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Un lobo ibérico con una de sus presas

Un lobo ibérico con una de sus presas

Ovejas, potros, terneros... y hasta perros: la masacre del lobo que el Gobierno elude

Vecinos y ganaderos denuncian los ataques diarios que sufren por parte de manadas de lobos cada vez más fuertes: «Somos su comida»

No hay vecino o ganadero de las zonas rurales de Castilla y León, el Principado de Asturias, Galicia y Cantabria que no haya sufrido el ataque del lobo ibérico. Y es que al contrario de lo que se cree «por parte de la sociedad y los grupos ecologistas», denuncian los afectados, el lobo lejos de estar en situación vulnerable goza de muy buena salud y para nada se encuentra en peligro de extinción. Todo lo contrario a lo que puede pasar con los pequeños y grandes ganaderos cuyos animales acaban siendo el suculento bocado de los lobos. «Somos su comida. Nuestros animales, las ovejas, las vacas, los terneros, los potros... están indefensos y nosotros acusamos las pérdidas económicas que estos ataques suponen», lamentan. 

Pero la problemática no queda ahí. El ganadero de Ourol (Galicia) Javier Fraga alerta de un fenómeno que está provocando la propia naturaleza. «Hay mucha depredación en esta zona. Cuanta más comida, más lobos; y estos se mueven en manadas pero cuando expulsan a alguno del grupo, como ya no queda territorio, el lobo solitario va acercándose a los pueblos y ataca a alguna oveja, gallina e incluso a los perros de cazadores o de compañía», explica. Una situación que ya no se contabiliza como casos aislados. 

Sé del caso de un lobo que se llevó al perro de una vecina que estaba atado con cadena. Se lo comió a 50 metros de la casaJavier Fraga, ganadero

«Casi todas las semanas veo daños de ataques de lobo. En el caso de los ataques en zonas urbanizadas son lobos solitarios que se van humanizando. Sé del caso de un lobo que hace quince días incluso se llevó al perro de una vecina que estaba atado con cadena. Se lo comió a 50 metros de la casa», relata. En la misma línea se expresa el secretario de UPA (Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos) en España, Román Santalla, quien advierte que el lobo «es un animal de costumbres y cuando ve que no tiene enemigos pierde el miedo y se acerca a las casas».

La impotencia por la pérdida de las reses o las mascotas se suma a la lucha por la supervivencia económica de estos trabajadores. 

Fraga, que se dedica a la cría de caballos de pura raza gallega, sufrió la semana pasada dos ataques nocturnos de lobo que acabaron con la vida de dos de sus potros. Con estas dos ya contabiliza en este año 30 pérdidas. «No hay manera de remontar. Aunque me paguen las pérdidas, cosa que es muy difícil en muchas ocasiones porque para que te paguen el animal muerto has de presentar al menos el 70 % de su cuerpo, y los lobos hay veces que solo dejan el esqueleto. No llego a sustituir un potro por otro y al final esto va a conllevar la extinción de los caballos de pura raza», augura.

Restos del potro tras el ataque de un lobo

Restos de un potro tras el ataque de un lobo en GaliciaJavier Fraga

«El autoritarismo» de Teresa Ribera

Como todos los ganaderos, Fraga se muestra en contra de la nueva Orden aprobada por el ministerio de Transición Ecológica que desde el pasado 20 septiembre prohíbe cazar al lobo

Consideran que esta ley es «una aberración» y «un golpe de autoritarismo por parte de la ministra» Teresa Ribera, quien, aseguran, «nos dice que sigamos negociando con ella pero luego saca esta ley sin consultarnos», denuncia el presidente de COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), José Manuel Cortés.

Así, desde las organizaciones agrarias ASAJA, COAG y UPA el pasado 9 de noviembre se presentó ante la Audiencia Nacional un recurso contencioso-administrativo contra esta ley y se pidió, además, la suspensión de la orden mientras se tramita el recurso.

Con ello buscan evitar que se agrave aún más la situación de los ganaderos. «Con anterioridad a esta ley, los ganaderos al norte del río Duero perdían una media de 9.812 animales al año por ataques de lobos. La incorporación del lobo en el régimen de protección especial supondrá un incremento exponencial de estas pérdidas», pues ya no habrá quien pare al lobo y las manadas seguirán creciendo, argumentan.

Parece que lo que quieren es que haya lobos por todas las esquinasJosé Manuel Soto, ganadero

El ganadero castellanoleonés José Manuel Soto explica que los problemas que acarrea la nueva ley ya han empezado. Tras el brutal ataque de lobo producido en Revellinos de Campo (Zamora), que acabó con la vida de una treintena de ovejas, «la Junta no se responsabiliza de los daños porque el terreno en donde se produjo el ataque está dentro de una zona reservada a la caza y como ahora se prohíbe, la Junta se agarra a la publicación y dice que no tiene por qué pagar los daños», se queja. «Estamos hablando de unos costes de entre 5.000 y 6.000 euros», apunta. 

Ataque lobo

Restos de las ovejas tras el ataque de un lobo en Zamora

«Lo que no estamos dispuestos es a sufrir las consecuencias del cambio. Esta ley lo que ha venido es a machacar al sector. Parece que lo que quieren es que haya lobos por todas las esquinas», denuncia Soto. 

Los agrarios proponen una revisión profunda de esta ley y un estudio de la densidad poblacional de lobos en cada comunidad. «La ley fue sacada sin fundamento porque tenemos en España unas zonas muy castigadas por el lobo y otras que no lo están tanto. En las que sí, el lobo debería estar controlado y diezmado de forma anual», opina Fraga. 

Una idea compartida por Santalla, quien reivindica que la gente que vive en el mundo rural son los auténticos ecologistas pero no se les escucha. «Es mentira que estemos cazando a los lobos por gusto. Cuando se les caza es para controlar a la especie por los daños que causa. Es necesario eliminar algunos lobos que son conflictivos. Entre el 40 y el 50 % de la alimentación diaria del lobo proviene de nuestros animales, de nuestras mascotas. La gente de los pueblos pierde sus vacas, sus perros, sus cabras, sus terneros… Somos los que vivimos a diario con el lobo y somos sus sufridores. ¿Por qué no se nos escucha?», se pregunta.

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