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Ana Losada, presidenta de la Asociación para la Educación Bilingüe (AEB)@analofe

Cataluña

Ana Losada, presidenta de la AEB: «El silencio en Cataluña viene del miedo, de sentirte desprotegido»

Considera que es el «fin» de la inmersión lingüística y que la sentencia que la anula se va a cumplir «por las buenas, o por las malas»

Ana Losada es desde 2015 presidenta de la Asamblea por una Escuela Bilingüe (AEB), entidad que nació para defender los derechos lingüísticos de los catalanes, para defender una educación bilingüe en Cataluña. Desde entonces, y sin recibir subvenciones públicas, la entidad ha conseguido resquebrajar el modelo de inmersión lingüística, gracias a las diferentes sentencias judiciales que les han ido dando la razón: el castellano se excluye como lengua vehicular de la enseñanza en Cataluña. Sólo este año, el TSJC ha anulado el proyecto lingüístico de siete escuelas en Cataluña por excluir el español. La última hace referencia a un colegio de Cubelles (Tarragona)

Ella fue una de las primeras en iniciar el camino para reclamar el derecho de los padres, también ha sufrido que en algunos momentos se le haga el vacío, pero lo importante, nos dicen, es que por fin se sabe lo que hay detrás de la inmersión, está «desnuda».

Losada recuerda que no ha conseguido sola este propósito, que han sido muchos lo que la han precedido y ayudado, como en su momento Severo Bueno, el abogado del Estado que presentó la demanda contra la Generalitat, pero también José Domingo, Natalia, Carlos Silva, Maribel Fernández Alonso o Rafael Arenas. Gente, dice, que «hacen lo que pueden con las horas que tienen».

–A raíz del caso Canet Ana Losada ha estado muy presente en el panorama mediático y social, algo que era impensable hace sólo unos meses.

–Este boom es por el tema de la discriminación de los castellanohablantes. Canet de Mar ha sido un punto de inflexión y esas personas que estábamos en ese entorno de trabajo de los temas lingüísticos hemos tenido que responder a los medios. Intento hacer lo que corresponde. Aprovechar la oportunidad. Que el resto de España sepa lo que ocurre en Cataluña es muy importante, que se deje de hablar del tema comprando el relato nacionalista, que es lo que se ha hecho durante mucho tiempo. Aunque todavía algunos lo siguen haciendo. Pero Canet ha hecho que medios que nunca han tratado el tema ni nos han entrevistado, esta vez lo han hecho. Se trata de situar el relato nacionalista donde tiene que estar, en la vulneración sistemática del derecho de los catalanes.

–¿Y cómo empezó este recorrido?

–Empezó a picarme esa hormiguilla de que algo está pasando, cuando mi hija empezó la guardería con dos años. La apunté en una guardería concertada y fui a la reunión de presentación y vi que las profesoras que iban a llevar la clase hablaban en catalán a los padres todo el rato. Y me sorprendió, porque dije: si somos todo castellanohablantes, por qué solo se dirigen a nosotros en catalán. Al final de la explicación les pregunté si sólo iban a hablarles en catalán a los niños. La chica se quedó sorprendida, pero me dijo que iban a usar las dos lenguas.

Al año siguiente empezó el colegio en P3 pasó lo mismo. Cuando nos explicaron lo de la adaptación de los niños, todo catalán, catalán, catalán. Cuando tu hija llega del cole y te dice que «esta mesa no es roja, es vermella», y tú le intentas explicar que es roja y «vermella»; o los números, y las letras, que los sabía antes en castellano y ese conocimiento en casa y los abuelos, no sirve para nada porque empieza de 0 en el cole.... Eso me empezó a remover.

Hacía mis quejas, pero tampoco tenía un argumentario jurídico. Pero un día, a partir de unos amigos comunes en Bellvitge me entero que hay una reunión de una asociación que están creando para la igualdad lingüística en la escuela. Aquel día escuché a José Domingo (presidente de Impulso Ciudadano), y me pareció tan de sentido común lo que decía, que pensé; yo me quiero unir a eso. Formamos un pequeño grupo para montar la AEB en Hospitalet, y ahí empezó todo. En marzo de 2015 decidimos que la AEB funcionaría mejor si tenía estructura más centralizada y con servicio a toda Cataluña, y no por municipios. Votamos la estructura de la junta y me eligieron presidenta. A partir de ahí intentamos hacer crecer la asociación.

–¿Cómo ha sido ese crecimiento de la asociación?

–Pronto llegaron los primeros casos que ganamos. Un colegio de Sant Cugat, «El Pinar», y otros casos, como el de Balaguer, Castelldefels, y otros más anónimos. Poco a poco hemos ido recibiendo sentencias favorables.

Hubo también un gran cambio a partir de 2017. Es un punto de inflexión importante. Entramos de lleno en el tema del adoctrinamiento. Cuando el referéndum ilegal y las semanas de antes, la situación fue crítica. Muchos padres se dirigen a asociaciones como la nuestra para denunciar lo que se estaban diciendo en algunas escuelas. Era como un boomerang. Todas las asociaciones nos ayudamos y compartíamos la información. Todo eso nos hizo crear un grupo de contactos importantes con padres que están en nuestro círculo, en todas las provincias, que se han convertido en nuestros informadores y nos dan pistas para denuncias, investigaciones o informes que hacemos. Toda la información que nos pasaron los padres, que fue mucha, fue la base del informe que hicimos sobre el 1 de octubre en la escuela, la instrumentalización del sistema educativo en Cataluña. Es el informe más extenso publicado sobre el adoctrinamiento en Cataluña, con más de 500 pruebas. Analizamos cómo es posible que la escuela esté tan controlada por el nacionalismo, cómo hay una dirección vertical desde el departamento hasta el bedel del colegio, y cómo hay asociaciones que están alrededor y tienen mucha influencia sobre la escuela. Hablamos de Òmnium, o de Plataforma per la Llengua

A partir de 2017 tuvimos dos años de trabajo duro en adoctrinamiento. Pero también hubo más peticiones de bilingüismo. Hubo una reacción como en el caso Canet.

–Y otro punto de inflexión, fue la presentación del informe sobre proyectos lingüísticos en Cataluña, ¿no? a partir de ahí se vio lo que representa realmente la inmersión.

–Fue clave. Por primera vez teníamos un argumento de peso que demostraba que decíamos toda la verdad. Nos costó mucho conseguirlo, porque, aunque tenían que hacer accesibles los proyectos lingüísticos, que fueran públicos, no lo tenían. En mayo de 2019 presentamos finalmente el informe. Desde ahí nunca más dijeron que había colegios en Cataluña en que se podía estudiar en castellano.

Y este material también nos ha reforzado en las instancias europeas. Fuimos al Parlamento Europeo, ante la comisión de peticiones y conseguimos que milagrosamente se mantuviera abiertas, porque lo teníamos todo en contra, hasta los diputados socialistas. Pero llegamos al corazón de los que nos estaban escuchando, y hubo europarlamentarios socialistas que nos dieron la razón y votaron que sí, a pesar de que su grupo había dado instrucciones para votar en contra de que la queja se mantuviera abierta.

Y luego está Balaguer. Tenemos muy presente lo que ha pasado con la familia de Canet, porque es más reciente. Pero la familia que consiguió más clases de castellano en una escuela de Balaguer también lo pasó muy mal. De hecho, fue al Parlamento Europeo a explicar su situación.

Balaguer fue un impulso para que muchas personas se acercaran a nuestra asociación. Fue muy duro, para los padres y para nosotros. Picábamos a todas las puertas y nadie nos ayudaba. En Canet no ha pasado eso porque los medios de comunicación se han hecho eco. En Balaguer, no. Era una situación asfixiante para la familia. Perdió su negocio, los amigos, sus hijos tuvieron que irse de la población para ir a un colegio privado, cuando ellos iban a uno público. Fue horrible. Pero fue un punto importante de crecimiento para nuestra asociación. Y todas estas cosas nos han hecho tener más credibilidad. Y nos han hecho crecer a base del trabajo, porque nosotros no tenemos dinero.

–No tienen dinero, no viven a base de subvenciones. Entonces, ¿cómo lo hacen?

–Sí, nunca pedimos subvenciones. ¿Cómo vas a pedir dinero a la Generalitat? ¿En base a qué? Si nosotros defendemos el bilingüismo. Tampoco recibimos ayudas privadas. Las que recibimos son de personas, de ciudadanos de a pie. Algunos nos dan más dinero, algunos viven más desahogados y nos dan algo más que 20 o 50 euros. Pero básicamente conseguimos el dinero de las costas que ganamos a la Generalitat en los juicios. Eso, que puede ser 600 euros, es con lo que vivimos. Cuando presentamos el informe de proyectos lingüísticos en Madrid, los billetes para ir allí, las habitaciones de hotel, las fotocopias que repartimos a los periodistas, todo lo pagamos de nuestro dinero.

–¿Cómo es posible que una pequeña asociación haya tumbado la inmersión lingüística, uno de los proyectos más importantes del nacionalismo?

–Nuestro trabajo ha sido fundamental, pero no hemos sido los únicos. Ya desde el principio de la democracia muchas personas han denunciado la inmersión, como los del «Manifiesto de los 2.300», también la Asociación por la Tolerancia, Convivencia Cívica... pero desde el 2014, nosotros, con una situación más favorable jurídicamente, hemos podido dar muchos golpes. Y conseguir un ritmo de peticiones de bilingüismo que no se habían antes conseguido. Eso ha hecho agujeros en el búnker de la inmersión.

Y está la sentencia del Estatut que viene a decir que el sistema educativo debe pivotar en la lengua catalana, pero en ningún caso debe suponer la exclusión del español como lengua vehicular. Y sobre esa frase se ha construido el final de la inmersión. Y la AEB ha aprovechado la vía jurídica, que hemos considerado como la más eficaz, para abrir esos agujeros.

También Severo Bueno, el abogado del Estado que presentó el recurso en nombre del Ministerio de Educación, y estaba perfectamente hilado, porque había hecho el de sus hijos, conocía el tema, pero además el TSJC tiene toda esa jurisprudencia que han creado todos esos padres con la AEB.

Le doy mucho mérito a la AEB, por supuesto, pero ha habido muchos actores, algunos anónimos, como los padres que se han atrevido a pedir bilingüismo. Y ahora estamos en una situación en la que por primera vez el nacionalismo de la Generalitat está a la defensiva.

–Desde la Generalitat se ha dicho que eran muy pocas familias que las pedían bilingüismo, unas 80, el otro día hablaba de 1.500. ¿En qué quedamos?

–Son más. Eso seguro. Tenemos a disposición de la gente que quiera el formulario de petición de bilingüismo que se puede descargar desde nuestra web. Muchos padres lo piden. Otra cosa es que luego sigan adelante. A nadie le gusta estar en un proceso judicial. Ni siquiera en nuestro caso, que no cobramos. Y más cuando en medio está la formación de tus hijos. Eso hace que muchas familias lo intenten, pero no lleguen a los tribunales. Pero que los padres reclaman esto de forma natural en las reuniones con los profesores, eso seguro. Pero hay gente que recibe el NO, esa respuesta despectiva del centro, y te dicen ¿es que estás en contra del catalán? Esas frases que te echan para atrás y haces que no pases esa barrera. Las cifras que dan la Generalitat no tienen credibilidad. Tampoco es un argumento decir que sólo lo han pedido 80 o 1.500, porque de lo que se trata es de que se están vulnerando derechos lingüísticos. Se comparaba la situación de Canet con las niñas negras que querían educarse en escuelas públicas de EE.UU. y se los prohibían. Ellas no tenían derecho por ser pocas, o el derecho venían porque lo tenían, porque eran ciudadanos de primer nivel como el resto. Este argumento es tan totalitario…

Un ejemplo es el del ayuntamiento de Hospitalet. hace unos días hizo una declaración sobre la sentencia y la inmersión. Y dices: dios mío, está gobernando por el PSC, es mayoritariamente castellanohablante. ¿Cómo puede ser que repitas el argumento nacionalista, y decir que sólo lo apoyas porque las sentencias se tienen que cumplir? No doy crédito a las cosas que hemos normalizado en Cataluña.

–El PSC, de hecho, tiene problemas para tener una voz única en este tema.

–Esta es una opinión también como ciudadana. El votante socialista está muy alejado de las decisiones que toman los cuadros de mando del PSC. Es inconcebible que la alcaldesa de Hospitalet deje que su ayuntamiento haga una declaración como la que ha hecho, en un ayuntamiento que gobiernan desde hace 40 años, con un votante de izquierdas y castellanohablante. Y digas que la lengua de tu votante no tiene presencia en la escuela, ni la quieres tener, pero no tienes más remedio que aceptarlo porque lo dice una sentencia. Y lo dice un partido que representa a la clase obrera, que es la más perjudicada por la inmersión. Hay un discurso totalmente alejado entre el cuadro de mandos del PSC y su votante. Y esto tendrá algún tipo de repercusión en su electorado, ¿no? Parece que Salvador Illa y Eva Granados proponen un cambio de paradigma en ese tema, pero no le siguen el resto de dirigentes el PSC. Si no, no se entiende que en unos ayuntamientos sí, y en otros no, con esas declaraciones que parece que nos hacen un favor. No ha habido un cambio profundo en el PSC para que sea creíble esta nueva política.

–Hablamos del PSC, pero también hay que hacerlo extensivo a los sindicatos, callados durante el proceso difícil que vivió la familia de Canet y en cambio, se han mostrado claramente a favor de la inmersión.

–La posición de CCOO y UGT es vergonzosa, es la palabra más educada que puedo decir sobre su actitud. Están alejados de la clase obrera, en muchos temas. Por lo menos, los dirigentes, es el cuadro de mandos propio de un sindicato nacionalista. ¿Qué diferencia hay con USTEC? Pues en las próximas elecciones que se junten y lo hagan más grande, porque defienden lo mismo. Que no alcen la voz por el acoso a esa familia de Canet, es vergonzoso. Pero lo mismo ocurrió con la niña de Terrassa. ¿Quién defendió a esa niña? Nadie. Recibí una llamada de Manuel Pulido, el secretario de Educación de CCOO preguntándome por el tema, pero para peguntarme si sabía cómo iba la investigación, y porque había salido la foto de la profesora en los medios. La AEB no fue, no tiene ese estilo. Pero no hubo ni una pregunta sobre la niña. Ni una. Igual que ha pasado en Canet. Al final, ¿qué les importa a ellos? No defienden a nadie. Tampoco a los profesores, porque no todos están a favor de la inmersión. ¿Los han defendido porque están siendo fiscalizados por una encuesta del Síndic de Greuges? Es una encuesta en la que, de diez hojas, en cuatro te preguntan profesor por profesor en qué lengua da la clase. Y que no haya ningún sindicato que se queje de eso, de que es una investigación en toda regla para advertir a quien digan los alumnos que dan castellano, es alucinante. Es que no defienden a alumnos, ni a profesores, ni la igualdad de derechos. Defienden el relato nacionalista. Es vergonzoso, en el tema de la lengua estamos en situación de emergencia, con sindicatos de este tipo. No hay una organización fuerte que defienda objetivamente el estado de derecho en las escuelas, donde este control es posible por el silencio y la complicidad de muchos, y los sindicatos lo hacen posible, como ya ocurrió durante el 1 de octubre. Se callaron, admitieron todo, participaron de ello.

–La presión de los nacionalistas, la actitud indecisa del PSC; los sindicatos, la Alta inspección, que no hace nada, como el Gobierno central… ¿qué incentivo puede tener un padre en meterse en un jaleo así, como les ha pasado a las familias de Canet o de Balaguer?

–Esas familias son mucho más que valientes. Con ese entorno está claro que tiene que haber una revolución cívica. Lo tenemos que sacar adelante los ciudadanos. En este punto, en el tema de la lengua y de la escuela, los ciudadanos tenemos que demostrar que nos tiene que dar igual lo que digan los partidos, también a los que votamos, porque queremos otra escuela. Y tampoco nos van a representar esos sindicatos, esas Ampas, ese conseller o esa ministra. La verdad la sabemos los padres que estamos en el colegio. Los padres conocemos esa realidad. Por eso nace ‘Escuela de todos’, porque es necesario agrupar a esas personas que podemos dar la cara y difundir lo que ocurre para animar a que la gente se sume y seamos más. Y Canet ha hecho enfadar a mucha gente y ha provocado una reacción de valentía. Es como si tocáramos fondo y cogiéramos impulso para salir a la superficie y coger aire.

–Hace reflexionar que sean asociaciones, la sociedad civil, las que planten cara al nacionalismo ante la pasividad de otras administraciones.

–Es el desamparo que vivimos en Cataluña. El Estado no está, se ha ido hace muchos años. No está, no se acuerda de nosotros, no vigila por nuestros derechos. Y no lo hace, ni siquiera cuando sabe que quien está al frente no lo está haciendo bien. Mira hacia otro lado, y este desamparo hace imprescindible la sociedad civil.

–La sociedad civil, y poquita, en Cataluña cuesta mucho dar la cara. ¿Hay miedo?

–No salimos a la calle a decirlo, vamos. El silencio viene del miedo, de sentirte desprotegido y pensar para qué vas a alzar la voz y exponerte a que te caiga la del pulpo, cuando quien tiene que defenderte no dice nada. Tenemos un chat de profesores, que sirve como desahogo. En su ámbito hacen lo que pueden para dar otro tipo de enseñanza. No se dejan manipular y creen en una escuela democrática, neutral y de calidad. A esos profesores no les puedes pedir que salgan a la luz pública y que defiendan lo que defienden, porque ponen en riesgo su puesto de trabajo. Algunos están en un claustro 50-50 entre claramente nacionalistas y otros que no lo son; pero hay otros que están en auténtica minoría: uno contra el resto. Hay tantas situaciones anormales en la escuela en Cataluña, de esa dejadez de años, que es una casa que hay que abrir las puertas, airearlas, limpiarlas y que se renueve. Y hay que empezar.

–El fin de la inmersión ya está aquí. Es lo que usted repite desde la sentencia del Tribunal Supremo. ¿Realmente es así? La Generalitat tiene poco menos de dos meses para ejecutarla.

–Calculo que la última semana de enero o principios de febrero. El fin de la inmersión está aquí. Está muerta. La mató la sentencia del TSJC en 2020 y el TS puso la guinda. Está muerta porque todos los ciudadanos son conscientes de que hay una sentencia que dice que se están vulnerando sus derechos lingüísticos. Ahora tienen esa información que no tenían antes, está asumida. Y eso es un camino en el que hemos avanzado mucho. Y eso al final, es el fin de la inmersión. Saber que es un sistema ilegal ya es algo importante para pedir que se cumplan tus derechos. El relato nacionalista está deshilachado ahora. Son los defensores del monolingüismo, no de la inmersión, porque son los que quieren que no se estudie nada en castellano. Están delante del espejo de la intolerancia, de la falta de pluralidad, al desnudo. Por eso la inmersión está muerta, porque se ha quedado desnuda. Y se ve quién mueve los hilos, como la Generalitat promovía la campaña contra la familia de Canet, por ejemplo. Es algo que no tiene vuelta atrás. La sentencia se va a cumplir. Por las buenas, o por las malas. El Gobierno de España tiene muy difícil hacer creer que no puede hacer nada y luego, los ciudadanos, que sabemos que tenemos ese derecho y podemos reclamar al tribunal para que se cumpla. Es un callejón sin salida, y no hay otra que cumplir la sentencia. ¿Habrá dificultades?, ¿se harán los remolones? y ¿habrá que vigilarlos? Seguro. Pero se normalizará la presencia del español en las escuelas. El presente y el futuro es otra escuela.

–Acabamos como empezamos, con una pregunta más personal. ¿Qué le dice su familia?

–Me sacrifico. Tengo mi trabajo, mi hija, mi familia. La acuestas y me pongo con el ordenador. Cada día dos horas. Los domingos por la tarde, sólo AEB. Y como yo, más gente, como José Domingo, Natalia, y otros miembros que hacen lo que pueden con las horas que tienen. O Rafa Arenas, Maribel, Carlos Silva, todos los que luchamos por cambiar la escuela lo hacemos a costa de nuestra vida personal. Claro que hay días amargos. Pero también piensas: si lo dejo yo, ¿quién me suple? A mi hija no le gusta que salga en los medios, y se enfada. Pero le digo que un día entenderá por qué lo hago. Sí entiende la causa, pero le fastidia que sea yo. Pero en general, en mi entorno tengo reconocimiento por lo que hago.