las diferencias en la inversión educativa entre los países de la UE perpetúan las desigualdades existentes, lo que podría ralentizar la creación de una Europa más competitiva e inclusiva.

Otro aspecto preocupante es la brecha de género en las carreras STEM. A pesar de los esfuerzos realizados, las mujeres siguen estando subrepresentadas en estas áreas, lo que limita el potencial innovador de Europa. Si no se abordan de manera urgente estas desigualdades, Europa podría no solo perder competitividad, sino también perpetuar las disparidades sociales y económicas que existen dentro de sus fronteras.

El informe 'The Future of European Competitiveness' deja claro que Europa debe actuar de manera decidida si quiere seguir siendo un actor global relevante. La educación y la investigación son herramientas poderosas para impulsar la competitividad, pero solo si se implementan las reformas necesarias con rapidez y eficiencia. El éxito de estas medidas dependerá en gran medida de la capacidad de los Estados miembros para coordinarse y adaptarse a un mundo en constante cambio. Europa tiene el talento y los recursos para liderar la próxima era de innovación, pero necesita actuar ahora para no quedarse atrás.

  • Jorge Sainz es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos

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