In crescendo
Tres claves del discurso de Abascal tras la crisis del PP
El presidente de Vox marca la directriz a su partido de mostrar respeto a su posible socio de gobierno, a sus votantes, y a la estabilidad del país
En medio de una de las peores crisis recordadas por el Partido Popular y a tan solo 48 horas de que su representante en Castilla y León comenzara las negociaciones para entrar en su primer gobierno, Santiago Abascal ofrecía su primera rueda de prensa del año. La afluencia de los medios, dentro de los permitidos, era máxima. El silencio, sepulcral. Los periodistas escuchaban a la presidenta madrileña que intervenía minutos antes de que lo hiciera el presidente de Vox. El vasco esperó a que Díaz Ayuso hubiera acabado. Las palabras de Abascal quizás sean recordadas como aquellas en las que se presentó como un auténtico líder de la oposición.
Fuentes de Vox lo confirmaron a este medio. La orden para los próximos meses es muy clara: respeto y, ante todo, oposición real. Estas son las directrices que el propio presidente de la formación política se aplicó el pasado lunes. Las claves concretas, a continuación.
Oposición real
Santiago Abascal comenzó su intervención en la sede del partido recordando la traición del Gobierno a sus propios votantes por haber pactado con «los herederos del terrorismo y con separatistas».
Además, aludió a los problemas reales de los ciudadanos: el desempleo juvenil, el Producto Interior hundido, una deuda e inflación desbocada y una presión fiscal elevada. Por no hablar de las facturas de luz, el gas, la gasolina o las cuotas de autónomo. En apenas diez minutos, el vasco se había enfundado el sombrero abandonado por Pablo Casado: el de líder de la oposición.
Respeto a los votantes
Fue claro. A Vox sólo le interesa el sorpasso al PSOE y conformar una mayoría suficiente para expulsar a Sánchez. Según confirman fuentes de la dirección de Vox a este medio, la formación tiene claro que a fecha presente no suma con otras fuerzas políticas para sacar a Pedro Sánchez del Ejecutivo. Sí que puede y sabe que debe luchar por evitar abstenciones entre los votantes de centroderecha.
El líder de Vox no ofenderá al voto útil. Así lo dijo en campaña castellano y leonesa, a este medio y en el discurso disruptivo del pasado lunes: «No vamos a tener la tentación de llamar a todos aquellos a los que respetamos y no coinciden con nosotros. Deseamos que puedan votar a partidos fuertes para que exista esa alternativa a Sánchez». Lo de hacerse la hermana difícil no es nuevo de ahora. En honor a la verdad, Vox nunca ha engañado a su elector.
No vamos a llamar a los que no coinciden con nosotros. Deseamos que puedan votar a partidos fuertes para que exista esa alternativa a Sánchez
Estabilidad
Presentó una moción de censura a la gestión de la pandemia de Sánchez y volvería a hacerlo, pero no ahora. En rueda de prensa y en corrillo privado, Santiago Abascal admitió que no es el momento de utilizar la herramienta constitucional. Su principal socio para un futuro gobierno de coalición se encuentra en plena catarsis. El vasco lamentó las «cazas de brujas» vividas los últimos días en el PP. Bajo su punto de vista, tanto Génova como Ferraz parecen haber convertido las garantías del Estado de derecho en papel mojado, en referencia a unas presuntas filtraciones de los datos personales del hermano de la presidenta madrileña.
A las puertas de entrar en un gobierno autonómico, Vox mira con prudencia el bosque, sin que se lo impida el árbol. Las encuestas siguen sin convencerles. Ni siquiera las de los medios generalistas, según confirman.
Negociaciones en Castilla y León
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En el caso del CIS, sobras las palabras. Máxime con la subida de procuradores que, de una semana para otra, les dio Tezanos en los recientes comicios castellanoleonesas. De hecho, el pasado miércoles volvieron a querellarse contra el santanderino. Quizás esta vez sí, le sienten en el banquillo.
Los matices del discurso de Abascal del pasado lunes se erigen como una forma llamativa de hacer política frente al resto de las formaciones: con contundencia y sin engañar. Y aunque a muchos les duela: siempre dentro del orden constitucional, con la batalla judicial.