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El presiente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el presidente de Argelia, Addelmadjid TebbouneEl Debate

Crónicas Diplomáticas

La venganza multinivel que Argelia prepara contra España

Obstáculos comerciales, subida del precio del gas, sus vínculos con Rusia, un aumento de inmigración ilegal y el Frente Polisario; Argelia podría emplear este coctel de elementos para lanzar una represalia contra España tras el giro de Pedro Sánchez en el Sáhara. Varios signos apuntan que ya ha comenzado a hacerlo.

Ceño fruncido, inquietud, desasosiego; incluso mal disimulada crispación ante una reacción, la de Argelia, que se intuye inevitable e inminente, pero de la que desconocen aún sus detalles concretos, salvo en un punto: buscarán enfrentarse a los intereses de España. Este es el ambiente que se respira en el Ministerio de Asuntos Exteriores (MAEC) tras el giro político-exterior que Pedro Sánchez pretende histórico; giro realizado mano a mano con su Ministro, José Manuel Albares.

Preocupación que viene, además, teñida de cierta sensación de melancolía. Entre amplios espectros del mundo diplomático español existe la percepción de que con el Magreb las cosas llevan haciéndose mal demasiado tiempo. El inicio de la toma equivocada de decisiones suele situarse en 1985, cuando Alfonso Guerra, en aquel momento vicepresidente del Gobierno, hizo de Argel el principal proveedor gasístico de España.

En color azul del gasoducto Medgaz; en la actualidad, el único que entra en España desde Argelia. En color púrpura, el gaseoducto Transmed, que conecta a Argelia con ItaliaEl Debate

Desde entonces las compras se ha diversificado –en la actualidad, Argelia aporta el 40 % del gas español a través del gaseoducto Medgaz, que entra por Almería–, pero el nivel de dependencia roza, dicen los de Exteriores, la incoherencia. La legislación española prohíbe el fracking –el recurso a esa técnica daría a España autonomía en materia gasística–, al tiempo que la producción de energía nuclear se encuentra severamente recortada por razones que contravienen recientes recomendaciones de la Unión Europea. No existe, sin embargo, impedimento alguno para que el gas que se compra a EE.UU. en cantidades ingentes provenga, precisamente, del fracking; y la jurisdicción española tampoco evita que la energía eléctrica adicional se busque, cuando resulta necesario, en Francia, donde el 70 % de la producción proviene de la nuclear.

De mal en peor, rumian para sus adentros en el MAEC... Tras el giro de Sánchez, el Gobierno argelino ha llamado a consultas a su embajador en Madrid, Said Musi, y, a través del presidente del gigante energético argelino Sonatrach, Tewfik Hakkar, ha anunciado que mantendrá los precios de gas a todos sus clientes menos a uno, España, al que se lo subirán.

El asunto en Argel dista de estar olvidado. «Lo que ha hecho España es inaceptable, éticamente e históricamente», ha declarado el presidente de Argelia, Abdelmayid Tebune, en una entrevista concedida la noche del pasado sábado a la televisión pública argelina en la que ha recordado al Gobierno español que «su responsabilidad perdura en el Sáhara Occidental ante la legalidad internacional». Tebune ha indicado que la decisión adoptada por Pedro Sánchez ha deteriorado las relaciones entre ambos gobiernos. «El presidente del Gobierno lo ha roto todo, no España», ha lamentado el presidente argelino, antes de matizar que sus críticas van dirigidas hacia el Ejecutivo de Sánchez, pero no hacia el Estado español.

Habrá más, sin embargo. «Algo preparan los argelinos; y lo están preparando con cuidado», señalan para El Debate fuentes próximas al Ministerio que prefieren mantenerse tras el biombo.

Gas más caro

«No han dicho aún cuánto exactamente van a subirnos el precio del gas. Eso sí, actuarán con prudencia, porque complicar el suministro gasístico a España es algo que les perjudica también a ellos. Al fin y al cabo, todo su país depende de este negocio. Argelia es, en esencia, un monocultivo de gas, en tanto que nosotros diversificamos las compras entre varios proveedores», precisa el referido interlocutor. «Entonces, el castigo argelino, ¿por dónde vendrá?», pregunta el cronista. «Primarán a Italia frente a España como socio comercial y gasístico. De hecho, han comenzado a hacerlo. La UE ha pedido a Argelia que aumente su flujo de gas para cortar la dependencia de Putin, y los argelinos así lo están haciendo, pero no a través de España, sino de Italia; emplean su gaseoducto Transmed, que les conecta con Italia y luego directamente con Centroeuropa. El reciente viaje de Draghi a Argel fue para eso; para reforzar el eje ítalo-argelino en detrimento de España», responde la fuente de El Debate mientras evade la mirada por el ventanal de su despacho.

El primer ministro de Italia, Mario Draghi, y el presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, durante su encuentro del pasado 11 de abril en ArgelEl Debate

Estas reflexiones no son simples elucubraciones. El sector ganadero español, en su especialidad de vacuno, ya conoce las primeras consecuencias comerciales de la venganza, pues acaba de encontrarse con la supresión de licencias de importación para Argelia. En Provacuno, la principal organización interprofesional de la carne de vacuno de España, calculan que las pérdidas a partir de ahora serán de cinco millones de euros al mes; o dicho de otra forma; de 60 millones de euros al año.

«Argelia nos aplica ya una estrategia de desventaja comercial», afirma el economista Daniel Lacalle desde Londres en una conversación telefónica con este periódico. «Es decir», prosigue Lacalle, «a partir de ahora, les compraremos más caros sus productos agrícolas y, al mismo tiempo, aplicarán proteccionismo puro y duro a nuestras exportaciones, o directamente las suprimirán, como acabamos de ver con el caso del vacuno». «Supone un juego de geometría comercial variable en la que Argelia», confirma, «beneficia a Italia y Francia y donde España sale perdiendo. El flujo de inversión se va a desplazar de España hacia Argelia», apunta el gestor de inversiones y profesor de Economía.

«Atención a las pateras», añade otro interlocutor del MAEC que también preserva el anonimato. «Los migrantes no solo entran por Cádiz y Canarias; igualmente llegan por la costa este de Andalucía. Ahora los marroquíes, contentos con todo lo que han ganado, permanecerán algo más vigilantes durante cierto tiempo, pero llegarán más pateras a Almería… Desde Argelia», afirma.

El dictador de Rusia, Vladimir Putin, saludando al presidente de Argelia, Addelmadjid TebbouneEl Debate

La amistad con Rusia

Esta fuente señala, además, la entrada de un nuevo factor en la ecuación de las relaciones hispano-argelinas: la Federación Rusa. «Los argelinos son grandes amigos de los rusos», prosigue el interlocutor, «del mismo modo que los marroquíes lo son de los estadounidenses. No es un hecho demasiado conocido por el lector medio, pero el actor ruso cuenta en la estabilidad del Magreb. Ahora Rusia en el binomio hispano-argelino se decantará aún más hacia el lado de Argelia; y el Kremlin puede ser cualquier cosa, menos moco de pavo».

El entendimiento con Rusia es significativo para Argelia, dado que el país magrebí nunca ha sido 100 % estable en términos políticos y necesita socios para afianzar su peculiar orden interno. Gobernado en la práctica por una junta militar filosocialista, amplios espectros de su población civil, en cambio, están inclinados hacia el fundamentalismo religioso de corte islámico. Este cóctel político-religioso, en ocasiones, explota. La última vez fue en 1991, cuando el Frente Islámico de Salvación, el FIS, ganó las elecciones. La junta militar propició un golpe de Estado para abortar dicho resultado electoral. El golpe fracasó y dio lugar, acto seguido, a una guerra civil que duró diez años. Se estima que el conflicto arrojó entre 150.000 y 200.000 muertos, sin perjuicio del goteo de atentados subsiguiente, que continúan hasta el día de hoy. Desde entonces gobiernan los militares.

Campamento saharaui de Tinduf, en el sudeste de Argelia, administrado por el Frente PolisarioEl Debate

Otro elemento que puede afectar a España, si Argelia así lo quiere, es la cuestión saharaui a través del Frente Polisario; un movimiento que mantiene fuertes conexiones con el espectro político español ubicado a la izquierda del PSOE, aunque toda España en su conjunto siente simpatía hacia el pueblo saharaui. «El Polisario existe porque Argelia les apoya, y no solo con palabras. En los campamentos de Tinduf, en el extremo suroeste de Argelia, sobreviven unos 180.000 saharauis en calidad de refugiados. Económicamente dependen de Argel al 100 % . La sociedad española ha acogido y sigue acogiendo a niños saharauis en todos los rincones del país; así que el Polisario puede hacer presión, tal y como se pudo ver en la reciente votación del Congreso. La especificidad saharaui, movida por determinadas manos, podría interferir en facetas de la política exterior de España», comenta esta fuente del Ministerio.

El Secretario de Estado de EE.UU., Antony J. Blinken, se reunió en París el 6 de octubre de 2021 con el Ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel AlbaresEmbajada de EE.UU. en España

¿España? Un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo

El giro de Sánchez genera dos críticas más: ha otorgado legitimidad a las pretensiones de Rabat sobre un territorio que jamás ha sido suyo y, en la práctica, convierte la política exterior española en una «subcontrata» de los intereses de Francia y Estados Unidos. «En España quedamos debilitados tras esta cesión, que Marruecos la interpreta como debilidad. Y Argelia, que entiende el problema saharaui como propio, experimenta sensación de menoscabo. ¿De que sirve romper con la doctrina de Naciones Unidas y dejar un Magreb más tenso y encrespado contra España? Falta conocimiento», apunta un tercer interlocutor de El Debate.

La valoración que en el entorno de la política exterior española se realiza sobre el giro de Pedro Sánchez no resulta positiva: «Política pobre, sin objetivos claros, de un gobierno débil… El apaciguamiento suele ser inútil y genera menosprecio. No somos subcontratistas, ni queremos serlo. El embajador de Francia, Jean-Michel Casa, debería hablar menos y contribuir más a que el gas licuado regasificado en España pase al resto del continente. Así, de paso, facilitaría más la vida al resto de Europa. Pero no. Los franceses defienden sus monopolios de facto y una política exterior decimonónica... Son intereses a ras de suelo... en cuanto al Sáhara Occidental, España siempre ha apostado por la ONU; es decir, por un referéndum de autodeterminación con un censo fiable, no manipulado por Marruecos. Es lo deseable y lo conveniente. Sánchez ha roto el equilibrio; y lo ha roto para peor. Así, es lógico hasta cierto punto que Argelia ande a la búsqueda de su desquite».

El embajador de Francia en Madrid, Jean-Michel Casa, y el Ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel AlbaresLa France y en Espagne

En cualquier caso, el giro tomado por Sánchez-Albares ha sido consumado. ¿Cui prodest? ¿Qué beneficio, aparente o real, obtiene Pedro Sánchez con este viraje en la política exterior?

Las diversas fuentes consultadas coinciden en su respuesta: «Convertirnos en una subcontratara de EE.UU. y Francia significa enviar un mensaje de súplica para que los grandes poderes internacionales muestren hacia el Gobierno de Sánchez una cierta mayor condescendencia; porque nadie olvida, Biden el primero, que Sánchez tiene varios ministros comunistas dentro de su Ejecutivo. En España no somos conscientes de la muy negativa valoración que tiene el comunismo a nivel internacional. En muchos países occidentales los Partidos Comunistas directamente están prohibidos por ley; y la Unión Europea equipara a esta ideología con el nazismo. A Sánchez, por sus ministros comunistas, nunca le van a invitar a las reuniones informales que organizan los diversos países de la OTAN. Lo acabamos de ver estos días. Acude Italia, acude Rumanía, pero España no. Con este giro, Sánchez busca que las habituales –y, en términos generales, merecidas– críticas que le lanzan en The Economist o el Financial Times sean menos intensas; y hasta es posible que lo consiga; pero un consenso de décadas en la política exterior española no se malbarata por semejante motivo... Todo está siendo a salto de mata, ramplón, de muy bajo nivel».

«La política exterior española, en manos de aprendices de brujo...», musitan para sus adentros en un despacho del Ministerio mientras caen las persianas de un ventanal.