Se impone la «vía Cs»
Yolanda Díaz y Podemos mascullan su venganza contra ERC: «Han ido a humillarnos»
El descuelgue de Esquerra de la reforma laboral es el que más ha dolido a los morados. La guerra de relatos está servida. Las consecuencias de la ruptura del «bloque Frankenstein», aún por ver
Salvo sorpresa de última hora, el Gobierno sacará adelante este jueves la convalidación del real decreto ley sobre la reforma laboral sin sus tres principales socios parlamentarios: ni ERC ni Bildu ni tampoco el PNV.
El descuelgue de Esquerra es el que más ha dolido a Yolanda Díaz y Unidas Podemos, con diferencia. «Negociar no es publicar dos tuits con mala leche y hacer cuatro llamaditas», señaló este miércoles la portavoz de los Comunes en el Congreso, Aina Vidal, quien reconocía abiertamente: «Estamos enfadados, no lo oculto. Es inaudito».
Tanto que este miércoles En Comú Podem amenazó con cobrarse la venganza contra el presidente de la Generalitat. Puesto que fueron ellos quienes salvaron los Presupuestos de Pere Aragonès cuando en noviembre la CUP se negó a apoyarlos, rompiendo así el bloque independentista.
En cualquier caso, en el grupo parlamentario de Unidas Podemos creen que ni ellos ni la ministra de Trabajo merecían este trato y anuncian un antes y un después en las relaciones con ERC. «Han ido a humillarnos», en palabras de una de sus diputadas, que recordaba cómo la semana pasada Díaz viajó a Barcelona para negociar y un día después se encontró con que ERC, Bildu, la CUP y el BNG le plantaron un ultimátum por escrito.
Los pasillos del Congreso fueron testigos mudos, este miércoles, del cruce de acusaciones entre los actores implicados, en una guerra de relatos a la que el PP y Vox asistían con entusiasmo.
La guerra de relatos
La mañana empezó con Gabriel Rufián quejándose del «trágala» al que el Gobierno quiere someter a ERC. «No se mueven en nada, ¡nada!». «Se han pasado de frenada quienes creían que iban a presentarnos algo como las tablas de Moisés», afirmó.
Poco después le replicó el portavoz del PSOE pidiendo a ERC que reflexionara si quiere «precarizar el empleo» o apostar por el «empleo de calidad». Felipe Sicilia empleó la munición de los datos del paro conocidos este miércoles, con un aumento de la contratación indefinida motivado por la conversión de contratos temporales.
Exactamente lo mismo que señaló Pedro Sánchez desde Dubái, donde celebró que el acuerdo entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos empiece a dar sus frutos en la serie estadística.
De vuelta en el Congreso, Yolanda Díaz se esforzaba por aparentar que aún había margen para un acuerdo: «Quedan 24 horas, hay tiempo». Pero para entonces, a media mañana, en su equipo ya empezaban a ponerse la venda antes de la más que previsible herida.
«No es un problema que Ciudadanos vote a favor», insistían estas fuentes por primera vez; cuando hasta hace nada la propia Díaz repudiaba a Inés Arrimadas y sus nueve votos. Porque decía que su reforma laboral es diametralmente opuesta a la mochila austriaca y todo lo demás que defiende Cs.
Yolanda Díaz, Félix Bolaños, Adriana Lastra, Héctor Gómez, Jaume Asens… el ir y venir de negociadores era constante. Pero no tanto para convencer a ERC, sino para terminar de amarrar los cuatro apoyos del PDeCAT y los dos de Unión del Pueblo Navarro. A última hora de la tarde, ambas formaciones anunciaron su voto favorable a la reforma laboral.
Desde el martes ya estaban en el «sí» los de Ciudadanos, Más País, Compromís, Coalición Canaria, Nueva Canarias, el Partido Regionalista de Cantabria y Teruel Existe.
«Esto recuerda a la investidura»
Como señaló un diputado de la coalición gubernamental a El Debate, lo más «lamentable» es que el Gobierno se vea obligado a pasar por estas estrecheces parlamentarias cuando hace dos meses los Presupuestos Generales de 2022 recibieron 188 votos. Es decir, 12 más que la mayoría absoluta. «Esto recuerda a la investidura, con la calculadora a cuestas», relató.
Queda la evaluación de daños a partir de la votación de este jueves
La sensación es que los socios habituales de Sánchez están esperando a que se confirme la ruptura en el panel de votación para evaluar los daños. Porque en el Gobierno apuntan y guardan. «A ustedes los avances les parecerán cortos, pero son mejor que ningún avance. Ustedes mañana van a votar lamentablemente con la derecha para perjudicar a los trabajadores y las trabajadoras de este país. Háganselo mirar», espetó el ministro Bolaños a los diputados de Bildu desde su escaño, muy molesto.
Los de Arnaldo Otegi, los más combativos contra el nuevo marco laboral (Bildu se manifestó el domingo junto a los sindicatos nacionalistas), ya han empezado a tender puentes para el día después. El diputado Oskar Matute afirmó que, aunque la votación del jueves deje una «herida», eso «no significa que haya una fractura definitiva». Y se comprometió a trabajar por rehacer el bloque de la investidura.
«El mundo no termina el jueves. Hay casi dos años de legislatura de hacer lo que probablemente el jueves no se pueda hacer», sostuvo el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, intentando hacer de 'casco azul' en medio de la batalla de las izquierdas.
¿Quién pierde más con el desmembramiento de la mayoría Frankenstein? La sociedad limitada ha sido rentable a todas las partes hasta ahora. Sánchez se ha apoyado en ERC, Bildu y el PNV para aprobar sus dos Presupuestos (de 2021 y 2022) y leyes como la de la eutanasia; y a cambio ellos han ido sacando prebendas de aquí y allá: en la Ley Audiovisual, respecto los presos de ETA, con la transferencia del ingreso mínimo vital al País Vasco…
Pero sus socios también le han dado disgustos de cuando en cuando. El Gobierno tiene empantanado en el Congreso un proyecto de ley tan medular como el de la Memoria Democrática, precisamente porque Rufián y el resto lo consideran insuficiente. Aunque lo de este jueves es otro nivel.