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Alfonso Fernández Mañueco celebrando su victoria

Alfonso Fernández Mañueco celebrando su victoriaEfe

Otro día negro para el sanchismo

Sánchez y sus socios suman otra derrota ante el avance imparable del PP y Vox

El presidente empieza a ser corrosivo para las siglas del PSOE, lo que provoca temblores entre sus barones. Los populares se marcan una línea roja: quieren un gobierno en solitario

El 3 de febrero, el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos estuvo a punto de implosionar por culpa de una votación envenenada que acabó salvando por el error de un diputado del PP, el ya célebre Alberto Casero.

Diez días después, el 13 de febrero, las urnas de Castilla y León han dado un nuevo aviso a Pedro Sánchez y sus socios morados. Ni los mil millones de euros de ayudas para el campo aprobadas por el Consejo de Ministros cinco días antes de las elecciones han aplacado el ánimo de los castellanos y leoneses, que han hablado claro. Han votado claro.

El PSOE ha perdido siete escaños, casi cinco puntos y 118.000 votos apenas tres años después de ganar las elecciones en 2019. Unidas Podemos ha quedado en el chasis, en un escaño de los dos que tenía. En total, la sociedad limitada de socialistas y morados se ha dejado en la gatera ocho escaños.

De hecho, la enorme derrota de la izquierda ha sacado lustre a la victoria modesta de Alfonso Fernández Mañueco. Porque el popular ha obtenido por sí mismo dos escaños más que la suma del PSOE y Unidas Podemos, y ése es un dato que pesará en la balanza a la hora de la negociación entre el PP y Vox.

Aunque Luis Tudanca compareció en Valladolid para asumir las culpas, cargar con la pesada cruz de la derrota e insinuar su marcha, el mensaje de los castellanos y leoneses tiene otro destinatario que estaba a esa hora en el Palacio de La Moncloa.

Luis Tudanca tratando de encajar la derrota

Luis Tudanca tratando de encajar la derrotaEfe

Ni siquiera en Ferraz, donde siguieron el escrutinio la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, y el secretario de Organización, Santos Cerdán. Este último, por cierto, uno de los máximos responsables de la ruinosa moción de censura en Murcia y también de la negociación con UPN sobre la reforma laboral, contra la que acabaron rebelándose lo s dos diputados navarros.

Sánchez, de derrota en derrota

Desde el verano de 2020, el sanchismo ha sido sorpassado por el BNG en Galicia, por Más Madrid en la Comunidad de Madrid y por Bildu en el País Vasco. En todas es ya tercera fuerza parlamentaria y no segunda. A lo que se suma la irrelevancia del socialista Salvador Illa como líder de la oposición en el Parlament.

Sánchez empieza a ser corrosivo para las siglas del PSOE. Si quedaba algún barón territorial por darse cuenta, este 13-F fue la prueba del algodón. Y lo que es más. Al menos sobre el papel, habrá elecciones andaluzas, valencianas, municipales y autonómicas -por este orden- antes que las generales.

El miedo de esos barones está más que justificado, y no hay que menospreciar los efectos que puede tener intramuros de Ferraz: en abril de 2011, la presión de los presidentes regionales del PSOE obligó a José Luis Rodríguez Zapatero a anunciar que no volvería a presentarse a las elecciones generales semanas antes de que se celebraran las municipales y autonómicas de mayo de ese año. Tal era el miedo de que Zapatero fuera un lastre (que lo fue de todas formas).

El «cambio de ciclo»

«El cambio de ciclo es imparable», se felicitaron Pablo Casado y el resto de la dirección nacional del PP este domingo. En Génova 13 no hubo nada de autocrítica, a pesar de que la candidatura de Alfonso Fernández Mañueco no ha sabido atraerse el voto de Ciudadanos (de hecho, aunque ha ganado dos escaños ha perdido más de 55.000 votos) y tiene enfrente a un Vox muy crecido.

Tanto es así que Santiago Abascal dio un giro de 180 grados en su estrategia y esta misma noche electoral anunció la intención de su partido de entrar en el gobierno regional, para entusiasmo de sus seguidores. «Vox tiene el derecho y el deber de formar gobierno en Castilla y León. No exigiremos ni más ni menos de lo que nos corresponde», sostuvo.

Abascal y García-Gallardo celebrando la victoria

Abascal y García-Gallardo celebrando la victoriaEfe

Sin embargo, el PP solo contempla la opción de un gobierno en solitario, como se encargaron de afirmar tanto Fernández Mañueco desde Valladolid como Teodoro García Egea desde Madrid. El secretario general del PP le recordó a Vox, sutilmente, que hay más puertas a las que llamar: las de Soria YA!, UPL y Por Ávila, que suman siete escaños. Insuficientes para la mayoría absoluta, pero suficientes para obligar a Juan García-Gallardo y los otros 12 procuradores de Vox a retratarse en la investidura. Con esa baza cuenta el PP.

Los populares sostienen que un gobierno del PP y Vox es lo que más le gustaría a Sánchez, y que no van a darle ese gusto bajo ningún concepto. Menos aún cuando a la vuelta de la esquina esperan las elecciones andaluzas (aún sin fecha). Juanma Moreno está convencido de que, una coalición en Castilla y León, sería el arma arrojadiza perfecta de la izquierda contra él.

La reunificación que no será

Aparte de la profunda crisis del sanchismo, estas elecciones dejan otra conclusión en el bloque de centro derecha. La reunificación en torno a las siglas del PP está muy lejos de conseguirse.

El PP ha podido con Cs, como demuestra elección tras elección, pero no con Vox. Sus constantes apelaciones al voto útil y a la concentración del voto caen en el saco roto del electorado de Vox. Así pues, ambas formaciones están condenadas a entenderse. Así lo quieren sus votantes, primos hermanos.

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