Andalucía
La Expo 92 tres décadas después: ni la sombra de lo que fue
La Exposición Universal de Sevilla de 1992 supuso una oportunidad de crecimiento para la ciudad, que experimentó una gran transformación urbanística, y su recinto está ahora lleno de infraestructuras abandonadas
Este miércoles, 20 de abril de 2022, se cumplen 30 años de la inauguración de la Exposición Universal de Sevilla de 1992. Con ella, se conmemoró el quinto centenario del descubrimiento de América (1492), y supuso una oportunidad de crecimiento para la ciudad que ésta acabó desaprovechando.
La Expo atrajo a millones de personas de todo el mundo a lo largo de los casi seis meses que su recinto, en la Isla de la Cartuja, permaneció abierto. Sin embargo, a su clausura, el 12 de octubre, Día de la Hispanidad, todo se desvaneció.
La Cartuja fue perdiendo la vida que la Expo 92 le dio, y Sevilla no ha hecho transbordo del tren que le permitió llevar a cabo la transformación urbanística de la que aún, pese a todo, pueden disfrutar propios y ajenos, al de la expansión tecnológica, en la que ahora se trabaja, con el objetivo de recuperar el terreno perdido respecto a otras ciudades.
La capital hispalense debe a la Expo, por ejemplo, la estación ferroviaria de Santa Justa, inaugurada un año antes del gran evento, y también la de autobuses de Plaza de Armas, o la ampliación y modernización del aeropuerto de San Pablo.
De igual modo, un día después de la apertura de la Expo 92, el 21 de abril, se puso en marcha la primera línea de AVE entre Madrid y Sevilla; una infraestructura que fue la mayor obra de ingeniería ferroviaria realizada en España hasta ese momento.
Las inversiones en transporte no fueron las únicas que recibió la ciudad hispalense, que cuenta con seis puentes –icono de la ingeniería civil– que son parte del legado de la exposición universal. A saber: el del Centenario, el de las Delicias, el del Cristo de la Expiración, la Pasarela de la Cartuja, el de la Barqueta y el del Alamillo.
Infraestructuras abandonadas
No obstante, de los 102 pabellones que se construyeron para la Exposición Universal de Sevilla de 1992, apenas se conservan 32. El rebautizado Parque Científico y Tecnológico Cartuja mantiene sólo algunos de los edificios que albergaron los numerosos actos que tuvieron lugar con motivo de la Expo; el resto ha acabado derrumbado o abandonado, como el pabellón de la Santa Sede, cedido a una empresa nada más finalizar el acontecimiento y demolido posteriormente, o el pabellón de México.
El Canal de los Descubrimientos, que conectaba la dársena del río Guadalquivir y el lago del pabellón de España, hoy está seco, repleto de jaramagos y otras hierbas silvestres de gran altura; en definitiva, también abandonado.
El contiguo Camino de los Descubrimientos sólo tiene vida cuando se celebra algún festival –muy recurrentes últimamente– o conciertos en el Auditorio Rocío Jurado. Del monorraíl no ha quedado ni rastro; de Puerta Triana solamente aguanta el Pabellón de la Navegación, que funciona como museo.
El recinto de la Expo no es ni la sombra de lo que fue en 1992. La esperanza del resurgimiento de la Isla de la Cartuja reside ahora en las más de 500 empresas que se encuentran en el Parque.
Sin embargo, la magnitud de la Expo es difícilmente superable, con 18 millones de visitantes –más de la mitad, cerca del 55 %, españoles– y 42 millones de accesos a sus instalaciones en 176 días de puertas abiertas, y casi 43.000 espectáculos y pruebas deportivas. No es de extrañar, pues, que muchos miren con nostalgia aquella época, la de una Expo 92 que comenzaba tal día como hoy hace 30 años.