Las contradicciones del Partido Comunista
Enrique Santiago, el leninista del ático del millón de euros
El líder del PCE y secretario de Estado en el Gobierno de Pedro Sánchez, ha culpado la pasada semana a la OTAN, y no a Putin, de la guerra en Ucrania. Las declaraciones son coherentes con su historial previo en defensa de las dictaduras; una militancia que ha logrado compatibilizar en su vida privada con un envidiable estándar de vida burgués
A finales de la pasada semana, el secretario general del Partido Comunista de España (PCE) y dirigente de Izquierda Unida (IU), Enrique Santiago (Madrid, 1964), calificó de «incomprensible» la decisión de continuar enviando armas a Ucrania. La declaración la realizó después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciara desde Kiev el envío de un barco español con más material militar para el Ejército ucraniano. Para Santiago la política «expansionista» de la OTAN es uno de los causantes del conflicto, y no el ansia imperialista de Vladimir Putin.
Las palabras del líder comunista han causado estupor entre amplios sectores de la sociedad española, máxime porque las realiza una persona que, desde su condición de secretario de Estado para la Agenda 2030, forma parte del Ejecutivo español. Menos sorpresa generan dichos comentarios entre los conocedores de las dinámicas internas de los partidos comunistas de obediencia soviética, tal y como lo ha sido el PCE. Incluso tras la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la URSS, estas formaciones nunca han cortado sus conexiones, de inteligencia y financieras, con el Kremlin. Así, cuando Moscú tensa las correas, sus caballos en Madrid, La Habana o Lima alzan las pezuñas.
Sea como fuere, Santiago arrastra una trayectoria declarativa y biográfica que no resulta menos «incompresible» para un activista que también dice inspirarse en la defensa de los Derechos Humanos.
Santiago, apparatchik a tiempo completo desde su adolescencia en el PCE, por lo que nunca ha trabajado en la empresa privada, tampoco es un incapaz; tal vez sea el principal asesor jurídico de Pablo Iglesias y es desde luego su testaferro dentro de Podemos y del propio Gobierno. Santiago, asimismo, fue uno de los negociadores principales de los Acuerdos de Paz de La Habana llevados a cabo de 2012 a 2016 entre la guerrilla marxista de las FARC y el Gobierno de Colombia.
En su calidad de asesor de esta narcoguerrilla, que acumula a sus espaldas decenas de miles de asesinatos, muchos de ellos campesinos y obreros humildes, Santiago desempeñó un papel capital a la hora de ajustar los términos jurídicos de los Acuerdos, que tuvieron el honor de rubricar que el narcotráfico realizado por las FARC no fuese tipificado como un crimen, sino como una forma de financiación de la lucha política.
Sus conexiones con la dictadura castrista son profundas; tanto que le llevaron a ser el apoderado de los hermanos Marambio en España. Joel Max Marambio Rodríguez y Marcel Luis Marambio Rodríguez son dos multimillonarios empresarios de origen chileno que, provenientes del círculo de confianza de Salvador Allende, trasladaron su residencia a la isla caribeña. Allí hicieron fortuna con diversas empresas de capital mixto público-privado —la única forma permitida en el régimen—, siempre bajo la sombra protectora de Fidel Castro.
Los hermanos Marambio han terminado enjuiciados en Cuba por delitos de estafa, cohecho continuado y falsificación de documentos privados y, además, condenados en ausencia por su huía de la isla; pero ello no ha sido impedimento para que Santiago fuese el apoderado de tan peculiar holding empresarial en España. La excusa aducida por el propio líder comunista es que «los problemas que Marambio tuvo allí (Cuba) son otra cosa con la que yo no tengo nada que ver», según explicó a El Confidencial.
Asesinar niños a tiros y bayonetazos
Una cosa hay que reconocerle a Santiago; ideológicamente va de frente, asume el ideal marxista con todas sus consecuencias, y lo reconoce en público sin empacho alguno. Durante una entrevista en 2019 con la revista satírica Mongolia, afirmó ser leninista «a mucha honra». Acto seguido, aseguró que, si en España se dieran «las mismas condiciones» que en 1917 en Rusia, «indudablemente iría mañana al Palacio de la Zarzuela y haría lo mismo que Lenin le hizo al zar».
«¿Lo liquidarías?» (a Felipe VI), le preguntó el entrevistador. Santiago contestó: «Eso ya depende de cómo se pusiera y lo que surgiera. Todos los procesos revolucionarios no los haces para matar a un zar, evidentemente. Eso es bastante anecdótico en el devenir de la Historia. En su momento histórico estaba claramente justificado».
El zar Nicolás II, su esposa y sus cinco hijos, de entre 13 y 22 años, tras caer en manos de los bolcheviques fueron primero hechos prisioneros y luego trasladados a una dacha en Ekaterimburgo, a miles de kilómetros de Moscú. Finalmente la familia entera y cuatro sirvientes fueron asesinados a tiros en un sótano y rematados a bayonetazos en 1918 por un comando de milicianos comunistas bajo orden directa de Lenin.
Comunista, sin duda, pero no por ello reñido en su vida privada con los estándares de la vida burguesa que tanto combate en la esfera pública. Según OK Diario, Enrique Santiago posee un ático de 124 metros cuadrados y dos terrazas, que suman 43 metros cuadrados más, en el barrio madrileño de Chamberí, el más caro de la capital de España.
Gracias a la revalorización del suelo que propicia el sistema capitalista —Santiago adquirió este ático en 2001—, su penthouse en la actualidad está valorado en cerca de un millón de euros; un precio que para los bolsillos de muchos ciudadanos resulta «incompresible»; aunque Enrique Santiago, como el notable orador que es, seguro que sabrá encontrarle sus razones.