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Entrevista

Albert Boadella: «El independentismo causa un efecto paranoico en los colegios»

Albert Boadella acude a la Redacción de El Debate para mantener una extensa charla sobre la deriva del independentismo catalán. Su mensaje es claro: el separatismo no es más que una suerte de paranoia que ha llegado muy lejos.

–Hablemos primero, si le parece, de los sucesos más recientes. Me gustaría conocer su opinión acerca de la negativa de la Generalitat de Cataluña de permitir que el 25 % de las clases se impartan en español.

–Es evidente que lo que ha dictaminado el Tribunal Supremo es de sentido común. Yo creo que a todos los países desarrollados del mundo nos parece razonable que la lengua de una nación tenga que darse en todas las regiones de esta. En Cataluña se ha tenido que imponer por ley algo que era evidente. Lo más grave es que dicen que no lo cumplirán y eso demuestra que en Cataluña hace falta que entre la ley. Pero no simplemente dictando las leyes, sino en sus formas de ejecución. En este momento Cataluña es un lugar de una inseguridad jurídica total en todos los sentidos. 

–¿Ha perdido el miedo el independentismo a la Justicia?

–La base del independentismo, naturalmente, es no obedecer a nada que tenga que ver con la palabra España. Por lo tanto, es lógico que trate de subvertir todo lo que son las normativas que vienen de un Estado que es enemigo de su delirio. El impulso del independentismo es no hacer caso a las sentencias, y esto es trágico para un territorio que forma parte del Estado español. ¿Por qué no se aplican los mecanismos de ejecución si las leyes están claras? En Cataluña se subvierten constantemente y no hay consecuencias.

«En este momento Cataluña es un lugar de una inseguridad jurídica total»

–Es un problema que ahora se ha visto agravado, especialmente durante los últimos años, pero que no viene de ahora. ¿En qué momento se empezó a fallar y a dar alas al independentismo?

–Viene de muy lejos y me refiero a la Transición. Digamos que el nacionalismo hizo una estrategia muy audaz, muy astuta, que fue presentar a Cataluña como víctima de la dictadura. Y en todos los sentidos, la lengua, la cultura, etc. Eso es falso, es falso absolutamente. Precisamente Cataluña y el País Vasco mantuvieron unos niveles de economía un poco más altos que otras zonas. Fueron tan franquistas o tan poco franquistas como lo fueron otras regiones. Y esa idea caló muy bien, no sólo en los políticos, sino en la propia ciudadanía. Eso facilitó esta idea de que hay que restituirle cosas a Cataluña y al País Vasco. A partir de aquí llegaron cosas como el traspaso de competencias respecto a la educación. Es uno de los mayores errores que se han cometido.

Mis hijos fueron a la escuela catalana y tuve que hablar algunas veces con los directores por el adoctrinamiento que ya se estaba haciendo. Y aquí arranca uno de los principales males que han existido y de los cuales tiene responsabilidad el conjunto del Estado español, puesto que hizo unas cesiones que eran muy arriesgadas en este sentido.

Albert BoadellaEl Debate

–Hablaba usted del adoctrinamiento. ¿Recuerda algún episodio que hayan sufrido sus hijos?

–Desde el punto de vista histórico había auténticos disparates. Uno de chiste, que hablaba de Cataluña en el Paleolítico. Eran cosas de locura. Todos los males partían, por supuesto, de la España maligna. Esto causaba un efecto casi paranoico en el alumnado. Se inducía una paranoia antiespañola a los alumnos, ya desde muy pequeñitos, con dibujos. Esto ha sido el caldo de cultivo para unos dirigentes que no han tenido que hacer ningún esfuerzo.

–Existe un adoctrinamiento, como usted decía, en las escuelas para inculcar odio hacia todo lo que sea lo español. Pero, objetivamente, ¿los niños catalanes salen preparados para enfrentarse al mundo laboral fuera de Cataluña?

–Se ha utilizado la lengua como efectivo militar. El catalán ha sido utilizado para eso. Es evidente que se han hecho todos los esfuerzos para intentar separar en todos los sentidos. Yo creo que el odio es una forma de unión mucho más eficaz, porque es más instintiva. Y esa inducción al odio, que es una de las bases de todos los nacionalismos, se ha hecho de forma muy precisa.

«Los independentistas dicen a los niños que los problemas vienen de la España maligna»

–¿Usted ha sentido alguna vez que la presión nacionalista le ha hecho dejar de vivir en Cataluña?

–He tenido episodios muy desagradables en Cataluña. No paseo prácticamente por Barcelona, a no ser que sea algo urgente. Cuando lo hago me llaman facha, traidor y un largo etcétera. Luego mi propia casa, yo vivo en el Ampurdán, ha sido atacada varias veces. Me han cortado los árboles que estaban en el exterior, pero que eran de mi propiedad y me los han tirado al jardín. También me han hecho pintadas diciéndome que me largase. Y eso en un pueblo de 350 habitantes. Pero he decidido que solo me marcharé de ahí si me apetece hacerlo, pero no porque alguien me fuerce a ello.

La consecuencia es que, en Cataluña, cojo el coche en el jardín de mi casa hasta el aparcamiento del AVE de Gerona y de ese aparcamiento, a mi casa. Prácticamente no paseo por el resto de Cataluña.

Boadella en un momento de la entrevistaEl Debate

–Si comparamos Madrid y Barcelona. ¿Qué diferencias ve en el ambiente?

–Las personas de mi edad han conocido una Barcelona distinta. La Barcelona de finales de la dictadura de los años 70 que era esperanzadora por la cantidad de iniciativas culturales que existían. Había grandes escritores en lengua castellana que estaban en Barcelona y presentaban sus libros allí…También había pintores y grupos de teatro de los cuales yo formé parte. Teníamos una buena Barcelona sorprendente en aquel momento y Madrid no estaba en esa brillantez. Estaba mucho más apagada. Esto se ha invertido completamente. Aquellas esperanzas internacionalistas y abiertas al resto de Europa han desaparecido y ha entrado el provincianismo. Popularmente dicho, un cierto catetismo. Madrid ha asumido esto. Es una de las urbes más abiertas de Europa por la cantidad de iniciativas y por el ambiente de la gente que vive en esta ciudad. Dan una marcha extraordinaria. Uno se siente en su casa. Estás aquí 15 días y parece que eres madrileño de toda la vida. No había hecho tantos amigos en mi vida como en Madrid. En Cataluña vivo como un monje.

«En Madrid uno se siente como en casa mientras en Barcelona ha entrado el catetismo»

–Entonces eso que, a veces, dicen los nacionalistas de que los madrileños odiamos a los catalanes…

–Ha calado muy bien la idea que han transmitido los nacionalistas con esas paranoias. Creen que cuando un ciudadano de Madrid se levanta por la mañana, lo primero que piensa es qué putada puede hacer a los catalanes.

Es una vida de ficción y la vida de ficción es muy peligrosa. Creo que las únicas ficciones aceptables que han llevado también grandes momentos a la humanidad han sido las ficciones religiosas que tienen los que tienen una idea de mejorar.

«Madrid tiene una inmensa suerte de tener a Ayuso»

–Hablando de Madrid, ¿qué opinión le merece la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso?

–Extraordinaria. Yo creo que Madrid ha tenido una inmensa suerte de encontrar a esta mujer que es sorprendente. Cuando la conocí por primera vez me pareció delicada y pensé que se la iban a comer con patatas fritas. La gran sorpresa ha sido ver a alguien que tiene esa facilidad de conexión, esa energía, esa visión y esa intuición. Yo creo que Madrid ha tenido una suerte extraordinaria e, incluso, la propia política española también tiene una suerte extraordinaria de tener a Isabel Ayuso.