Fundado en 1910
El sector español de panadería y pastelería artesana ha sufrido el cierre de más de 600 establecimientos

Imagen de archivo del interior de una panaderíaEuropa Press

Un estudio español que propone estudiar en panaderías despierta interés en Harvard

Se trata del primer estudio español que participa en el denominado Proyecto Cero (PZ) creado en 1967 por la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard y que persigue encontrar hallazgos educativos que sirvan de ejemplo para mejorar los sistemas de aprendizaje

Conectar la escuela con su entorno más cercano y que los estudiantes puedan aprender en un taller mecánico, en una floristería o en una panadería de su barrio, es el proyecto español de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) que ha despertado el interés de la Universidad de Harvard. Una colaboración que investiga un modelo de aprendizaje desde el bienestar más allá del aula.

Se trata del primer estudio español que participa en el denominado Proyecto Cero (PZ) creado en 1967 por la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard y que persigue encontrar hallazgos educativos que sirvan de ejemplo para mejorar los sistemas de aprendizaje.

En una entrevista con EFE, Daniel Wilson, investigador principal del Proyecto Cero y profesor titular de la Escuela de Graduados en Educación de Harvard (HGSE), explica la importancia de aprender «en contextos auténticos y reales» para desarrollar la inteligencia, la creatividad y la dimensión social del ser humano.

«Hay que despertar esa conciencia de que el colegio tiene que conectar con la comunidad, en un espacio donde los estudiantes pueden aprender y desarrollarse», señala tras explicar los «itinerarios de aprendizaje» por los que han caminado los alumnos de varios colegios internacionales SEK para aprender 'in situ' sobre botánica, empresa, literatura o historia.

Apunta que lejos de tratarse de una excursión de colegio, los alumnos, además de aprender conocimientos, desarrollan un bienestar que les ayudará en el futuro; el aprendizaje en pensamiento crítico, el sentimiento de pertenencia a una comunidad, o la curiosidad por explorar e investigar.

Mejor rendimiento académico

«Muchos estudios psicológicos nos muestran que el bienestar es necesario para que un proceso de aprendizaje sea mejor y más profundo. Por ejemplo, sin curiosidad no hay motivación, no hay aprendizaje», señala Wilson que valora la sensación de satisfacción que se genera en el alumno o la alumna tras la salida del aula.

Argumenta que hay estudios americanos sobre modelos de aprendizaje al aire libre que han demostrado que se mejora las puntuaciones del estudiante en pruebas de matemáticas y de expresión del lenguaje.

En este sentido el investigador de Harvard incide en que estas prácticas pedagógicas elevan el rendimiento académico y las conexiones comunitarias y escolares.

Atrás quedaron los días en los que el aprendizaje se limitaba a lo que se adquiría dentro de la escuela. Los niños, jóvenes y adultos de hoy desarrollan conocimientos, habilidades y valores a partir de una red de interacciones cotidianas en lugares físicos y virtuales, incide este investigador que tiene claro que «si queremos avanzar como sociedad», el ecosistema educativo debe ofrecer diferentes modelos y no uno «estandarizado».

«Cuando los niños aprenden en su entorno cercano, donde viven, donde están sus familias, donde está su barrio, eso genera un sentimiento de pertenencia a la comunidad. Se trata de potenciar también la identidad de esas localidades a través del aprendizaje situado ahí», señala a EFE la decana de la Facultad de Educación de la UCJC, Carmen Sánchez.

«No es el entorno en el que estudian, es el entorno en el que aprenden», recalca tras incidir en que estas prácticas se podrían extrapolar a todos los centros educativos, tanto públicos como privados, y a todo tipo de barrios, tanto urbanos como rurales, porque «cada comunidad ofrece sus oportunidades y ahí radica su riqueza».

Wilson señala que este tipo de aprendizaje es especialmente importante entre los colectivos más vulnerables, ya que en algunos casos no tienen sentimiento de pertenencia a una comunidad y «es entonces cuando hay que enfocarse más en estas prácticas».

Aprender en un taller, en una floristería o en una panadería

El proyecto, que tiene una duración de tres años y finalizará en 2025, parte de unas metas curriculares que luego se aprenden en las cercanías, que bien puede ser un taller mecánico, una floristería o una panadería.

En este sentido, los chicos del colegio SEK Alborán en Almería, o del Atlántico, en Pontevedra, han aprendido en invernaderos o en puertos marítimos a través de visitas que se realizan andando, a no más de 15 minutos de distancia del centro, para que haya una mayor conexión con la comunidad.

Para Harvard la pregunta es «¿cómo podemos desarrollar las capacidades de los seres humanos para que puedan funcionar en el mundo de forma productiva, y no solo en términos de trabajo sino también en términos sociales?». Wilson deja clara la respuesta: «aprendiendo en contextos auténticos».

comentarios
tracking