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Miembros de la organización estudiantil 'S'ha acabat!' exhiben carteles frente a una concentración ante su carpa informativa en el campus de la UABEuropa Press

El laberinto catalán

El despertar de la sociedad catalana

Los partidos políticos independentistas asisten con incomodidad a la aparición de organizaciones cansadas del Procés que les restan protagonismo

Ocho de octubre de 2017, un millón de catalanes salen a la calle para pedir el fin del Procés y defender la unidad de España. La manifestación organizada por Sociedad Civil Catalana y apoyada por decenas de pequeñas organizaciones cívicas no contó con el apoyo del Gobierno de España hasta el punto que TVE ni tan siquiera ofreció imágenes en helicóptero de la masa humana que descendía por Via Laietana hasta las puertas del Parque de la Ciudadela donde tiene su sede el Parlamento catalán.

El equipo de Rajoy no apoyó esa manifestación porque temían disturbios pero la movilización pilló a contrapié a Puigdemont y Junqueras y fue el elemento decisivo por el cual dos días más tarde, cuando medio mundo a través de casi 1.000 periodistas acreditados asistía a la sesión del Parlamento catalán en la que Carles Puigdemont iba a declarar la secesión unilateral, este aplazo la decisión y hizo que la vigencia de la República catalana fuera de ocho breves segundos.

Apoyo imprescindible de ERC

Desde fuera de Cataluña siempre ha sido difícil de comprender porque en Cataluña ha habido tanto silencio y el independentismo ha podido ir ocupando, de forma progresiva, tantas parcelas de poder. Desde ámbitos no independentista de Cataluña esta crítica se considera injusta dado que han sido los gobiernos de España, tanto los del PSOE como los del PP, los que han avalado los avances del nacionalismo mediante pactos de legislatura. Hoy en día, el PSOE sustenta su presidencia del Gobierno en el apoyo imprescindible de ERC, un partido que vio como sus líderes eran condenados por malversación de caudales públicos y por sedición.

El Procés ha tenido como efecto imprevisto por parte del independentismo la reacción y toma de consciencia creciente de parte de la sociedad catalana no independentista de su situación de indefensión y de la necesidad de organizarse sin esperar a que las soluciones llegaran de los poderes del Estado. Si bien en el siglo XX las organizaciones que combatían el nacionalismo era minoritarias y clamaban en el desierto como fue el caso de la Asociación Cultural Miguel de Cervantes o Convivencia Cívica Catalana en los últimos años han florecido muchas entidades que agrupan a miles de catalanes cansados de Procés, de independentismo y de que se identifique a Cataluña con la idea independentista.

Durante los momentos álgidos del Procés el espacio fue ocupado casi exclusivamente por Sociedad Civil Catalana pero luego han surgido infinidad de asociaciones. Sociedad Civil hoy sigue batallando y, por ejemplo, a pesar del cambio de criterio del Tribunal de Cuentas, tras la renovación pactada por PSOE y PP, sobre si la Generalitat puede avalar con dinero público las multas a los líderes independentistas que han malversado fondos públicos para organizar el referéndum, ellos han seguido adelante con sus acciones judiciales.

Otra de las organizaciones que ha cobrado protagonismo y ha marcado la agenda pública en Cataluña los últimos meses es Asamblea por una Escuela bilingüe (AEB). Con Ana Losada al frente han canalizado decenas de peticiones de familias para que se aplique la sentencia del Tribunal Superior de Justicia sobre el 25 % de enseñanza lectiva en castellano. La labor de AEB es heroica porque los padres son amenazados en caso de solicitar la aplicación de sus derechos. Esta organización lleva semanas poniendo carpas en la vía pública recogiendo firmas.

Intolerancia educativa

Asimismo S’ha Acabat, una organización de estudiantes universitarios empeñada en defender la neutralidad ideológica de los Campus Universitarios públicos en Cataluña y que se ha visto sometida a todo tipo de ataques por parte de jóvenes vinculados a la CUP, con la complicidad de las autoridades universitarias y políticas, ha puesto el foco sobre la intolerancia de gran parte de la sociedad catalana no dispuesta a convivir con los que discrepan. S’ha acabat es una organización que con Julia Calvet al frente, procedente del mundo independentista, es muy incómoda para el Gobierno catalán dado que no solo da luz sobre la cara más negra de la sociedad sino que pone de manifiesto el fracaso del intento de nacionalización de la juventud a través de la educación.

Muchos otros grupos han surgido, todo este tiempo sin ningún tipo de apoyo institucional ni desde Cataluña ni del resto de España, algunas organizaciones como Impulso Ciudadano, con el exdiputado de Cs, Pepe Domingo al frente, son aliados de AEB en la denuncia de la vulneración de derechos fundamentales de los catalanes en materia lingüística, otras como Segadors del Maresme son grupos de jóvenes que de forma casi clandestina destinan las noches a limpiar de lazos amarillos, esteladas y pancartas las calles y carreteras de Cataluña.

Los partidos políticos han visto con incomodidad la aparición de estas organizaciones dado que les restan protagonismo y a la vez muchas de ellas se han convertido en cantera de dichos partidos tanto los establecidos como los que han surgido de nuevo cuño como Valents donde militan el expresidente de S’ha Acabat, Yeray Mellado o de la Asamblea de Tabarnia Miquel Martínez.