La silla vacía
España necesita hacer una profunda reflexión en materia educativa. El sistema educativo español precisa una profunda modernización y la necesita ya
El Ministerio de Educación está huérfano. Realmente, hace tiempo que lo está. A la sucesión de altos cargos que durante esta legislatura han ocupado puestos de altísima responsabilidad –el actual secretario de estado de educación es el tercero que ocupa dicho sillón en los últimos dos años– se une la presencia de una ministra más virtual que real, cuyo cometido principal ha estado dedicado a la portavocía del gobierno en vez de liderar uno de los ministerios más importantes de cualquier gobierno. Hace unos días se conocía que además pretende presidir el partido socialista en Aragón. Por si alguien pudiera tener alguna duda, si antes su labor era mínima ahora será totalmente inexistente. Es posible que este fuera su objetivo desde el principio, acaparar focos para consolidar poder territorial. La ambición en política es legítima y ella no representa desgraciadamente ninguna excepción.
Lo que carece de toda respetabilidad es cerrar los ojos mientras el sistema educativo español muestra los peores datos de la última década; lo que es altamente censurable es arrojar a las nuevas generaciones al pozo de un sistema educativo cuyas grietas comienzan a verse en las etapas más tempranas; lo verdaderamente terrible es haber consolidado las dos Españas también en educación y no me refiero en este caso a las diferencias territoriales que también las hay, sino a las diferencias que marcan aquellas familias que pueden dedicar más recursos a la educación de sus hijos y aquellas que no. Este ministerio con su ministra al frente ha roto el principio de igualdad de oportunidades, eje principal de cualquier sistema educativo, empujando especialmente a quien más necesita de la calidad de un sistema educativo mayoritariamente representado por la enseñanza pública hacia el camino del fracaso.
Basta observar los recientes datos del informe TIMMS que evalúa a los alumnos de 4º de primaria, alumnos entre 9 y 10 años. Nuestro país ha obtenido en matemáticas y ciencias los peores resultados de toda la Unión Europea, sólo superados por dos países. Datos peores que los de los años 2015 y 2019 y muy por debajo también de la media de la OCDE y la Unión Europea. Un desastre sin paliativos.
España necesita hacer una profunda reflexión en materia educativa. El sistema educativo español precisa una profunda modernización y la necesita ya. Conformarse con el hecho de que algunas comunidades autónomas obtienen mejores resultados que otras constituye un error al que se agarra el Ministerio de Educación para argumentar que la educación en España es competencia de las comunidades autónomas y que ellos pasaban por allí. No es cierto, el Art.149.1 atribuye al Estado «la competencia exclusiva para la regulación de las condiciones de obtención, expedición y homologación de títulos académicos y profesionales y normas básicas para el desarrollo del artículo 27 de la Constitución…». En realidad, la ausencia de políticas educativas perfectamente testadas impide que las comunidades autónomas puedas desarrollar todo su potencial y limita las decisiones exitosas que estas pudieran tomar.
Hace tiempo que la locomotora que representa el Ministerio de Educación avanza renqueante por una vía que conduce hacia el abismo. Por muy cómodos y cuidados que estén sus vagones quien lidera la marcha puede arrastrarle al precipicio. Es momento de frenar y cambiar de vía.
A pesar de todo. Feliz Navidad.
- Sandra Moneo es presidenta de la comisión ciencia y universidades del Congreso de los Diputados