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Los cerebros de ETA tras el asesinato de Gregorio OrdóñezEl Debate

Causas Pendientes

La Audiencia Nacional prepara el 'Nüremberg' contra ETA

El órgano judicial trabaja para determinar la «función necesaria y decisiva» de los Comités Ejecutivos de la banda en sus acciones terroristas. Hasta la fecha, los miembros de las «cúpulas» nunca han respondido de las órdenes que dieron a los comandos

Las características estructurales de ETA «como organización jerarquizada y compartimentada, obtenidas del estudio a lo largo de los años de actividad de la banca terrorista, de las declaraciones policiales y judiciales de sus militantes con ocasión de su detención así como de la documentación intervenida a los comandos y estructuras de la propia Organización» serán el punto de partida en el que se apoye la Audiencia Nacional para abordar un futuro y eventual juicio a los cerebros de la banda armada.

Fue a finales de los años setenta y principios de los ochenta del siglo pasado cuando la banda terrorista quedó definida en cuanto a organización, estructura y principios de funcionamiento. Una organización operativa basada en el denominado «centrismo democrático» que instauró una «jerarquía basada en una rígida disciplina, que al amparo de la clandestinidad», se convirtió en una «férrea dictadura» de la Cúpula o Comité Ejecutivo –estructura dirigente «que se renueva por medio de la cooptación y formada por militantes de la banda terrorista con la condición de dirigentes», a su vez «responsables de los principales Aparatos de la banda que asumió «todas las funciones directivas» de tal manera que «no hay prácticamente nada que esa estructura dirigente» e «inmutable», «no controle, impulse o dirija».

Kindelán

Así, aunque los integrantes del Comité Ejecutivo de ETA no estuvieron «física y personalmente en cada uno de los movimientos, acciones, atentados terroristas, etc.» perpetrados por los miembros de la banda terrorista, sin embargo, «dentro del propio funcionamiento» de ésta, el Comité Ejecutivo era el «encargado de diseñar la estrategia» y de «dirigir todos los medios para conseguir llevarla a cabo».

Nada se hace, nada se mueve en ETA que no conozca y coordine, y en la mayoría de los casos autorice, el «Comité Ejecutivo» de la banda

Según los informe policiales, las declaraciones de los propios terroristas y los documentos incautados en registros y detenciones, «tanto los miembros del Comité Ejecutivo de ETA como el resto de su militancia» asumieron «la estructura y funcionamiento» de la banda terrorista como «algo natural, fruto de la clandestinidad, con un amplio consenso sobre la conveniencia de actuar a partir de directrices aprobadas por los componentes de la Cúpula a quienes se debe obediencia por su mayor nivel de conciencia y compromiso para la lucha y sobre todo por una especie de aureola de superioridad con la que se dotan» fruto del «propio carácter terrorista de la banda».

Todo militante tiene un responsable y sabe de la existencia del Comité Ejecutivo. De este modo, el militante acata lo ordenado por su responsable no por el mero hecho de haberlo decidido el mismo sino por ser éste un mero eslabón de la cadena de comunicación de la Cúpula con cada uno de los militantes de ETA. Y toda Cúpula ha diseñado, en cada momento, la estrategia a seguir por el conjunto de la Organización Terrorista y «ha controlado, supervisado e impulsado la actividad terrorista de sus estructuras clandestinas y sus comandos de acción».

Un informe de la Jefatura de Información de la Guardia Civil, fechado en 2015, concluyó que «los miembros del Comité Ejecutivo de ETA llevaban a cabo el diseño de la estrategia general a seguir por toda la organización terrorista y que, a su vez, coordinaban lo que de ellos individualmente dependía directamente». Mientras que «todos los comandos de acción y Aparatos quedaban reducidos a la condición de un mero instrumento de una Cúpula directiva» –el Comité Ejecutivo– que «decidía qué había que hacer, cuándo hacerlo y cómo había que hacerlo; y los comandos materializaban las instrucciones que desde la Dirección» de la banda terrorista «se les hacían llegar».

Unas conclusiones determinantes para las pesquisas que mantienen abiertas los magistrados Alejandro Abascal y Santiago Pedraz, en la Audiencia Nacional, en base a la teoría de la «vía de la autoría mediata». Una tesis que Dignidad y Justicia puso sobre la mesa del tribunal, en 2013, que fue reconocido en el primer auto de procesamiento contra los jefes etarras, en 2015, por crímenes de lesa humanidad y que bebe de las mismos principios jurídicos por los que fueron condenados los dirigentes nazis, en los juicios de Núremberg, en los que se declaró culpables a varios de los acusados de delitos de guerra y de delitos contra la humanidad, por haber dado órdenes que originaron actos atroces, aunque ellos mismos no las cometieron.

Las confesiones que lo confirman

El etarra Valentín Lasarte, condenado por el asesinato del concejal del PP Gregorio Ordóñez, fue uno de los primeros terroristas en confirmar «una de las formas utilizadas tradicionalmente en ETA para contactar entre el responsable del comando (o talde) y los integrantes de los mismos»: las denominadas «citas orgánicas».

En dichos encuentros el «responsable del comando impartía a los integrantes de los comandos las directrices emanadas de la Dirección de la banda terrorista (su cúpula o Comité Ejecutivo), les transmitía las órdenes e instrucciones a seguir en función de la estrategia diseñada por el Comité Ejecutivo de la Organización y, también, concertaba con ellos los lugares, días y horas en que les serían suministrados armas, explosivos, dinero, documentos falsos y cuantos efectos necesitasen para llevar a cabo sus acciones terroristas».

El análisis de la agenda y la documentación incautada a Josu Arcauz Arana, alias Josu de Mondragon, con motivo de su detención, confirmó que el Comité Ejecutivo «era la estructura directiva de la banda terrorista ETA, que en la sucesión en los distintos puestos del mismo se producía por la detención de sus miembros, ocupando el puesto que otro que se incorporaría a partir de ese momento (...) si no formaba parte antes del mismo, y que éste órgano se encargaba de controlar y dirigir toda la actividad de la banda terrorista a través de una red de enlaces encargados de transmitir sus directrices».

Cuando los militantes dicen estar preparados para cometer un atentado, piden autorización, y el Comité Ejecutivo decide la oportunidad de los comandosPedro José Picabea Ugalde, alias Larrun, jefe del Aparato de Legales de ETA, en 1994

El propio Antonio López Ruiz, alias 'Kubati', detenido en Tolosa (Guipúzcoa), el 25 de noviembre de 1987, como integrante del comando Goiherri-Kosta declaró ante la Guardia Civil cómo «recibieron las órdenes e instrucciones precisas para llevar a cabo el asesinato de la histórica militante de la banda María Dolores 'Yoyes' González Catarain, el 10 de septiembre de 1986 en Villafranca de Ordicia». En Francia se les dieron instrucciones «de Santi Potros» para que en el caso de localizarla «lo comunicaran a la Organización para que la dirección autorizase si lo creía conveniente su ejecución. Que siguiendo estas instrucciones y suponiendo que iba a acudir a las fiestas de Villafranca piden permiso» y se «les da luz verde».

Hechos probados

La Audiencia Nacional –Sentencia 34/1998, de la Sección Tercera de la Sala de lo Penal sobre el comando Bizkaia, desarticulado en noviembre de 1994– dio como «hechos probados» cómo «los procesados Joseba Koldo Martín Carmona y Lourdes Churruca Madinabeitia tenían previsto realizar atentados contra personas, siguiendo las directrices que al respecto les marcara la Dirección de la organización ETA».

A tal efecto «elaboraron suficiente información como para constituirlas en objetivos de atentados y la trasladaron a la Dirección de la organización, a fin de que dicha Dirección eligiera a las víctimas futuras ordenando actuar contra ellas». En el mes de noviembre de 1993, ambos «recibieron de la Dirección de la organización ETA la orden de acabar con la vida del Consejero de Interior del Gobierno Vasco, Ilmo. Sr. D. Juan María Atutxa».