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SánchezLu Tolstova

La hipocresía socialista

El PSOE sella dos nuevos pactos con Bildu y ERC mientras demoniza el de Mañueco y Vox

Los socialistas salen en tromba contra el PP y Feijóo por permitir la llegada del partido de Abascal al Gobierno de Castilla y León. Pero son presos de sus propias alianzas

El PSOE hasta tenía preparado el hashtag. Lo llamaría #PactodelaVergüenza. Una vez que se confirmó el acuerdo de gobierno entre el PP y Vox en Castilla y León, los socialistas salieron en tromba.

Primero Luis Tudanca en Valladolid, desde las Cortes; después Adriana Lastra en el Congreso y más tarde todos los demás. La presidenta de los socialistas europeos, la eurodiputada Iratxe García, también se unió hablando de un «pacto vergonzoso».

Salieron no tanto contra Alfonso Fernández Mañueco, sino contra Alberto Núñez Feijóo. A pesar de que el presidente castellano y leonés ha tenido plena autonomía en sus negociaciones con Vox, rápidamente se vio la estrategia de los socialistas: elevar el tiro al futuro presidente del PP, al que aún le quedan tres semanas para asumir formalmente las riendas del partido.

«La extrema derecha vuelve a un gobierno 40 años después de la mano de Feijóo», señaló la vicesecretaria general del PSOE en el patio del Congreso. Mientras, unos metros más allá, dentro del hemiciclo, la ministra de Transportes volvía a apelar a las «fuerzas progresistas» para pactar la Ley de Vivienda. Es decir, al bloque Frankenstein. O lo que es lo mismo: a ERC y Bildu.

Son precisamente los pactos de Pedro Sánchez con independentistas catalanes y vascos los que están esgrimiendo los populares para defenderse de las embestidas del PSOE. A los presos de uno –de ERC–, el Gobierno los indultó. A los del otro –Bildu– los ha acercado a las cárceles vascas. Y también dejado en manos del PNV, puesto que desde el pasado 1 de octubre el País Vasco tiene transferidas las competencias en materia penitenciaria.

Este mismo jueves, ERC y Bildu respaldaron a Sánchez en dos votaciones importantes

En el pleno de este jueves en el Congreso, sin ir más lejos, ERC y Bildu respaldaron a los socialistas en dos votaciones importantes: una para tumbar las enmiendas de devolución presentadas contra la Ley de Vivienda; otra para encomendar al Defensor del Pueblo una comisión que elabore un informe sobre las denuncias por abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia. Esta última no pensaban apoyarla y al final cambiaron de idea.

El propio Núñez Feijóo culpó este jueves al PSOE de no dejar otra opción a Mañueco, puesto que los procuradores socialistas pudieron haberse abstenido para dejar gobernar al PP en solitario. No lo hicieron, ni tan siquiera se les pasó por la cabeza a los de Tudanca.

El «fuego amigo»

En el PP daban por descontado que los socialistas se lanzarían en plancha en cuanto cristalizara el pacto en Castilla y León. Con lo que no podían contar era con el fuego amigo del presidente del Partido Popular europeo, Donald Tusk, que lamentó la coalición con Vox: «Para mí ha sido una triste sorpresa. Pablo Casado era una garantía personal de mantener al Partido Popular en el centro derecha evitando este tipo de coqueteos con los radicales, con movimientos de extrema derecha como Vox», señaló en el marco de una reunión de los líderes del PPE en la que también participaba Pablo Casado para despedirse de sus colegas.

Tusk quiso tener una deferencia hacia Casado por su marcha, pero a cambio dio munición a los socialistas. «Muy mal estreno de Feijóo abriendo de par en par las puertas a la ultraderecha», señaló la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez. «Me parece absolutamente preocupante y lo más opuesto a la moderación este supuesto ciclo que Feijóo quiere o nos está anunciando», añadió el ministro Fernando Grande-Marlaska poco después.

El objetivo del PSOE no es solo Feijóo, sino también Juanma Moreno, puesto que el andaluz será el próximo en pasar por las urnas. El líder de los socialistas andaluces, Juan Espadas, pidió al presidente regional que sea «sincero» con los andaluces. «Que les diga a los andaluces que él haría lo mismo que el señor Mañueco, porque cuando dentro de unos meses vayamos a unas elecciones en Andalucía es muy importante saber cuál es la alternativa», sostuvo en un vídeo colgado en Twitter.

Desde Andalucía, el entorno de Moreno se apresuró a circunscribir el pacto a Castilla y León, sin querer adelantar acontecimientos. «Somos comunidades distintas, que tienen situaciones diferentes. Andalucía tiene sus propias circunstancias políticas», señalaron fuentes del equipo del andaluz a El Debate.

El ojo de La Moncloa

El de Mañueco y García-Gallardo va a ser un Gobierno bajo el constante escrutinio de La Moncloa. Ya se lo advirtió la portavoz de Sánchez dos días después de las elecciones del 13 de febrero. Entonces, Isabel Rodríguez aprovechó la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros para avisarle de que no le quitaría el ojo de encima si pactaba con Vox, como así ha ocurrido. «Vamos a estar muy atentos para que no haya un solo retroceso en materia de derechos y libertades, sobre todo de las mujeres», dijo entonces.

En Murcia, el Ministerio de Educación recurrió por la vía contencioso-administrativa el pin parental ante el Tribunal Superior de Justicia de Murcia. «Haremos eso y todo lo que esté en nuestra mano», advierten desde el Ejecutivo central. En ese «todo» apuntan también al Tribunal Constitucional.