Pablo Casado entrevista El Debate septiembre 2021 - 2

Entrevista El Debate

Pablo Casado: «No hay nada más progresista que una política de natalidad»

Lea la segunda parte de la entrevista con el presidente del Partido Popular

El presidente del partido Popular atiende a El Debate a pocas horas del acto central de la convención nacional de su partido. En esta segunda parte de la entrevista, Pablo Casado aborda temáticas como la Memoria histórica, la educación o el tiempo que dedica a su familia o al descanso.

La Convención del PP ha sido en buena medida una apelación a mitigar el populismo. ¿Cree que el populismo está empezando un suave declive?

–La Convención habla de lo que es la libertad, no de forma ambigua sino como la base, junto con la igualdad de oportunidades de la ciudadanía y por tanto la representación pública. El objetivo de la Convención es plantear un país en el que haya más sociedad y menos gobierno. O, si se quiere, mejor gobierno hasta que pasen los estragos de la crisis, en los que hace falta todavía apoyo por parte del Estado a demasiada gente.

Esto es algo que significa un nuevo contrato social, porque lo que vamos a intentar es que transforme todas las capas de la relación del ciudadano, del contribuyente, de la familia, de la empresa, del autónomo con la administración. En un momento además en el que la pandemia ha demostrado que ha fallado casi todo: la Sanidad ha fallado, quien lo ha salvado han sido los médicos, las enfermeras, que se han jugado la vida; la Educación ha fallado, la han salvado los profesores intentándose meter en un correo electrónico para que los niños siguieran las clases; el SEPE ha quebrado; los transportes públicos municipales no han sido capaces –se han arruinado– de estar a demanda del usuario. Entonces aprovechemos para reconfigurar la sociedad. Y entre el individuo y el Estado hay muchos puntos intermedios, asociaciones, sectores, empresas, autónomos, universidades... que son los que tienen que tener voz.

Necesitamos un nuevo contrato social. Aprovechemos para reconfigurar la sociedad

Hablábamos de libertad. Nosotros hemos desentrañado todos los enemigos de la libertad en esta Convención. El proteccionismo, que vuelve a aflorar ahora contra el libre comercio. El nacionalismo, que vuelve a resurgir contra la sociedad abierta. El identitarismo, que es el nuevo colectivismo. Después del fracaso del Muro de Berlín se hablaba de clases sociales, ahora se habla de identidades: si eres mujer, si eres heterosexual, si eres cristiano o si eres medioambientalista. Y luego el aislacionismo, lo han visto en Afganistán. Todo ello combinado con el populismo, que reniega de la libertad individual. Porque el populismo se arroga la representatividad para decir que hay soluciones sencillas a cambio de tu libertad. Y lo más preocupante que hemos visto en pandemia es que cada vez más gente, sobre todo jóvenes, empiezan a estar dispuestos a renunciar a su libertad por salud o por seguridad. Empiezan a no ver con malos ojos regímenes iliberales como China, Turquía, Rusia.

¿El populismo está en declive? Desgraciadamente no. En Latinoamérica está resurgiendo con toda fuerza, lo hemos visto en Bolivia, en Perú, en Argentina. Lo estamos viendo en México y en Europa está de capa caída donde hemos dado la batalla los partidos de centro reformista sin complejos y sin copiar al populismo. Por eso Kyriakos Mitsotakis ha ganado en Grecia frente a Syriza o por eso Draghi está gobernando frente a Cinco Estrellas y a la Liga Norte. Y por eso en España necesitamos echar a un Gobierno populista y comunista como el que encabeza Pedro Sánchez.

Por tanto no es que esté en declive, es que el populismo desaparece, o se retrae, cuando hay una defensa con firmeza de tus principios y valores más allá de fríos programas políticos sectoriales, con decimales, que son importantes pero tienen que tener un rail común, que es hacia dónde quieres llevar la sociedad. Y en nuestro caso es a devolver el poder al ciudadano, a reducir las administraciones, a hacerlas honestas, eficientes y que sea el español el que mande sobre sus gobiernos.

Hay un asunto que en El Debate nos preocupa mucho. La faceta de ingeniería social que intenta crear este Gobierno. Este mismo martes conocíamos la noticia de que se intenta acogotar a los médicos objetores antiaborto, extrañas normas de cambio de sexo solo yendo al Registro... ¿Esto está entre las preocupaciones del PP? ¿Se atreverían a revertir parte de esa legislación?

–Nosotros vamos a hacer las reformas en positivo. Frente a lo que anuncian en la ley del aborto, ley de maternidad, apoyo fiscal, en vivienda, laboral... que las mujeres que decidan ser madres tengan todo el apoyo del Estado para serlo. No hay nada más progresista que una política de natalidad, más aún con el invierno demográfico que sufre Europa. Lo hizo la izquierda en Francia, lo ha hecho la izquierda en los países nórdicos, lo está haciendo la izquierda en Estados Unidos. ¿Por qué en España es solo de derechas hablar de familia, hablar de que hay que tener niños, que hay que conciliar, que la educación 0-3 años tiene que ser gratuita? Eso va a ser un pilar fundamental.

No hay nada más progresista que una política de natalidad. ¿Por qué en España es solo de derechas hablar de familia?

Sobre la eutanasia, ley de cuidados paliativos. Ya sabemos que es carísima y que nadie queremos morir con dolor. Lo que tenemos que hacer es como los grandes países desarrollados, que hacen atención paliativa incluso a domicilio. La política de los cuidados, que es algo de los países más avanzados, los que se lo pueden permitir. Esa es nuestra alternativa, para que nadie tenga una enfermedad con dolor.

Memoria histórica, vamos a sacar una Ley de Concordia que deje sin efecto este revisionismo histórico, reivindicando la Transición, la concordia, el abrazo que se dieron represaliados y las personas del régimen franquista. ¿Pero quiénes son los nietos para deshacer ese abrazo? En ese caso tenemos que hacer algo también a favor de la Hispanidad, a favor del legado histórico de España que se está intentando atacar no solo desde Latinoamérica, sino también desde la izquierda española. 

Enlazando con eso, ¿cómo se podría meter la idea de España en Cataluña? ¿Es ya imposible?

–Se puede hacer de una forma muy clara, en la educación. La competencia educativa es del Estado. La Constitución permite transferir la administración de la competencia, pero es del Estado. Si no, no estaríamos haciendo una ley Celaá o una Lomce en el Congreso. ¿Por qué se incumplen las resoluciones judiciales en cuanto a la obligación de impartir clases en castellano? ¿por qué se permite el adoctrinamiento? ¿por qué no se blindan las materias troncales y comunes en España como la Historia, la Geografía o la Literatura? ¿por qué no hay pruebas de nivel estatales, públicas, para que los padres sepan cómo va el colegio y se unan a la libertad de elección de centro educativo? Ésa es una revolución social. Si tú sabes cómo va tu hijo y cómo va tu colegio, tú puedes elegir el colegio en base a lo que tú decidas.

¿Y por qué no lo hizo su partido con una enorme mayoría absoluta?

–Porque probablemente no dio tiempo y porque yo no puedo seguir explicando toda la vida lo que hizo mi partido. Porque hicimos tantas cosas bien por España, para empezar crear siete millones de empleos y acabar con el plan Puigdemont y con el plan Ibarretxe, que muy probablemente no nos dio tiempo a hacer otras cosas. Pero qué más me da. Yo estoy aquí para hacer las cosas en el futuro, y lo voy a hacer. Hay un tema clave, la acreditación del profesor en España. Se tiene que hacer con un sistema parecido al MIR sanitario. Si los profesores a nivel nacional se eligen por una prueba nacional eso va a acabar con la endogamia en las autonomías, porque un señor de Badajoz podrá dar clase en Tarragona y un señor de Tarragona podrá dar clase en Badajoz. Iniciativas como el bilingüismo, que hablen los niños inglés y la lengua cooficial, me parece muy bien, y el español, que es una riqueza para su futuro. Tenemos una reforma educativa completa para hacer eso.

Queremos hacer una Ley de Lengua que regule el uso de la lengua común

Más. Queremos hacer una Ley de Lengua que regule no solo el uso de las lenguas cooficiales sino también el uso de la lengua común como consagra la Constitución en su artículo 27. O una Ley de Símbolos, que regule los símbolos en todas las partes de España y los defiende. Un paquete de propuestas no solo para Cataluña, pero sí muy en especial, frente al desafío independentista. Y que no va contra una comunidad autónoma e incluso es compatible con un catalán que se siente más catalán que español. Pero es un español que vive en España y tiene que tener unos servicios públicos, entre ellos la Educación y la Sanidad, en los que no se discrimine a nadie por la lengua que utilice, tampoco en el acceso a la función pública.

En esos planes de futuro no está Génova 13, según usted anunció después de las elecciones catalanas. ¿Cómo va la mudanza, ya tienen sede nueva o la tendrán antes de fin de año?

–Por ahora estamos viendo posibles opciones. Ya avisamos de que era una cuestión que se tendría que hacer con muchísimas garantías. Yo siempre he dicho que es una cuestión de eficiencia y de operatividad más allá de lo simbólico. Cuando acabe la Convención, que es lo que me ha tenido absorvido, me informaré a ver cómo van las cosas porque no lo estoy llevando yo.

Una última: ¿Cuánto está durmiendo estos días con esta Convención?

–Yo duermo poco pero duermo bien. Nada me quita el sueño. Después de los sustos que he tenido en casa, sobre todo con mi hijo que estuvo muy malito, desde entonces nada nos ha quitado el sueño. Y nos organizamos bien, porque mi mujer, que es estupenda, me espera para cenar aunque sea muy tarde y por la mañana desayuno con mis hijos. Lo que intento siempre es dormir en Madrid, aunque me dé una paliza de viaje y aunque duerma cinco horitas o algún día cuatro o espero que hoy seis. Consigo ver a Isabel por la noche y a Pablo y a Paloma por la mañana. 

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