Tres motivos por los que el caso Malasaña cambiará a Vox
«No ganamos nada con esta situación», reconoce Jorge Buxadé a El Debate
«Esto apesta a cloaca socialista», sentenció el líder de la formación política, Santiago Abascal, tras los sucesos acaecidos en la marcha neonazi del madrileño barrio de Chueca. Vox ha perdido los pocos complejos que nunca tuvo en términos de corrección política. La falsa denuncia de agresión homófoba de un joven que quiso ocultar una infidelidad ha sacado a la palestra la legislación LGTBI y ha colocado el foco sobre el partido más conservador del Parlamento. «No ganamos nada con esta situación», reconoce Jorge Buxadé a este periódico.
Es sabido que desde el partido abogan por proteger por igual a ancianos, hombres, mujeres, niños y acabar con todo lo que huela a discriminación positiva si ello genera una vulneración de derechos básicos (fin de la presunción de inocencia o vulneración del habeas corpus). Ahora bien, esta protección no parece considerar la gradualidad de las circunstancias. Dicho lo cual: ¿cuál es la postura oficial de Vox sobre la homosexualidad? ¿Merece una especial protección o no el colectivo LGTBI bajo la visión de la formación política?
«No nos metemos en la cama de nadie»
«A nosotros nos importan los españoles independientemente de su color, de su edad, de su sexo y de su orientación sexual», declaró el líder de Vox hace ya un tiempo en el Congreso, pues «en Vox no despreciamos a nadie por su tendencia sexual». En la misma línea, Jorge Buxadé subraya que ellos siempre lo han dicho «con una imagen: no nos metemos en la cama de nadie. La sexualidad forma parte de lo más íntimo de la dignidad del ser humano y, por tanto, los partidos políticos no tienen que meterse ahí».
El también jefe de la Delegación de Vox en el Parlamento Europeo subraya que «la sexualidad desde el punto de vista de las actividades política y jurídica sólo tiene un único reflejo, que es la igualdad ante la ley» y, por ende, «no tenemos una opinión sobre la homosexualidad, igual que no la tenemos sobre la heterosexualidad». En opinión de Buxadé, «quien quiere llevar eso al ámbito político es precisamente la izquierda que colectiviza al homosexual (…), los colectiviza y los utiliza como un arma arrojadiza, produciendo un efecto que es devastador en una Nación, en un grupo humano, que es enfrentar a los miembros de esa Nación».
Para el abogado del Estado de Vox, «no debe haber colectivos que tengan un estatus especial y privilegiado». Según su criterio, la izquierda utiliza «falsamente el lenguaje y hablando de ‘discriminación positiva’ está creando privilegios y rompiendo un principio fundamental en toda comunidad nacional, que es la igualdad en la aplicación de la ley y ante la ley. Cualquier español está protegido por razón de nacimiento, raza, sexo… por el artículo 14 de la Constitución y ahí se acaba del debate».
Buxadé subraya que «lo que han hecho a través de esas leyes, por un lado, de género y, por otro, de estas leyes más modernas de protección de este falso colectivo (LGTBI); es invertir la regla: convertir en sujetos privilegiados, invertir la carga de la prueba en los procesos judiciales, etc. Y crear un colectivo de privilegiados». Caiga o no en papel mojado la doctrina política de Abascal, los sucesos acaecidos en la Villa se han traducido en consecuencias para la formación política.
Primer motivo: vuelta al foco
Buxadé no cree que el caso Malasaña les haya dado «un foco público», no así en los medios de comunicación tradicionales, aunque sí en redes sociales. El político subraya que Vox no desea que se tergiversen sus opiniones en estos temas y sentencia: «Vamos a tener, por desgracia, más oportunidades para dejarlo claro, pero no ganamos nada con esta situación».
Sin embargo, se cometa «terrorismo desinformativo» (término asumido por el propio militante) o no sobre su ideario, toda televisión, radio y periódico ha buscado el titular de los dirigentes de Vox desde el evento. Una circunstancia que ha reverberado en un incremento del rédito electoral. Según la última encuesta de NC Report, realizada entre el 14 y el 18 de septiembre, Vox mantendría una fidelidad del voto del 85,9 por ciento y sumaría junto a los populares 181 escaños en la Cámara Baja.
Segundo motivo: condena a los radicales
Sobre los grupos radicales de la manifestación de Chueca, Rocío Monasterio señaló en RNE: «Son grupos muy violentos». Por su parte, el líder de la formación los calificó de «banda de locos y de fanáticos gritando barbaridades que no representan a ningún español». Buxadé, quien comulga con la tesis de Abascal sobre apuntar directamente a «las cloacas socialistas», matiza que «cada minuto que conocemos alguna circunstancia más, la confirma», como «el hecho de que el promotor de esta manifestación hubiera solicitado en varias ocasiones manifestarse, siempre lo hubiese denegado la Delegación de Gobierno y que curiosamente sí se le permitiera esta manifestación el mismo día que Vox está en Mondragón defendiendo a las víctimas del terrorismo».
Tercer motivo: respaldo a sus propuestas
«Creo que Vox le va a poner (al PP) en la circunstancia de tener que decidir», recuerda Buxadé en referencia a las exigencias de Monasterio a los populares de Madrid en materia LGTBI. La política solicitó a la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, la eliminación de la inversión de la carga de la prueba (para que el autor del delito no sea quien deba probar que lo ha cometido) y parece que la popular ha escuchado. Un pequeño ejemplo de cómo la mediatización del caso Malasaña ha influido, en este caso de forma positiva, en la formación de Santiago Abascal.
La apuesta a doble o nada del partido define la estrategia de captación de electores de los próximos meses. Hechos tan terribles como los de Chueca o Malasaña no tambalean sus propuestas conservadoras. A la vista de los incidentes, orquestados o no, las encuestas hablan y los parlamentos escuchan.