El postpacto
Feijóo, Casado y Mañueco se enredan en una disputa interna por el pacto con Vox
El gallego intenta desvincularse del acuerdo y el aún presidente del partido piensa que se lo están queriendo endosar a él y no está dispuesto. Entre ambos, el barón castellano y leonés
El PP se ha enredado en una guerra de relatos y culpas por el pacto de gobierno con Vox en Castilla y León que ha elevado el ruido interno en plena campaña de Alberto Núñez Feijóo hacia la Presidencia de la formación. En pocas palabras: al PP se le ha hecho bola el pacto al masticarlo, lo que están aprovechando los socialistas.
Los rescoldos del incendio que se llevó por delante a Pablo Casado y Teodoro García Egea están tan calientes aún que cualquier chispazo aviva las llamas. Y una coalición con los de Santiago Abascal, la primera en la historia, es más que un chispazo.
Grosso modo, Feijóo intenta desvincularse del acuerdo y Casado piensa que se lo están queriendo endosar a él y no está dispuesto. Entre ambos, Alfonso Fernández Mañueco está molesto con que su partido no cierre filas con un pacto que en el PPCyL consideran inevitable: era eso o ir a una repetición electoral de la que probablemente los populares habrían salido muy mal parados.
La polémica se inició a cuenta de los supuestos comentarios que el todavía presidente del PP hizo el jueves en una reunión con los líderes del Partido Popular Europeo y que su entorno niega a El Debate en los términos que trascendieron.
Casado afirma que únicamente se despidió de sus colegas del PPE, alabó a Alberto Núñez Feijóo y reiteró que siempre basó su política en dos máximas: intentar no pactar con los populistas (en alusión a Vox) y la ejemplaridad. Que es, señalan las mismas fuentes, lo mismo que dijo ante el Comité Ejecutivo Nacional de su partido y ante la última Junta Directiva Nacional. «No habló ni de Mañueco ni tampoco de Ayuso», insisten.
Pero el hecho de que tras ese encuentro en Bruselas el presidente del PPE, Donald Tusk, cargara públicamente contra el pacto con Vox y sostuviera que con Casado no habría pasado, lo enmarañó todo.
Desde el PP, algunos barones vieron la mano de Casado tras las palabras del polaco Tusk. Tal es así que este viernes Mañueco convocó una rueda de prensa básicamente para replicar al todavía presidente de su partido. Y para recordarle que le dijo exactamente «Alfonso, cuentas conmigo para negociar» dos días después de las elecciones del 13 de febrero. Además, delante de todo el Comité Ejecutivo Nacional del PP.
Feijóo y el «populismo»
Pero sucedió que, poco después, Feijóo contribuyó a aumentar los decibelios internos con unas declaraciones desde Valencia –primera parada de su campaña– que muchos interpretaron como una alusión a Castilla y León. Aunque no lo especificara en ningún momento. «A veces es mejor perder un gobierno que ganarlo desde el populismo», señaló el próximo presidente del PP, ambiguo.
A todo esto, el responsable del comité organizador del congreso extraordinario del PP, Esteban González Pons, lleva desde el jueves insistiendo en que no se retracta de lo dicho previamente sobre Vox: que es un partido de «extrema derecha».
Y, por si fuera poco, también Teodoro García Egea está dando su opinión. O más bien «enredando», dicen sus detractores. El exsecretario general del PP se ha quejado en privado en las últimas horas de que a él lo «crucificaron» por mucho menos que a Mañueco cuando se sentó a negociar con Vox en Andalucía.
Fue en las navidades de 2018, cuando García Egea se reunió en varias ocasiones con el número dos de Vox, Javier Ortega Smith, para lograr un acuerdo en torno a la Mesa del Parlamento andaluz y a la posterior investidura de Juanma Moreno.
Por entonces, García Egea y Ortega Smith se hacían guiños mutuos en la prensa. Aunque, con el tiempo, las relaciones del exsecretario general del PP con Vox se fueron deteriorando sin solución. Santiago Abascal y los suyos dejaron de confiar en el número dos del PP, y ello cortocircuitó la relación entre las cúpulas de uno y otro partido.
Casado y su hasta hace dos semanas mano derecha estaban en la tesis de que Vox acabaría reculando en su exigencia de entrar en la Junta castellano y leonesa. Decían que los de Abascal no estarían dispuestos a cargar con la responsabilidad de una repetición electoral.
Pero eso es ya agua pasada. No lo es, en cambio, la división del PP en torno al pacto en Castilla y León, con Pedro Sánchez pescando en el río revuelto del principal partido de la oposición. El presidente del Gobierno señaló solemne este viernes desde Versalles que la democracia española está ante un momento «crítico» por la entrada de Vox en un ejecutivo regional.