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Pedro Sánchez y Yolanda Díaz durante un pleno en el CongresoEFE

Su situación en el Congreso

Una «tránsfuga» agrava la debilidad del Gobierno: «Hasta sin elecciones perdemos escaños»

La marcha de una diputada de Unidas Podemos al Grupo Mixto, sumada a la baja de Alberto Rodríguez, dejan al Ejecutivo de Sánchez con 153 diputados, a 23 de la mayoría absoluta

Los problemas se le acumulan al Gobierno de coalición. Su precaria mayoría parlamentaria lo es más desde este jueves, cuando la bancada de Unidas Podemos sumó una nueva baja, la de la diputada canaria Meri Pita. Y ya van dos desde que empezó la legislatura.

Ello deja al Ejecutivo con un respaldo de 153 escaños en una Cámara de 350. O lo que es lo mismo: a una distancia de 23 escaños de la mayoría absoluta (que está en 176). Además, en plenas tensiones dentro de la mayoría Frankenstein. La semana pasada por el anuncio del aumento del presupuesto en Defensa, esta semana por el giro respecto al Sáhara… y la que viene, probablemente, por el plan de respuesta a la crisis energética, si como parece Pedro Sánchez no incluye en él el impuestazo a las eléctricas que demandan los morados.

Pita anunció que se marcha al Grupo Mixto en una carta difundida en los canales internos de Unidas Podemos. En ella cargaba contra la dirección de Ione Belarra, «sus individualidades, sus miserias, sus manipulaciones, su sectarismo, sus cobardías y, cada vez más, sus proyectos biográficos, mucho más que políticos».

Y lo hizo, además, después de haber votado en el pleno del Congreso como cualquier otro jueves y cuando ya se encontraba rumbo a Canarias. Sus compañeros le han exigido que entregue el acta de diputada y no actúe como una «tránsfuga» yendo al Grupo Mixto.

La diputada Meri PitaEFE

«Hasta sin convocar elecciones perdemos escaños», resumían gráficamente desde el Grupo de Unidas Podemos a El Debate, muy conscientes de la barrena en la que han entrado; perdiendo fuelle encuesta tras encuesta y en cada parlamento autonómico. En el de Galicia ni están, en el de la Comunidad de Madrid son cuarta fuerza y en el de Castilla y León se les escapó el mes pasado uno de los dos escaños que tenían, pese a que se presentaron en coalición con IU para sumar fuerzas (y las restaron).

De 35 escaños a 33

El grupo parlamentario que comanda Pablo Echenique se queda con 33 diputados frente a los 35 con los que empezó la legislatura. Porque a la baja de Pita se suma el escaño vacío del también canario Alberto Rodríguez. Podemos Canarias lleva cinco meses negándose a sustituir a su exsecretario de Organización, en protesta por la condena injusta del Tribunal Supremo -según ellos- por la que fue inhabilitado. Pretenden dilatar la situación hasta que el Tribunal Constitucional resuelva el recurso de amparo presentado por Rodríguez o hasta que se disuelvan las Cortes y convoquen elecciones. Lo que se produzca antes.

En esta ocasión es peor, señala un parlamentario morado a este periódico. Porque Pita no deja su escaño, sino que se pasa al Grupo Mixto. Lo que pierde Unidas Podemos lo gana «otro espacio» del hemiciclo. «A partir de ahora puede votar en sentido contrario al nuestro, y seguro que lo hará más de una vez», continúa la misma fuente.

Es de prever que las presiones para que Podemos Canarias sustituya a Rodríguez vayan en aumento a partir de ahora, porque ese escaño sí es recuperable. Presiones por parte del PSOE y, también, dentro de Unidas Podemos. En la confluencia muchos no comparten la obstinación de los canarios por dejarlo vacío.

En el alambre parlamentario

El Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz vive en el alambre parlamentario y no puede permitirse ni una sola baja, como quedó de manifiesto en la convalidación del real decreto ley de la reforma laboral, que salvó por un único voto. Si el diputado del PP Alberto Casero no se hubiera equivocado en el voto telemático, la reforma estrella de la ministra de Trabajo habría sido tumbada.

De aquí a verano, el Ejecutivo va a tener que enfrentarse a más votaciones decisivas en el Congreso, y lo hará con sus fuerzas parlamentarias mermadas. Empezando por la convalidación del real decreto ley de medidas para afrontar la crisis energética que el Consejo de Ministros aprobará el próximo martes.

También la Ley de Vivienda, que hace solo dos semanas hizo sudar la gota gorda al Gobierno: ERC, que había amenazado con impedir que la normativa siguiera su tramitación parlamentaria, finalmente le perdonó la vida. Pero ahora el Gobierno tiene en marcha una negociación complicada.

Aunque a veces los socios gubernamentales se bastan y se sobran para dividirse y dejarse vencer. La semana pasada, Unidas Podemos se sumó a ERC, el PNV, Bildu, Más País, Compromís, Junts per Catalunya, la CUP y el BNG para aprobar una proposición de ley para reformar el Código Penal y poder juzgar los crímenes del franquismo. Ello provocó un enorme malestar entre los socialistas. Porque, en paralelo, todos esos con los que se alió el grupo de Echenique tienen bloqueada en el Congreso la Ley de Memoria Democrática de Sánchez porque la consideran poco ambiciosa.

Y el cambio de postura del presidente sobre el Sáhara Occidental también desembocará, más pronto que tarde, en una votación en la que socialistas y morados se enfrenten: ERC y Bildu registraron este jueves una proposición no de ley pidiendo un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui que obligará al PSOE a retratarse en el pleno. Últimamente Sánchez no da a basto para achicar el agua.