Esperando su dimisión
El triste final de Casado: abrió los ojos y rompió con Egea cuando ya era tarde
El todavía presidente del PP se dio cuenta de que las acciones de su secretario general le habían colocado una soga al cuello. Pero se dio cuenta cuando ya estaba ahorcado
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El 23 de febrero de 2022 será el día en que Pablo Casado oficialice el fin de su etapa al frente del Partido Popular. Cautivo y desarmado después de seis días de autodefensa numantina. Abatido y solo. Así lo dan por hecho los presidentes regionales del partido, todos.
A Mariano Rajoy lo echó una moción de censura liderada por un líder del PSOE que había vuelto de entre los muertos políticos. A su sucesor, una rebelión interna nunca antes vista en el PP. Algunos veteranos recordaban este martes en el Congreso que algo une a ambos: los dos se resistieron a su suerte. Rajoy se negó a dimitir cuando Pedro Sánchez le ofreció esa salida porque decía que él no había hecho nada malo. Casado ha venido utilizando el mismo argumento con los suyos. Y al final, la realidad. Implacable y tozuda.
El desgarro
La ruptura entre Pablo Casado y Teodoro García Egea que se produjo este martes por la tarde fue absolutamente desgarradora. Al final, el todavía presidente del PP se dio cuenta de que las acciones de su secretario general le habían colocado una soga al cuello. Pero se dio cuenta cuando ya estaba ahorcado. Ni siquiera fue el presidente quien destituyó al secretario general, no podía después de haber unido sus destinos. Simplemente esperó a que su número dos se diera por vencido. Y así fue, por la tarde.
Lo que hizo abrir definitivamente los ojos a Casado respecto a García Egea fue el comunicado firmado por la dirección del grupo parlamentario en el Congreso y colgado en las redes sociales por la mañana. En él, los firmantes, gente de su confianza como Guillermo Mariscal, Adolfo Suárez Illana y José Ignacio Echániz, pedían la «destitución inmediata» de Teodoro García Egea. Y culpaban al secretario general del «proceso de fragmentación interna» por «actuaciones que nunca deberían haberse producido».
«Si se lo decimos es precisamente porque le queremos. Teodoro lleva tiempo actuando a sus espaldas. No es solo lo de Ayuso. Es todo», señaló uno de ellos a El Debate. Echániz, por ejemplo, fue uno de los que en junio de 2018 llevaba las cajas repletas de avales para Casado a Génova 13 cuando decidió presentarse a las primarias.
Reventaron ellos y otros muchos diputados, senadores, presidentes provinciales y demás cargos territoriales que el lunes vivieron en carne propia la «extorsión» –así la definen– de García Egea. El secretario general convenció a Casado para resistir y reclutar un ejército con el que plantar batalla al tándem formado por Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso. Pensando que el presidente gallego recularía si veía que tenía que enfrentarse a unas primarias.
García Egea hizo llamadas a la desesperada, encastillado, desafiante. Soberbio. Cuentan que muchos fueron a Génova 13 engañados, otros obligados. Algunos, directamente, se negaron, como desveló este diario. Hubo amenazas, presiones, gritos.
Y todo para nada, porque el martes el motín arrasó con todo a su paso. Desde la dirección nacional, con las bajas en cadena de Belén Hoyo, José Luis Martínez-Almeida y Andrea Levy, a los grupos parlamentarios, pasando por todos los territorios. No quedó un solo palmo de partido sin sumarse al levantamiento.
Las ganas que muchos le tenían desde hace tiempo al secretario general actuaron como gasolina. Los métodos de García Egea siempre han sido muy polémicos en el partido. Manu militari, el número dos del partido ha dejado a su paso muchos cadáveres políticos para poner a su gente. Y, a la hora de la verdad, su gente ha resultado no serlo.
Casado está devastado y cree que no merece este ensañamiento
Casado está devastado. Apenas flanqueado por su vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos, y su directora de Comunicación, María Pelayo, ambos fieles a su jefe hasta las últimas consecuencias. También han permanecido junto a él, leales hasta el final, su jefe de Gabinete, Diego Sanjuanbenito, y el director de la asesoría del grupo parlamentario popular en el Congreso, José Sánchez Arce.
Está intentando digerir aún los acontecimientos de la última semana. Cree que no merece este ensañamiento. «Yo no le voy a escupir», señaló gráficamente la presidenta de Nuevas Generaciones, Beatriz Fanjul, en una conversación informal con periodistas en el Congreso.
Entretanto, la atención de la primera hora estará en la sesión de control al Gobierno en el Congreso. Y en si finalmente Casado acudirá, puesto que en teoría debe formular una pregunta a Pedro Sánchez. Le han aconsejado que no vaya, pero él tendrá la última palabra.
Los diputados populares, sobre todo los que tienen preguntan, se temen qué actitud van a encontrar en los miembros del Gobierno de coalición: si serán condescendientes con su profundísima crisis o serán inmisericordes. Aunque las mayores heridas se las han hecho los propios populares.