El perfil
Juan García-Gallardo, el jinete que concentra todas las miradas de España
El joven abogado burgalés medirá por primera vez a Vox como partido de Gobierno y resolverá la incógnita de si está preparado para repartir trigo o lo suyo es quedarse en la prédica
Juan García-Gallardo Frings (Burgos, 18 de marzo de 1991) era un completo desconocido hace apenas un año y hoy es el primer militante de Vox con poder institucional real, desde la Vicepresidencia de Castilla y León con la que ha hecho historia, tal vez sentado un precedente y logrado que todos los ojos de España se fijen en él: es la cara nueva del primer Gobierno de coalición entre el PP y Vox, una fórmula nueva que le pone en la diana y en el trampolín a la vez.
De cómo es pieza de caza mayor da cuenta su controvertido estreno, con la resurrección de unos viejos tuits juveniles que para sus detractores le convertían en un joven Satán de ultraderecha y para los electores no supusieron nada: sus trece procuradores confinaron al fantasma del fascismo en las mazmorras de Ferraz, donde lo sacan a paseo mucho pero con poco éxito; y obligaron al popular Alfonso Fernández-Mañueco a entenderse con el socio que no quería.
Aunque Gallardo es una incógnita, su biografía da algunas pistas de cómo será su gestión en adelante: benjamín de una saga de prestigiosos juristas con despacho propio desde que su abuelo lo abriera en Burgos, se afilió a Vox escandalizado por los estados de alarma de Pedro Sánchez, declarados después inconstitucionales en la práctica totalidad.
La epifanía del vicepresidente ante lo que percibió como un abuso iluminó su fulgurante ascenso en el partido hasta convertirle en candidato, por decisión personal de Santiago Abascal avalada por toda la cúpula: vieron en él un perfil idóneo para encabezar una marca que, ahora mismo, funciona sola más allá del candidato y puede permitirse explorar la cantera. Tanto como para que no haga falta una Macarena Olona, cuyo aterrizaje en Andalucía es aún una quimera, para sacar espléndidos rendimientos electorales.
Aunque sobrepasa la treintena por poco, de Gallardo puede decirse que no salta a la política para ganarse la vida y que, en todo caso, renuncia a la que tenía por mero compromiso: en su despacho familiar tenía agenda propia y, antes de que Valladolid le reclamara con el zurrón lleno de votos, estaba a punto de instalarse dos meses en la Heritage Foundation de Washington, becado por el CEU como uno de sus dos mejores alumnos del año; para completar su currículum, pleno de referencias internacionales con China y Reino Unido al frente.
Va a ser el emblema de cómo gobierna Vox, ahora en una comunidad, quién sabe si mañana en muchas más e incluso en la Moncloa, en un despacho contiguo al de Feijóo
Algo estirado y tiquismiquis para sus detractores, en su entorno transforman esa apariencia en una mera coraza para aprender rápido a actuar en un ecosistema ajeno sin meter la pata: todo para él es nuevo, desde el trato con los medios hasta el cargo oficial, y todo en él será observado por sus rivales con la mirada de un francotirador ucraniano.
Acostumbrado a los saltos y a los debates, como jinete experto y concursante en los mismos certámenes que auparon a Albert Rivera como gran orador; Gallardo tendrá que aprender la diferencia entre predicar y dar trigo.
Un examen para Vox
Porque va a ser el emblema de cómo gobierna Vox, ahora en una comunidad, quién sabe si mañana en muchas más e incluso en la Moncloa, en un despacho contiguo al de Alberto Núñez Feijóo si el experimento castellanoleonés funciona y la aritmética parlamentaria avala un acuerdo de las dos derechas para jubilar a Pedro Sánchez.
El nuevo vicepresidente, el único chico de una familia con tres hijas más, pasea porte noble, como si estuviera a punto de participar en una montería; pero se deja tiempo en asistir gratuitamente a clientes sin recursos y ayuda desinteresadamente a la periodista Pilar García de la Granja como secretario de su Fundación Querer, volcada en la atención de niños con enfermedades neurológicas.
En esa vocación social que pocos conocen y que él ejerce con discreción, hay un episodio conmovedor que le retrata, para sorpresa de quienes quieren ver en el nuevo vicepresidente una especie de ogro: se dejó la piel en lograr que la Audiencia Provincial reconociera el derecho a indemnización de la viuda y el huérfano de un guardia civil tristemente suicidado, un pleito galardonado incluso por el Colegio de Abogados de Madrid.
El novio de Teresa, hijo de Juan Manuel y Ana Patricia y hermano de Mercedes, Patricia y Beatriz tiene por delante la carrera de su vida: si no tropieza demostrará que Vox puede hacer algo más que señalar problemas y es capaz de poner en marcha soluciones. Pero si tropieza, la onda expansiva rebotará por toda España.