La crónica política
La desmovilización del PSOE en Castilla y León amenaza con agravar la derrota de Sánchez el 13-F
El presidente toca a rebato para que el partido se deje la piel por Tudanca después de lo que pasó con Gabilondo. Tiene ante sí un primer semestre de 2022 muy complicado en lo electoral
En el Comité Federal que el PSOE celebró el pasado viernes, a Ximo Puig se le escapó una medio confesión. «Nada está escrito», afirmó el barón valenciano ante sus compañeros, queriendo poner sordina a las encuestas que auguran una amplia victoria del popular Alfonso Fernández Mañueco el 13 de febrero.
Pero la realidad es que Pedro Sánchez y los socialistas encaran el primer semestre de 2022 con pesimismo ante una probable doble derrota electoral que determine el resto de la legislatura. Primero en Castilla y León y, a mediados de junio, en Andalucía.
Y la peor noticia para Pedro Sánchez es que no va a tener dónde esconderse. O detrás de quién, mejor dicho. En Castilla y León, Sánchez fue el autor intelectual de una moción de censura el pasado mes de marzo que acabó con el socialista Luis Tudanca herido de gravedad, si no directamente de muerte. En Andalucía, el presidente no ha parado hasta enviar a las galeras políticas a Susana Díaz y colocar en su lugar al hasta ahora alcalde de Sevilla, Juan Espadas.
El viernes, en ese Comité Federal, Sánchez le dijo a su barón castellano y leonés: «Luis, tienes a todo el PSOE contigo». Más que una afirmación, era una orden del jefe de filas socialista. En Ferraz temen que las malas perspectivas de Tudanca, y el hecho de que las elecciones del 23-F sean únicamente autonómicas y no municipales, provoquen una desmovilización de sus cuadros, desmotivados.
En otras palabras: que no se esmeren demasiado en hacer campaña, en unos comicios en los que todos los analistas prevén una baja participación de por sí. Eso es precisamente lo que pasó en las elecciones madrileñas. Hubo alcaldes del PSOE de Madrid que no movieron un dedo por Ángel Gabilondo. Y menos después de ver cómo la lista y la campaña se la hacían en La Moncloa.
Todos los analistas prevén una fuerte abstención en las elecciones de Castilla y León
El mensaje que traslada el equipo del presidente del Gobierno es el de siempre. Que Sánchez se va a implicar hasta el corvejón en la campaña de Tudanca. Pero, conforme avancen las fechas en el calendario, si los sondeos siguen siendo tan malos para el PSOECyL, el presidente irá poniendo distancia con la anunciada derrota.
Sirva como antecedente aquella desangelada comparecencia de Ángel Gabilondo en un hotel madrileño (ni siquiera en la sede) la noche del pasado 4 de mayo, sin un alma de la Ejecutiva de su partido. Y ni por esas consiguió Sánchez esquivar la metralla.
Ya es mala pata para éste que la ruleta electoral se reactive en una tierra donde los socialistas llevan casi 35 años sin romper el hechizo entre el PP y la ciudadanía. Tierra que el ahora jefe de Gabinete del presidente, Óscar López, conoce bien: él fue el antecesor de Luis Tudanca y candidato a la Junta en mayo de 2011.
En 2019 este último ganó las elecciones, como se encarga de recordar machaconamente. Pero el pacto entre el PP y Ciudadanos le privó del poder. En marzo de 2021 no dudó en aprovechar la relación amorosa del portavoz adjunto del PSOECyL en las Cortes, el leonés Diego Moreno, con la procuradora de Cs que después se pasó a los no adscritos, María Montero, para intentar reventar el grupo parlamentario de Cs y ganar la moción de censura.
Sin esperanza
Sánchez da por perdida Castilla y León, porque a la caída en picado del PSOECyL en estos algo más de dos años y medio se une la irrelevancia de Podemos, que ya en las últimas elecciones autonómicas quedó reducido a dos escaños.
Su única esperanza es que Fernández Mañueco no gane con la contundencia con que lo hizo Isabel Díaz Ayuso en mayo de 2021 y tenga que meter a Vox en su Gobierno, que perdería así su virginidad política.
Los socialistas creen que ésa puede ser su gran baza para las elecciones andaluzas que vendrán, previsiblemente, cuatro meses después. Nada le gustaría más a Sánchez que ver al PP gobernar con los de Santiago Abascal, como dejó caer el viernes cuando pidió a Pablo Casado que deje de ser «rehén de la ultraderecha».
Y en el entorno de Juanma Moreno sí que preocupa que la izquierda agite el espantajo de un gobierno del PP y Vox en contra del presidente andaluz.
En cualquier caso, este primer semestre de 2022 va a ser una reválida para Sánchez y un termómetro del estado de salud de su imagen. Fernández Mañueco ya entona el «sanchismo o futuro», en la línea de la campaña en la que Díaz Ayuso barrió de una tacada a Sánchez, Pablo Iglesias y Ángel Gabilondo.
Para sanar las heridas de aquella derrota electoral, el presidente indultó a los presos independentistas y operó a corazón abierto a su Gobierno, sometiéndolo a una profunda remodelación. A ver qué saca de la chistera esta vez.