Perfil
Cristina de Borbón, de una alta valoración de los españoles a la espiral de Urdangarin
Cristina de Borbón y Grecia nació en 1965. Bautizada en el Palacio de la Zarzuela, estudió en el colegio católico de Santa María del Camino de la capital y cursó Ciencias Políticas en la Complutense. De hecho, fue la primera de una Familia Real española en licenciarse en la Universidad.
Discreta y natural, también fue la que primero se «independizó». Más que una duquesa, título revocado por su imputación en el caso Nóos, ella quiso ser una joven de clase media. Y así actuó. Se instaló en Barcelona mientras se especializaba en Relaciones Internacionales. Comenzó su vida laboral en la Fundación Cultural La Caixa. Los ojos de la Infanta se fijaron entonces en un deportista, el regatista canario Fernando León.
Debilidad por los deportistas
Sin embargo, su gran amor fue Álvaro Bultó. Empresario, aventurero y deportista. Además, de buena cuna. Pertenecía a la burguesía catalana. Fuentes de la Casa Real confirman que contaba con el visto bueno del Rey, pero la relación no pudo ser. Él viajaba constantemente, ella no. Muchos años después, falleció practicando un deporte de alto riesgo en los Alpes Suizos. Tampoco cuajó con el waterpolista Jesús Rollán.
Entonces, apareció él. Un príncipe azul de cualidades físicas similares a los anteriores: alto, rubio y de profundos ojos azules. Año y medio después de conocer a Iñaki Urdangarin, la pareja se daba el sí quiero en la catedral de Barcelona. La Infanta granjeó a la monarquía española un aire más moderno con el matrimonio morganático. El nuevo estatus regio del zumarragano casaba mal con el balonmano y se aventuró en los negocios.
Sin apenas haber transcurrido una década del enlace matrimonial, el conde de Fontao, asesor del monarca, descubrió irregularidades contables en el Instituto Nóos. Tras el cierre urgente de las empresas de Urdangarin, Cristina de Borbón se instaló junto a su esposo a Washington en 2009. La tierra de por medio siempre es buena solución. Dos años después, el juez Castro imputó a Iñaki y el matrimonio intentó una separación temporal para salvaguardar el prestigio de la Corona.
En 2012 se anunció que ella iría al mallorquín Palacio de Marivent con sus hijas. Pero la lealtad a su matrimonio pesó más y permaneció junto a Iñaki en Barcelona. Un vaivén que se repetiría cuando la imputada fue la Infanta. Levantados los cargos, ella se marchó a Ginebra y se pretendió que él permaneciera en Barcelona para preparar su defensa. Pocos días después, el exdeportista y exempresario se instalaba en Suiza, desdiciendo a Zarzuela.
Al margen de la Familia Real
Imputada de nuevo en enero de 2014, a Doña Cristina le faltó el gesto de renunciar a sus derechos al trono. En un acto de lavado y transparencia de la Corona, Felipe VI la apartó de la Familia Real tras su proclamación como Rey en junio de ese mismo año. La historia truncada pudo ser peor. Su marido fue condenado a prisión por prevaricación, malversación y tráfico de influencias, entre otros delitos. Ella, no. Permaneció en Ginebra con sus hijos.
La luz al final del túnel pareció haber llegado con el tercer grado que Iñaki consiguió a principios del pasado año. Él se instaló en Vitoria con su madre, ella continuó en el país de los relojes y el chocolate.
Sin embargo, la caja de pandora se destapó hace apenas una semana, cuando se descubrió la relación extramarital de Urdangarin con una abogada de su despacho. El posterior comunicado de la pareja fue breve pero claro: «la relación matrimonial queda interrumpida de común acuerdo».
La hermana de Felipe VI, que llegó a ser el miembro de la Familia Real mejor valorado por los españoles, perdió su mal llamado palacio de Pedralbes, su ducado y su estatus regio. También a un marido a quien siempre fue leal, y que al final la ha dejado en la estacada.