Viaje oficial al Egeo
La hoja de ruta griega que Pablo Casado anhela para España
Las similitudes entre el actual escenario político español y el que hace tres años había en Grecia propicia que las relaciones entre el Partido Popular y Nueva Democracia cada vez resulten más estrechas
El presidente del PP, Pablo Casado, ha emprendido un viaje oficial de dos días al Egeo. Ayer fue recibido por el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, que le invitó a cenar frente la Acrópolis ateniense, para tratar sobre la actualidad políticas de ambos países y del conjunto de Europa. Hoy viernes el político español se reunirá con Nikos Anastasiadis, presidente de Chipre y líder de Reagrupamiento Democrático.
Pero ¿Grecia? ¿Chipre? ¿Por qué ahora? Este viaje de Casado tiene sentido y significados. Tras la derrota del sucesor de Angela Merkel en Alemania, y dado que ni Macron en Francia ni Draghi en Italia pertenecen a la familia ‘popular’, la presidencia de Mitsotakis representa para los democristianos y liberalconservadores europeos un baluarte clave. Así, Casado con Mitsotakis se impregna de un aura presidencial y, además, lo hace con alguien que es de su mismo espectro ideológico.
A lo dicho se añade que entre el premier griego y el presidente del PP hay buena química; existe conexión de amistad. Tanto es así que Mitsotakis viajó el pasado 3 de octubre a Valencia para participar, con un potente discurso, en el mitin que cerró la convención nacional del PP. En la plaza de toros de la ciudad del Turia, ante miles de personas, el líder griego elogió la «visión, ambición y sensatez» de Casado, y le aconsejó que aplique en España medidas similares a las que él implementa ya desde el Gobierno heleno.
De Valencia a Atenas
Ahora, Casado ha querido devolverle la visita asistiendo a la convención que Nueva Democracia iba a celebrar este jueves y viernes en Atenas. Debido a la nueva ola del COVID, la convención finalmente ha sido suspendida, pero aun así Mitsotakis ha mantenido su ofrecimiento oficial para que Casado viaje estos dos días a Grecia en calidad de invitado personal.
Antes, en Valencia, el político griego habló del camino al «centro progresivo». Empleó este término para referirse a su hoja de ruta con la que, aseguró, busca dar «respuestas a los populismos». Esencialmente, sus respuestas consisten en reformas, reducción de impuestos y burocracia, libertad individual, finanzas y economía sólida y defensa de los Derechos Humanos. Poco tiene que aprender Casado aquí, porque las medidas griegas en términos generales son similares a las que ya defiende el PP en España.
Una de las primeras decisiones de Mitsotakis tuvo fuerte carácter simbólico: cambiar la sede de su partido
Ahora bien, el escenario político griego ha experimentado en los últimos años una profunda transformación, que para Casado resulta inspiradora. Recordemos que Grecia, entre 2015 y 2019, tuvo un Gobierno populista de izquierdas, la coalición Syriza, con Alexis Tsipras al frente. Durante esos años en la oposición estaba en auge Amanecer Dorado, un partido de extrema derecha neonazi finalmente ilegalizado –su espacio en parte lo ha ocupado Solución Griega–, mientras que el centroderecha representado por Nueva Democracia padecía una severa crisis de imagen, anegado en escándalos de corrupción y considerado por amplios estratos de la opinión pública griega como el «partido de ricos».
Mitsotakis, gracias a unas primarias, alcanzó en 2016 el liderazgo de Nueva Democracia y en solo tres años revertió el escenario. Una de sus primeras decisiones tuvo fuerte carácter simbólico: cambiar la sede del partido. Pasaron de una zona financiera a irse a un barrio de clase trabajadora en los suburbios de Atenas. «De un plumazo envió las polémicas sobre su sede al pasado y, además, mandó otro mensaje a la ciudadanía griega: seremos capaces de reducir la deuda del país, porque antes hemos sido capaces de reducir las deudas del partido», señala una fuente del Partido Popular conocedora de los secretos de la política internacional.
Países paralelos
Las coincidencias entre la política griega y la española no terminan aquí. Entre 2016 y 2019 la opinión pública vivió una situación de profunda intranquilidad: perdida de empleos, crisis migratoria con un vecino extraeuropeo complicado –Turquía en el caso griego, Marruecos en el caso español–, preocupación por la economía y por el propio papel del país dentro de la Unión Europea. Tsipras supo capitalizar la fuerte pérdida de confianza que los griegos sentían hacia su clase política, los partidos y el sistema en general, pero, ya al frente del Gobierno, fue incapaz de revalidar mandato.
Logró una amplia transversalidad, ese mítico centro amplio que es el sueño por el que todo político suspira, sin sonar centrista zen
«Las promesas populistas de Tsipras se vinieron abajo una vez estaba al frente del control de mandos. La genialidad de Mitsotakis fue rehuir la dialéctica derecha frente a izquierda para ir hacia otro eje: el de realismo, eficacia y confianza versus populismo, ya sea de derechas o de izquierdas, simplismo e inoperancia. Fue capaz de cambiar la agenda del debate del país y logró una amplia transversalidad, ese mítico centro amplio que es el sueño por el que todo político suspira, sin sonar centrista zen. También es cierto que Grecia, en 2019, gracias al amigo Tsipras, estaba en KO técnico y el camino a la perdición del populismo y la crisis los griegos lo recorrieron hasta el borde del abismo», añade el interlocutor de Génova.
Kyriakos Mitsotakis consiguió mayoría absoluta en 2019. Transcurridos dos años, en vez de acusar el desgaste por la acción de Gobierno, la valoración del actual líder griego ha aumentado. Las últimas encuentras hablan de una intención de voto del 44 %. Tsipras, en cambio, atrapado en una dialéctica con los elementos más radicales de Syriza, ve como mengua su voto. Si en 2019 era del 31 %, en la actualidad está por debajo del 26 %.
Resultados; es decir; confianza
¿Cómo es la acción de Mitsotakis desde el Ejecutivo que tantos réditos electorales le reporta? La fuente de Génova señala que «tiene un acercamiento realista a los problemas diarios de los ciudadanos, y los soluciona con energía y eficacia; con resultados. El yogur griego de Mitsotakis está compuesto de reducción de impuestos, reforma laboral para simplificar todo el marco legislativo, que allí antes era un caos, reducción de la burocracia mediante toda la digitalización posible y descarbonización; es decir, economía verde. En dos años ha cogido un país que era un desastre y le ha pegado un giro total. Crean nuevos puestos de trabajo, el paro está por debajo del 15 % y los niveles de crecimiento económico son altos. De la polarización y la pobreza han pasado a la unidad y el crecimiento. Normal que los griegos estén contentos, y normal que sea un referente para Casado y todo el PPE. De hecho, es el único del centroderecha europeo que gobierna con mayoría absoluta».
¿Y lo de Chipre? «¡Qué menos! Es para apoyarlos frente a Erdogan, porque el sultán cada vez está más sobrao, más proPutin y menos proEuropa, ya penetra abiertamente en aguas territoriales greco-chipriotas sin pedir permiso, y Sánchez con el turco anda en plan Alianza de Civilizaciones, a lo Zapatero».
Primarias. Partido desgastado. Cambio de sede. Oposición a un Gobierno populista de izquierdas. País en crisis. Presión de un partido populista de derechas. Viaje al centro. En tres años, mayoría absoluta. El sueño de Pablo Casado para 2023 –o antes– tiene nombre y apellido: Kyriakos Mitsotakis.
Cumbre Madrid-Atenas
En línea similar, compartieron la necesidad de impulsar una política de Defensa, Seguridad y Migración común, así como en la importancia de «una política eficaz frente a la pandemia y sus efectos sobre el turismo».
Además, consideraron «fundamental» que la gestión de los fondos europeos sea «responsable», con reformas estructurales para «bajar impuestos y flexibilizar el mercado laboral y la burocracia».