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Juanma MorenoPaula Andrade Brea

El perfil del domingo

Juanma Moreno, el nieto de jornaleros por el que pasa el futuro de España

Hijo de tenderos y nieto de jornaleros, el presidente de Andalucía se ha echado a los hombros el destino de España: si repite victoria, Feijóo tendrá al alcance desalojar a Pedro Sánchez de Moncloa

El «nuevo» PP tiene acento gallego y gramática andaluza, la que le pone Juan Manuel Moreno Bonilla (Barcelona, 1 de mayo de 1970), el malagueño hijo de la emigración a Cataluña por el que pasa el futuro del partido: si renueva la presidencia de la Junta de Andalucía, en unas eElecciones que serán el 12 de junio o en octubre a lo sumo, Alberto Núñez Feijóo relevará probablemente a Pedro Sánchez cuando el actual presidente del Gobierno convoque Elecciones, en noviembre de 2023 o en enero de 2024 si le dejan estirar la legislatura con otra de sus piruetas legales.

Ése es el impacto que, a la chita callando, ha logrado el hijo de Juan y de Dolores, el benjamín de una familia que explica en su propia biografía la historia reciente de Andalucía, tierra de éxodos que ahora, con él al frente, se ha transformado en lugar de acogida de inversores, empleo y presagios que la acercan a ese potencial que la compara, por condiciones, clima y riqueza, a la próspera California.

Moreno Bonilla, a quien tantos llaman con los dos apellidos como a un árbitro de fútbol, tiene en su silbato electoral el resultado de un partido con España en juego: si repite, como adelantan todos los sondeos electorales, el PP verá de cerca la Moncloa y las elecciones autonómicas y municipales del resto de sus compañeros en mayo de 2023 serán algo más plácidas.

No es de extrañar que le caiga ese peso sobre los hombros y que lo aguante: Moreno es nieto de jornaleros e hijo de tenderos, una identidad que arranca con un viaje de 1.021 kilómetros por carretera explicativa de la vida de tantos andaluces: el de su padre, y luego su madre, desde Alhaurín el Grande hasta Barcelona, para buscarse la vida y el plato caliente trabajando en Hispano Olivetti y en Seat.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma MorenoEFE

Allí, en esa Barcelona de acogida que se ataba los pantalones con un cinturón rojo industrial, nació Juanma a la vera del Nou Camp. Pasaron dos meses antes de que el regimiento familiar hiciera el petate y, con los ahorros empapados en sudor de la frente, dejara atrás Esplugas de Llobregat y se volviera a Málaga a abrir una tienda de ultramarinos que, con el tiempo y un pellizquito de fortuna lotera, les permitió abrir un comercio mejor y subir al padre a un taxi.

La biografía de Moreno es la de Andalucía: la de una tierra de éxodos que ha levantado la cabeza y mira de tú a tú a Madrid y a Cataluña

No se puede ser más andaluz que con ese currículum, ni mejor antídoto contra los prejuicios que durante tantos años estimuló el «régimen» socialista contra el centroderecha: con Moreno era imposible airear el fantasma del señorito y cargarle el privilegio de cuna.

Su propia trayectoria política repite el modus operandi familiar, arrancando desde abajo para llegar arriba, paso a paso, sin prisa pero sin pausa desde que a los 19 años viera un mitin de Aznar y le asaltara una pasión de la que ya nunca se ha sacudido.

En poco tiempo se puso al frente de las Nuevas Generaciones de Málaga, luego de la dirección nacional de los cachorros populares y de ahí un largo expediente que le llevó al Congreso –donde hizo migas con un desconocido Pedro Sánchez– y a la secretaría de Estado de Asuntos Sociales, ya con Rajoy de presidente: en aquellos años, frente al tópico de nuevo, destacó por sus propuestas en favor de los inmigrantes, por defender la supresión de la mili obligatoria o por instigar al reparto de preservativos contra el sida, rompiendo techos de cristal que aún eran sólidos en una porción de su partido.

El 'Día D' de Moreno

Pero su gran momento llegó cuando intentó en 2014 presidir el PP andaluz, una maquinaria dominada por las «viejas familias» e ilustres nombres que al principio le recibió con recelo y al final terminó rendida con la música de un forofo de Danza Invisible que llegó a tener un grupo de pop, Cuarto Protocolo, pero se hizo célebre por ponerle el réquiem funebre a casi cuatro décadas de socialismo andaluz.

Ocho años después de aquel salto, Moreno Bonilla ha dado la vuelta como un calcetín a Andalucía, que ya compite de tú a tú con Madrid y Cataluña en cifras de inversión extranjera o creación de empleo; y también al PP de Feijóo, con quien tiene sintonía política y de aldea.

El marido de Manuela Villena, padre de tres hijos y muy mañoso en la huerta, se enfrenta ahora a su penúltimo reto: conservar la presidencia de Andalucía y darle al PP la de España. Nada que le asuste a un jornalero con trienios.