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I Foro El Debate

La revolución tranquila de Feijóo acelera la sensación del fin de ciclo de Sánchez

El líder de la oposición sigue avanzando posiciones en el terreno de juego, ante la incomparecencia de un rival que se niega a enfrentarse a él

Las preguntas, una detrás de otra, eran retóricas. Porque para todos los que estaban este miércoles en el I Foro El Debate se respondían solas. Durante su intervención, Alberto Núñez Feijóo preguntó: «¿Alguien sabe hacia dónde vamos en España?, ¿nos están llevando a algún sitio?, ¿alguien ve al actual Gobierno gobernando de verdad?, ¿o simplemente siguen resistiendo?».

La mañana amaneció en España con una encuesta de El País situando al líder del PP por delante de Pedro Sánchez y en clara disposición de gobernar, con ayuda de Vox. Amaneció también con la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, balbuceando ante Carlos Alsina, en otro intento fallido del Ejecutivo de embridar a un desbocado Pegasus en el prime time de la radio. Y amaneció, asimismo, con la vicepresidenta Yolanda Díaz presumiendo de unos datos de empleo «espectaculares». Aun cuando España sigue siendo el país de la UE con mayor tasa de paro.

Últimamente, las buenas noticias suenan a malas en boca de este Gobierno y las malas, a peores. Y mientras, el líder de la oposición sigue avanzando posiciones en el terreno de juego, ante la incomparecencia de un rival que se niega a enfrentarse a él: «Un Gobierno que huye del debate está dando a entender que ha perdido la fuerza de los argumentos. Quien soslaya por sistema el intercambio de ideas evidencia que carece de defensa, de delantera, de línea media, de entrenador, de presidente Un gobierno así ha reducido todas sus expectativas a una sola: sobrevivir. Sus miembros pasan de ser a estar; de ser Gobierno a simplemente estar en el Gobierno. Sin jugar, sin debatir, limitándose a resistir a toda costa», lamentó el presidente de los populares.

«No podemos mentirles a los españoles», afirmó poco después. Y ésa fue una de sus frases con mayor carga de profundidad de la mañana, aunque debiera haber sido una perogrullada. Porque si algo ha contribuido a minar la imagen de Sánchez y su Ejecutivo es la percepción permanente de que ni él ni ellos cuentan una verdad a la opinión pública.

En La Moncloa son conscientes de que su credibilidad está en mínimos. El episodio del espionaje está siendo el mejor termómetro. La versión oficial hace aguas. Hay dudas sobre los motivos de Sánchez para airear el espionaje, dudas sobre el momento en que el presidente lo conoció y dudas sobre si el cambio de postura respecto al Sáhara pudiera obedecer al chantaje de Marruecos. Entre otras muchas.

Feijóo centró su discurso en abonar la teoría del fin de ciclo después de cuatro años de sanchismo. Aunque el presidente no convoque todavía elecciones -Feijóo sugirió que vaya pensando en adelantarlas-. Aunque, de hecho, las retrase todo lo posible a costa de «apropiarse del Estado para usarlo como moneda de cambio para la supervivencia» de su Gobierno, que de eso le acusó Feijóo. «Ha debilitado al Estado, exponiéndolo a aquellos que no creen en el Estado. Eso es sobrepasar los mínimos límites de sus obligaciones institucionales. Y no creo que España se lo merezca», añadió a renglón seguido.

Y, pese a todo, cuando el lunes el PSOE buscó una mano para salir de las arenas movedizas de una comisión de investigación en el Congreso que habría sido nefasta, la que encontró fue la del PP. «Votamos ‘no’ a una comisión de investigación que lo único que pretende es desvestir y desnudar al Estado», justificó Feijóo.

Con esa ventaja juega Sánchez, sabiendo que tiene enfrente un rival que tiene sentido de Estado y líneas rojas; mientras el presidente ha ido borrando todas las del PSOE. A un rival que quiere volver a poner de moda la «política reposada, la política del debate, la política tranquila», resumió.