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Entrevista

Adolfo Suárez Illana: «Volvamos a los valores que nos llevaron a entendernos y a superar la Guerra Civil»

El intento del Gobierno de enmendar la Transición a través de la Ley de Memoria Democrática tiene al presidente de la Fundación Concordia y Libertad indignado. Él aboga por recuperar aquel espíritu

Es presidente de la Fundación Concordia y Libertad desde 2018 y no da crédito a las últimas decisiones del Gobierno con respecto a la Transición y la Ley de Memoria Democrática. Adolfo Suárez Illana nos ofrece sus puntos de vista sobre este asunto y otros de actualidad en esta entrevista para El Debate. 

¿Qué le parece la intención del Gobierno de utilizar la Ley de Memoria Democrática para cuestionar la Ley de Amnistía?

–Desde el punto de vista jurídico, las cosas son claras y están resueltas desde hace mucho tiempo. Otra cosa es la ignorancia del Derecho o el oportunismo político. La Ley de Amnistía es parte de lo que se llama el Derecho de Gracia. El Derecho de Gracia tiene una característica fundamental, que no es revocable. No son revocables los indultos, no son revocables las amnistías. 

Además, desde el punto de vista jurídico tiene otra característica. No es un indulto. La amnistía es simplemente la capacidad que tiene el legislador para evitar o suspender durante un tiempo determinado la vigencia de una ley penal. Por lo tanto, todas las conductas que durante ese tiempo pudieran estar penadas dejan de estarlo. Es decir, una vez que se ha promulgado, ha entrado en vigor, se ha cumplido y los amnistiados han sido absueltos... Ya no hay más. No se puede interpretar, no se puede volver sobre ella. Se acabó.

La amnistía no es un indulto ni una limosna. Quien la recibe tiene que concederla también

Desde el punto de vista político ya las cosas son distintas. No conozco qué intenciones puede haber. Lo que sí conozco a fondo son las intenciones que movieron a la Ley de Amnistía y a realizar la Transición. Hay un artículo fantástico que publicó el diario El País el 21 de enero del 77, antes de la amnistía, de un conocido autor, Carl Schmitt, que está escrito en el año 45. Viene a decir que no es fácil cerrar una guerra civil y que la amnistía no es ni un indulto ni una limosna, y que quien recibe la amnistía tiene que concederla también.

Adolfo Suárez Illana en la redacción de El DebatePaula Argüelles

Hay algo que nos movió a todos los españoles a cerrar las heridas del pasado a través de la Ley de Amnistía, en la que todo ese espíritu quedó zanjado. La concordia, la Constitución, la amnistía, no son sentimientos, son instrumentos que nos han permitido a los españoles construir un progreso, una prosperidad compartida, inmensa durante los últimos 43 años. El volver sobre eso, insisto, no tiene sentido. Puede tener un sentido político, no jurídico. No cabe. Pero me llama poderosamente la atención que quien ha sido uno de los artífices de todo eso como es el PSOE, se deje arrastrar por radicales que precisamente lo que quieren es acabar con la obra que ellos mismos han ayudado a construir.

¿Con esto último se refiere al PSOE o al sanchismo?

–Yo hablo del PSOE y tengo un enorme respeto por todos los dirigentes del PSOE, y para mí el PSOE es el que es en cada momento. Yo al señor Sánchez le tengo todo el respeto del mundo. Aunque insisto, critico o puedo criticar con vehemencia que se deje arrastrar para llegar a cosas como ésta, que no tienen ningún sentido.

Cuando habla de las intenciones políticas de Pedro Sánchez, ¿creo que esto forma parte de un plan mayor? Porque el líder de su partido, Pablo Casado, ha hablado en diversas ocasiones de que estamos ante el inicio de un cambio de régimen.

–Bueno, yo no estoy aquí como portavoz del partido. Pero insisto, si ése fuera el objetivo de Pedro Sánchez, hacer una transformación de la sociedad, creo que se está equivocando grandemente, porque la sociedad va en una dirección muy distinta, va en la dirección del entendimiento.

Creo que la polémica que hay hoy en día en la clase política, y cuando hablo polémica me refiero al enfrentamiento que se está dando, no está realmente en la calle. La gente convive, la gente comparte, la gente está en otra cosa. Y busca eso en los políticos: gente que sea capaz de entenderse, de llegar a acuerdos, de ayudar a resolver los problemas.

¿Hay alguna asignatura pendiente?

–El tema de las fosas, de los restos y que a mí me parece absolutamente razonable. Pero el acto de entregar los restos de una persona de uno u otro bando a sus familiares debe ser un acto de reparación personal, no de reivindicación política.

Debería ser un organismo del Estado el que se encargara de las fosas

Eso sí lo deberíamos sistematizar. Es decir, que fuera un organismo dependiente del Estado. Yo en la Ley de Concordia que presenté en la Convención del PP en el año 2019 proponía que fuera bajo la forma de una fundación del Estado y con una serie de garantías, requisitos, etcétera. Que se hiciera un plan anual de excavaciones, previa recopilación de los datos que pudiera haber. 

Entonces, todo aquel que se sienta damnificado o que tenga un familiar perdido pueda acudir y pueda plantear su reclamación. Que se estudie de una forma sistemática, profesional, absolutamente apolítica y se le dé una solución. Y luego, por supuesto, que haya un plan de exhumaciones que se dote con los medios que sean necesarios y que sea posible.

Ese impulso del que habla para abrir fosas, ¿debe venir entonces de lo público?

–Absolutamente.

Al Gobierno de Mariano Rajoy se le acusó de dejar en manos de la iniciativa privada un asunto que debería ser de Estado.

–Yo una ley de Memoria Histórica no la hubiera hecho jamás así, nunca. Hay cosas de la Ley de Memoria Histórica que sí son razonables, pero no la hubiera hecho así. Y es absolutamente indispensable que sea el Estado quien asuma esto. Aquí se dio una guerra fratricida y se dio una guerra sin sentido, cruel, brutal. Y han pasado 80 años y no tenemos por qué cargar sobre los hombros de ningún personaje o persona o institución privada ese peso. No, porque muchos de los desaparecidos o sus familiares no tienen ni mucho menos los medios necesarios para poder hacerlo. No hay ningún problema en que se realice y aparecerán entre uno y otro bando. 

El político en un momento de la entrevista con El DebatePaula Argüelles

En esa Ley de Concordia, que es la contrapropuesta del PP a la Ley de Memoria Democrática, ¿hablan de la educación? Porque en el proyecto de ley del Gobierno quieren meter sus contenidos en el currículum educativo.

–Nosotros lo hacemos también. Incluimos una serie de referencias a la educación, aunque yo creo que sería más importante el hacerlo en una ley de educación. Pero al margen de eso, nosotros proponemos que se fomente en esa Ley de Concordia la educación de los valores que nos llevaron a todos los españoles a entendernos y a superar la guerra civil. Y eso no es ni más ni menos que la Transición política española. 

Ni la guerra civil ni la Transición fueron hechos inevitables

E insisto, hablo de los valores. Y siempre digo que ni la guerra civil ni la Transición fueron hechos inevitables. Es más, fueron el producto del esfuerzo de muchos hombres y mujeres en un caso para enfrentarse y en el otro para entenderse. En la Transición no está nuestro futuro ni muchísimo menos, pero lo que sí podemos aprender es que nos sirvió para superar algo. Entonces, a mí no me pueden venir a contar que esto fue una imposición de unos sobre otros, radicalmente falso.

¿Y usted cree que esos valores y ese espíritu están vigentes? Porque tenemos una clase política muy polarizada que ha sido incapaz de llegar a un acuerdo de Estado ni siquiera en pandemia.

–Una de las enseñanzas también de la Transición es que nada está definitivamente ganado y nada está definitivamente perdido. Eso nos debe llevar a la conclusión de que todo depende de nuestro esfuerzo. Hoy gozamos de una España extraordinaria, magnífica. Yo invitaría a la gente a ver cómo era España hace 50 años, tan sólo hace 50 años. Este país está en otra cosa muy distinta a la guerra política en la que estamos instalados. 

Este país ha funcionado mientras los dos grandes partidos han tenido visión de Estado

Hoy hay una política de bloques. Hay un intento de polarizar la política para intentar mantenerse en el Gobierno. Y creo que debemos romper eso. Este país ha funcionado mientras los dos grandes partidos han tenido visión de Estado. Han cometido errores. El pacto con los nacionalistas, el pacto que se les ha hecho de dinero y prebendas políticas, ha sido un error, ha sido un profundo error. En vez de eso deberían haber pactado el uno con el otro. Hubiera sido mucho mejor para España, muchísimo más barato.

Eso sí, hubiera implicado el que no gobiernas con mayoría absoluta, digámoslo así, y que tienes que ceder ante tu adversario, que no enemigo. Pero ambos partidos han hecho grandes aportaciones a este país. Habrá que llegar a un momento en el que la izquierda moderada de este país y la derecha moderada de este país volvamos a tenerlo. 

¿Entenderse como gobierno y oposición o al estilo de una gran coalición?

–No hace falta entrar en un gobierno para darle estabilidad a ese gobierno. Yo, siendo dirigente de un partido, no tendría ningún inconveniente en darle la estabilidad a ese otro partido que hubiese ganado las elecciones a cambio de que en el Parlamento el otro partido controle. Y luego exigir a ese gobierno primero el cumplimiento de su programa electoral, porque ése es el contrato social que tiene con la sociedad. Y segundo, que si hay alguna modificación profunda que hacer que afecte al Estado, que se haga siempre pactado con quienes representan a la otra gran mayoría del país.

Adolfo Suárez Illana charlando con El DebatePaula Argüelles

En El Debate venimos denunciando la reforma del Código Penal para incluso penar con cárcel a los provida que se concentran de manera pacífica frente a las clínicas abortistas.

–No estoy a favor de esa ley que se presentó. Yo creo que tenemos un problema con el aborto en España, y que debemos resolver a través de la educación y de la ayuda a las mujeres en aquello que puedan necesitar. Para que de una forma libre, realmente libre, puedan elegir el llevar a cabo su embarazo y poder tener a sus hijos. Y ahí deberíamos volcarnos.

¿Y sobre la Ley de Eutanasia?

–Hay alternativa. Si la propuesta que tienen una sociedad y un Estado ante alguien que está sufriendo es el suicidio asistido, llámese como se quiera, es que esa sociedad tiene un problema. Creo que hay todos los medios necesarios para que efectivamente una persona no sufra en el momento final de su vida. Y de hecho todos los especialistas, o todas las clínicas donde hay un departamento de cuidados paliativos, nos dan el testimonio de cómo gente desesperada llega y efectivamente cambia su opinión a través de eso. Lo que debería hacer el Estado en primer lugar es el desarrollo de los cuidados paliativos y ahí tenemos un déficit muy importante.

Sigue leyendo Vidas rotas cada vez que el portavoz de Bildu sube a la tribuna del Congreso... (un libro con la historia de todos los asesinados por ETA).

–Bueno, yo lo leeré tantas veces como sea necesario. Son muy pocos los días del calendario en los que no se ha dado una víctima de ETA, pero yo procuro que cada día que estoy en el Parlamento y alguien que ha contribuido y contribuye a su asesinato, o a su no esclarecimiento, o su justificación en el presente, no cuente con mi reconocimiento en el Parlamento. Y me dedico a leer quién fue asesinado ese día y a recordarle.