El escenario más previsible
Feijóo y Mañueco preparan el terreno para el primer Gobierno entre PP y Vox
El presidente de Castilla y León y el futuro líder del PP se reparten los papeles: Mañueco se encargará en exclusiva de cerrar el acuerdo, sin tutelas, y Feijóo del «relato»
Alberto Núñez Feijóo lo ha dicho por activa y por pasiva, la última vez este mismo jueves: no piensa entrometerse en las negociaciones lideradas por Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León para ser investido presidente. No va a tutelar a su compañero de filas.
«El presidente Mañueco asume la responsabilidad en el ámbito de sus competencias. Un presidente autonómico ha de garantizar la estabilidad, y o hay gobierno o hay nuevas elecciones», señaló durante una comparecencia.
Feijóo le ha garantizado también en privado a Mañueco que suya y solo suya será la decisión de pactar con Vox un Gobierno de coalición. Lo cual ya supone un cambio sustancial respecto a Pablo Casado, que dos días después de las elecciones del 13 de febrero, y delante del Comité Ejecutivo Nacional del PP, puso como línea roja la no entrada de Vox en la Junta castellano y leonesa. Para enfado de Mañueco, que asistió a aquella reunión.
Aunque parezca que van al ralentí, las negociaciones en Castilla y León avanzan más de lo que parece. Lejos de los focos, eso sí. La disposición es buena por ambas partes.
Uno y otro, Mañueco y Feijóo, van preparando el terreno para el desenlace más probable: la llegada de Vox, por primera vez, a un Ejecutivo presidido por el PP. Juntos sumarían 44 escaños (31 del PP y 13 de Vox), tres más de la mayoría absoluta.
El presidente gallego marcó el paso a su partido en una entrevista en COPE, en la que fue preparando el terreno para contrarrestar la más que previsible campaña de la izquierda en contra una vez que sedimente el acuerdo en Valladolid. «La izquierda no está legitimada para hacer campaña porque otro partido haga coalición con otro partido. Para hacerlo tendría que dar ejemplo. Pero el partido sanchista no está para dar lecciones», señaló en alusión a sus pactos con Bildu y ERC.
Antes o después
Es evidente que Feijóo preferiría no empezar su etapa en el PP teniendo que bendecir un matrimonio con el partido de Santiago Abascal en Castilla y León, pero los populares admiten que antes o después este momento tenía que llegar y que su electorado está más que hecho a la idea. Además, confían en que el repunte en las encuestas que provocará la llegada del «deseado» Feijóo sirva para amortiguar el ruido.
Su objetivo es, sobre todo, lograr un buen pacto que no afecte a varios pilares: la igualdad entre hombres y mujeres, la defensa de la Constitución y del Estado de las Autonomías y el europeísmo. Después intentarán dominar el relato y hacer un buen «control de daños» frente a la ofensiva de Pedro Sánchez y sus socios.
Sobre los efectos colaterales que pueda tener una coalición en Castilla y León en la campaña en Andalucía, algo que preocupa al equipo de Juanma Moreno, la realidad es que el andaluz fue el primero en pactar con Vox: el partido votó a favor de su investidura en enero de 2019, y luego le aprobó tres presupuestos (el último, el de 2022, ya no).
Primero el programa
Con el paso de los días, en el PPCyL han constatado que los de Santiago Abascal no van de farol cuando afirman que votarán en contra de la investidura de Mañueco si éste no accede a compartir el Gobierno de manera proporcional. Y ello abocaría a nuevas elecciones, dado que la abstención del PSOE de Luis Tudanca es algo que tienen absolutamente descartado los populares. Que tampoco quieren una repetición electoral, bajo ningún concepto.
«Ahora la clave está en discutir el programa, pactar qué queremos hacer. Luego ya vendrán las consejerías», señalan a El Debate fuentes del PPCyL al tanto de las negociaciones. Éstas, más allá de la escenificación, están yendo razonablemente bien con los de Juan García-Gallardo.
Mañueco salió escaldado de su coalición con Ciudadanos
El miedo de los populares de Castilla y León no es tanto gobernar con Vox, sino la «mala experiencia» que les dejó la coalición con Ciudadanos, que Mañueco rompió de forma abrupta en diciembre. Afirman que aquello era «un gobierno dentro del gobierno», que Francisco Igea iba por libre y que incluso ocultaba información al presidente.
La primera prueba, pero no concluyente
El jueves 10 de marzo se constituyen las Cortes de Castilla y León y, con ellas, la Mesa, compuesta por un presidente, dos vicepresidentes y tres secretarios. Se supone que lo que salga de ahí será definitorio del futuro pacto entre el PP y Vox, puesto que la legislatura pasada Mañueco cedió la Presidencia de las Cortes a Ciudadanos para después encarrilar el acuerdo de gobierno.
Vox ha pedido públicamente la Presidencia. Sin embargo, sotto voce fuentes del partido consultadas por este periódico reconocen que para ellos la Mesa es secundaria porque es «un órgano funcionarial, no político». Así que no van a batallar en exceso. Su objetivo irrenunciable sigue siendo estar en la Junta.
De hecho, hay posibilidades de que Vox se quede fuera de la Mesa: a diferencia de lo que ocurre con la investidura, para alcanzar un acuerdo por la Mesa el PP sí puede prescindir de Vox y sumar con Soria YA! Otra cosa es que a Mañueco no le interese.