La ironía del entorno de Ayuso desde el campo del Atleti mientras Casado buscaba la prórroga

A las siete de la tarde en la puerta de Génova 13 no cabía un alfiler. Cámaras y periodistas esperaban la llegada de los presidentes autonómicos del Partido Popular. Declaración tras declaración la consigna era clara: los barones querían y quieren a Alberto Núñez Feijóo al frente.

Tras el ajetreo inicial, horas de reunión en una calma tensa –y aburrida– que preveía lo que finalmente fue: un comunicado conjunto en el que el partido decidía, tras una semana de críticas feroces, que Pablo Casado merecía una salida dulce. El presidente popular no tendrá que dimitir. Se evita así que los militantes de la formación retengan en su memoria la imagen de un líder empujado a dejar su puesto.

Mientras, los pasillos de la sede popular parecían desérticos. Nadie de la formación reunió a los periodistas para comentar cómo iban. «Nosotros no sabemos nada, estamos en el despacho de Pablo Montesinos», aseguraban los jefes de gabinete. La única irrupción fue para desmentir todo lo que los medios de comunicación estaban publicando. No se conocían los tiempos del encuentro, ni lo que allí se estaba comentando. O al menos, no a ciencia cierta.

Y mientras, fuentes del entorno de la no invitada Ayuso ironizaban: «Dado que el PP de Madrid está representando en la reunión con el sr. Casado esta noche por don Pío García Escudero, elegido por amplia mayoría de los afiliados y ganador de distintas elecciones, la presidenta ha decidido ir al Wanda a apoyar al Atlético de Madrid».

El partido acababa y populares y periodistas continuaban en Génova. No ha sido hasta la una y cuarto de la madrugada cuando Pablo Montesinos aparecía en la sala de prensa para comunicar que la reunión había finalizado. Tras una entrega veloz del documento que ponía negro sobre blanco el acuerdo entre Casado y sus barones, el equipo de comunicación recalcaba: Casado le había pedido a Feijóo que se presentase a candidato para presidir el Partido Popular.

Será en abril cuando Casado, sin dimitir, entregue el testigo a Feijóo. O no. Porque últimamente, ya no se sabe.