Sortu, oficina de colocación para presos de ETA
La mitad de la dirección de Sortu ha pasado por la cárcel por su vinculación con ETA
La próxima renovación de la dirección de Sortu, partido principal y dominante en Bildu ya ha levantado todas las expectativas. Todo apunta a que supondrá la retirada de uno de los más duros de la vieja Herri Batasuna, Rufi Etxeberria. Pero este cambio no supone un giro en la relación de la formación abertzale con la violencia terrorista. De hecho, numerosas voces apuntan a la incorporación del último líder de ETA, David Pla, a la dirección «nacional», como la autodenominan, del partido.
Esta posible incorporación tampoco supone ni una sorpresa ni un cambio en la línea marcada a fuego por Arnaldo Otegi. Es más, desde su nacimiento en 2011, Sortu no se ha molestado en ocultar sus cartas abiertamente. Y con el paso de los años se ha convertido, prácticamente, en una oficina de empleo para quienes salen de la cárcel.
De hecho, aproximadamente la mitad de los 40 integrantes de la actual dirección del partido han pasado por la cárcel por su relación en mayor o menor medida con la organización terrorista.
Etarras de comando
Entre sus dirigentes se encuentran terroristas que pasaron por la cárcel por su pertenencia activa a la banda asesina. Así, los dos rostros de referencia de la organización, Arnaldo Otegi y Rufi Etxeberria, pertenecieron a sendos comandos etarras y dieron con sus huesos en la cárcel por su activismo. El primero por su participación en el secuestro del director de Michelin, Luis Abaitua, y el segundo por su pertenencia al comando «Txirrita». Posteriormente, los dos dirigentes acumulan numerosas entradas y salidas de la cárcel.
También el todavía Responsable Nacional de Acción Política, Iñaki Lizundia, no dudó en empuñar una pistola. De hecho, fue condenado en Francia a 16 años de cárcel por el intento de asesinato de un gendarme. Ni la segunda de Acción Política, Kizkitza Gil, pareja de David Pla, eludió su actividad terrorista que le llevó a pasar cuatro años en las cárceles francesas.
Algo similar sucedió con la elegida «por criterio nacional», Elena Beloki, que pasó ocho años en prisión por dirigir las relaciones internacionales de la banda terrorista y sus organizaciones aledañas. Del mismo modo, el responsable político de la formación en Guipúzcoa, Haimar Altuna, pasó seis años en las cárceles francesas por su integración en ETA y por tenencia de armas.
Otros dirigentes de Sortu trataron de integrarse en ETA, pero no les dio tiempo. Oihana San Vicente, tras dirigir Jarrai, el brazo juvenil de Herri Batasuna, anunció en 2008 que pasaba a la clandestinidad para incorporarse a ETA. Ahora es la responsable política de Sortu en Álava. También pasó la frontera para integrarse entre los asesinos el elegido «por criterio provincial», Karlos Arnedo. También huyó a Francia el responsable político de Vizcaya, Ibón Arbulu, aunque fue detenido y, posteriormente, absuelto.
Política a las órdenes de ETA
Y luego hay un buen puñado de dirigentes de la actual dirección de Sortu que pasaron por la cárcel por realizar actividades supuestamente políticas al servicio de la banda terrorista. Quien quizá hayan sido los más activos en entrar y salir de prisión son de nuevo Arnaldo Otegi y Rufi Etxeberría. Pero hay otros que también acabaron en la cárcel. El actual coordinador general, Arkaitz Rodríguez, y sus secuaces Sonia Jacinto, Rafael Díez Usabiaga y Miren Zabaleta fueron condenados y encarcelados por el conocido caso Bateragune. Aquella sentencia que les llevó a pasar más de seis años en prisión fue anulada. Pero no porque no se mantuvieran, según la sentencia, a las órdenes de ETA, sino porque el Tribunal de Estrasburgo dudaba de la imparcialidad de una de las juezas que dictó la sentencia.
Otros miembros de la actual dirección de Sortu aceptaron su pertenencia a ETA como parte del acuerdo con la fiscalía para no entrar en prisión. Así Eneko Compains, ahora profesor de Derecho Constitucional en la Universidad del País Vasco, y Amaia Izko, la abogada que logró que se tumbara la doctrina Parot que llevó a la calle a decenas de etarras, recibieron condenas que no suponía su ingreso en la cárcel.
Toda una ristra de condenados, colaboradores y simpatizantes que hace muy difícil que se pueda desligar, como pretenden ahora, la vinculación entre el partido que empuja y manda en la coalición Bildu y la violencia. Toda una base que hace que ya poco pueda sorprender ante los nuevos nombres que se barajan para pasar a dirigir la formación abertzale.