Sánchez pierde toda esperanza en Andalucía y solo aspira a ver a Moreno atado a Vox
La dirección del PSOE se ha puesto la venda antes de la herida y ha ordenado a su candidato zanjar cualquier especulación sobre una hipotética abstención. No la habrá
José Félix Tezanos hizo este jueves un regalo envenenado a Juanma Moreno al situarlo en una horquilla de entre 47 y 49 escaños, y por tanto a entre seis y ocho de la mayoría absoluta. Precisamente cuando los populares andaluces tratan de huir de la euforia para que su electorado no piense que está todo ganado.
El CIS nunca da puntada sin hilo desde que Tezanos está al frente. En plena campaña de las elecciones madrileñas, situó la mayoría absoluta a tiro de la izquierda en un intento por movilizar al electorado progresista, y luego resultó que Isabel Díaz Ayuso se quedó a solo cuatro escaños de la mayoría absoluta.
En esta ocasión ha optado por la estrategia contraria: intentar desmovilizar al centro derecha. Porque la izquierda ha perdido toda esperanza de triunfo: Pedro Sánchez solo aspira a ver a Moreno encadenado a Vox. Los socialistas creen que ese segundo gobierno de coalición bendecido por Alberto Núñez Feijóo sería la mejor munición para disparar contra la imagen de moderado del líder de los populares.
La campaña en Andalucía ya ha arrancado oficialmente después de una precampaña al trantrán. Solo aderezada por la pelea cainita entre las izquierdas –de Podemos contra IU y Más País y de todos ellos contra Teresa Rodríguez– y los cheques de última hora. El martes, el Consejo de Ministros aprobó una partida de 50 millones de euros para combatir el desempleo en Andalucía. Juanma Moreno vino a decir que era calderilla para una Comunidad con una población de ocho millones y medio de habitantes (la más poblada).
El presidente del PP aseguró este jueves que al socialista Juan Espadas «no le importaría» gobernar con Vox si le dieran los números. Un día antes, Espadas había conminado a Moreno a firmar juntos ante notario que a Vox, ni agua. Y, en medio de la melé, Macarena Olona sigue alentando la teoría de que lo que en realidad quiere el PP es echarse en brazos del PSOE, por mucho que unos y otros finjan.
Pero la realidad es que Ferraz ha cerrado a cal y canto la puerta a ese debate, para que no se repita la situación de febrero en Castilla y León. Allí, tras la mayoría insuficiente del popular Alfonso Fernández Mañueco (se quedó a diez escaños de la mayoría absoluta), los alcaldes socialistas de Valladolid y León abogaron por explorar la vía de una abstención del PSOE para impedir que Vox entrara en la Junta castellana y leonesa.
Esta vez, la dirección del PSOE se ha puesto la venda antes de la herida y ha ordenado a Espadas zanjar cualquier especulación sobre una hipotética abstención futura del PSOE en la investidura de Moreno. Ni está sobre la mesa ni nunca lo ha estado ni tampoco lo estará.
Disciplinado, el candidato socialista señaló el miércoles desde Jaén a preguntas de los periodistas que no se va a abstener; pero a renglón seguido añadió que no lo hará porque será él quien gane las elecciones del día 19 de junio y tenga la responsabilidad de formar gobierno.
Sánchez ya llevó al redil a Espadas en otoño
Es la segunda vez que Pedro Sánchez corta las alas a Espadas, un político que a lo largo de su trayectoria se ha manejado mejor en el acuerdo que en el enfrentamiento. En el otoño de 2021, cuando Vox decidió no pactar los Presupuestos de 2022 con el presidente andaluz, el líder del PSOE-A se ofreció a Moreno para negociar.
Este último llegó a aceptar algunas de las propuestas del líder de la oposición como punto de partida, hasta que Ferraz se metió por medio y desautorizó a Espadas. Moreno lamentó entonces que hubiera convertido el PSOE-A en «una mala sucursal de Sánchez».
En el PSOE están deseando que Moreno tenga que echarse en brazos de Vox
Lo que en realidad busca la dirección socialista es que Moreno tenga que echarse en brazos de Vox y convertir a Olona en su vicepresidenta, aunque no pueda decirlo abiertamente.
Ya lo intentaron en Castilla y León cuando Mañueco pactó con Juan García-Gallardo, pero Feijóo salió bien de aquella: el acuerdo de gobierno fue íntegramente responsabilidad de Mañueco, al que Feijóo dio total autonomía. Además, el presidente del PP no asistió ni al debate de investidura ni a la toma de posesión del presidente castellano y leonés.
En estos compases iniciales de la campaña, Moreno parece en condiciones de cumplir el primero de los requisitos que necesita si quiere gobernar en solitario: sumar más escaños que el PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía juntos.
Pero el problema es la otra, la que los populares llaman una «mayoría suficiente». Es decir, quedarse a pocos escaños de la mayoría absoluta, y para eso tienen que movilizar a los suyos y ensanchar. Ambas cosas. En esas están: en el cuartel general del PP-A han detectado que el electorado de Vox es inamovible. Así que las opciones pasan por atraer no solo a los ex votantes de Cs –esos ya están convencidos–, sino sobre todo a los que en su día votaron al PSOE, pero no son votantes demasiado ideologizados.
En cualquier caso, los populares no terminan de creerse que el PSOE vaya a sufrir un hundimiento como el que pronostican las encuestas, bajando de los 33 escaños actuales y el millón de votos. «Es muy difícil», zanjan desde el PP andaluz.
Un diputado nacional del PSOE señala que la clave de la movilización la tienen los 450 alcaldes del PSOE de Andalucía y el grado de implicación de estos. Pero Espadas levantó algunas ampollas durante la confección de las listas electorales para borrar el rastro del susanismo, y por tanto ésa es una incógnita.
Que la desmovilización preocupa, y mucho, a la izquierda quedó probado el martes, cuando por descuido la vicepresidenta Yolanda Díaz mostró un documento interno que hablaba precisamente de ello. No obstante, tiene toda la campaña por delante para intentar reaccionar.
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