Talleres con motosierras y permisos para llorar: las desconocidas facetas de la educación en Islandia
Alberto Torres Blandina ejerce como profesor en el instituto Campanar de Valencia. Sin embargo, se desplazó durante una temporada a este remoto lugar para observar el tipo de educación que recibían los niños islandeses
Hace unos años, Islandia captó el foco educativo a raíz de una iniciativa que planteaba la separación de niños y niñas en aulas diferentes, lo que en España es conocido como educación diferenciada. La realidad es que la educación en la gran isla va mucho más allá de este dato y trasciende las fantasías de muchos niños y adolescentes.
Alberto Torres Blandina ejerce como profesor en el instituto Campanar de Valencia. Sin embargo, se desplazó durante una temporada a este remoto lugar para observar el tipo de educación que recibían los niños islandeses.
«Me encontré con que había niños que estaban trabajando con fuego a los siete años, en un curso de cocina, que era una optativa. Otros estaban con motosierras eléctricas, pequeñitas, pero sierras, cortando madera. Y claro, yo cuando vi esto le dije al profesor: '¿Y si se queman?'. Y me dijo: 'Hombre, pues los curamos'», relata sorprendido este docente que se embarcó en un Erasmus educativo en Islandia.
Torres compara esta situación con la que se vive en España, donde la sobreprotección a los más pequeños, como explica en su libro El arte de educar a estúpidos, hace que se les tenga en los colegios en una especie de burbuja. «Los niños en Islandia son súper autónomos, creativos, empoderados, porque desde pequeños se lo inculcan», apunta.
«Allí los alumnos pueden salir de clase cuando quieran sin pedir permiso. Los profesores me decían: 'Si un adolescente sale de clase, será por algo. A lo mejor ha tenido un problema amoroso y necesita ir al baño para llorar o ha suspendido un examen y está frustrado», explica este profesor.
Por otro lado, alaba las infraestructuras que hay en Islandia en comparación con las españolas, a las que tacha de «carcelarias». «La mayoría del instituto son son zonas comunes. No son largos pasillos como en España. Son salas grandes, como halls, llenos de mesas, sillas, incluso alfombras o moquetas, y sofás para que la gente se tumbe», explica.
«Muchas de las horas libres que tienen los alumnos no son libres. Les mandan trabajos y gran parte de su mañana son horas libres en los que ellos están por el centro trabajando y los profesores están en sus despachos para ayudarles únicamente si lo necesitan», relata este profesor.
El nivel del independencia de los alumnos islandeses se extrapola también a las actividades extraescolares. «Las extraescolares las hacen los alumnos, las gestionan ellos. Una chica que yo conocí, por ejemplo, que era bailarina, montó un taller de baile. El instituto le dejaba las aulas, les daba algo de dinero para el taller. Ella todos los días a las cinco ella iba al aula, ella gestionaba todo, hacía la publicidad. Claro, eso te empodera», concluye.