A escasos cuatro días de que se celebren las elecciones andaluzas del 19-J, los equipos de campaña de cada candidato se afanan por convencer a la población de que cada uno de ellos son la mejor opción para gobernar la Junta de Andalucía. Pero, qué efecto tiene la abstención, el voto nulo o el voto en blanco. Aunque pueda parecer una banalidad, son tres factores que hay que tener en cuenta en unos comicios porque afectan al reparto de escaños. Pero, ¿de qué manera afecta cada una de esas realidades al resultado final de las elecciones?
Además de contar los votos que se depositan en las urnas, las distintas mesas electorales también tienen que realizar un conteo de votos nulos, de votos en blanco y de las personas inscritas en el censo que no se han acercado a votar. En el caso de la abstención, se trata de un factor muy importante para los candidatos. Si el electorado de un partido en concreto no está lo suficientemente movilizado, es lógico que sus candidatos recojan menos votos. Es pura matemática. Precisamente, el objetivo de la campaña electoral es conseguir que el mayor número de gente acuda a votar, además de intentar convencer a votantes de otros partidos para que se pasen a otro, aunque esto suele ser más complicado.
La diferencia más relevante entre voto en blanco y nulo, es que el primero se considera válido y computa para el cálculo de los escaños con la Ley D'Hont, un sistema de divisiones para asignar escaños inventado por el belga Victor D'Hont y que se aplica en los comicios españoles bajo la ley electoral, mientras que el nulo se descarta.
Existen muchas formas de emitir un voto nulo: meter papeletas de distintos partidos en un mismo sobre, meter una papeleta no aprobada por la Junta Electoral o una papeleta oficial con cambios o alteraciones relevantes. En este caso, la imaginación y la creatividad de algunos votantes, o no votantes según se mire, se desata en forma de apodos, nombres, bromas o, incluso, introduciendo una rodaja de chorizo en el sobre a modo de indirecta. Esto último, para que quede claro, no invalida el voto por sí mismo. Lo único que hace es hacer un poco más difícil su labor a los integrantes de la mesa electoral.
Por lo que, en resumen, un voto nulo no se contabiliza en el cómputo total de votos emitidos, mientras que el voto en blanco sí computa. Es decir, que un voto en blanco puede influir en el resultado de las elecciones, aunque sea mínimamente, debido a Ley D'Hont empleada en el reparto de escaño.
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