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Ilustración: Pedro Sánchez ante la montaña en que se ha convertido la legislatura

Pedro Sánchez ante la montaña en que se ha convertido la legislaturaLu Tolstova

La crónica política

Sánchez paga el precio de haber encadenado la legislatura y toda su vida política a ERC

El presidente remueve su marmita en busca de una poción que dar a beber a Aragonès. Ha vivido una pandemia, una guerra y, al final, todo empieza y acaba siempre en Esquerra y en sus 13 diputados

«Necesitamos recomenzar, retomar nuestro diálogo político en el momento en el que los caminos se separaron y las razones y los argumentos dejaron de escucharse. Retomar el diálogo en el punto en el que los agravios comenzaron a acumularse. Retomar, en definitiva, la senda de la política, dejando atrás la judicialización del conflicto. Retomar la senda del diálogo, la negociación y el pacto porque es nuestra obligación».

Aquella proclama fue parte del discurso de investidura que Pedro Sánchez pronunció en el Congreso de los Diputados el 4 de enero de 2020, poco antes de anunciar la creación de una «mesa de diálogo bilateral entre el Gobierno de España y el Gobierno de la Generalitat de Cataluña».

Hacía dos días que ERC había despejado el camino de Sánchez anunciando una abstención que valía su peso en oro. Y mientras eso pasaba, mientras el candidato a la Presidencia hacía una defensa encendida de la política y el diálogo como bálsamo de Fierabrás para encauzar el conflicto catalán, el CNI, su CNI –porque, ¿de quién depende el CNI?, que diría él mismo– espiaba a Pere Aragonès con una orden judicial con la que ahora la Moncloa niega tener nada que ver.

Sánchez y Aragonès se verán en breve por el espionaje

Sánchez y Aragonès se verán en breve por el espionaje

Fueron siete semanas desde las elecciones del 10 de noviembre en las que el PSOE y Unidas Podemos trataron de fabricar un traje a medida de Esquerra para que los republicanos se abstuvieran en la investidura, con la sentencia a los cabecillas del procés en carne viva –Oriol Junqueras fue condenado a 13 años de prisión por sedición y malversación–.

Por aquel entonces, Sánchez jugaba con la baza de los indultos para persuadir a ERC de que él era lo mejor que podía pasarles. Ahora que los condenados disfrutan de la libertad desde hace 11 meses, ya no.

El presidente remueve su marmita en busca de una poción que dar a beber a Junqueras, Aragonès y Rufián para tragar el sapo del espionaje sin escupirlo. Ha vivido una pandemia, una guerra y, al final, todo empieza y acaba siempre en Esquerra y en sus 13 diputados.

Su imagen del viernes, haciéndose perdonar la vida por un president que en el otoño de 2019 no hizo nada por detener la violencia callejera de Tsunami Democràtic (entonces Aragonès era el vicepresidente de Quim Torra), fue la de un presidente que ha asumido el papel de víctima del independentismo en el caso Pegasus.

Sánchez y Aragonès buscan fecha para una reunión que de poco servirá si no va acompañada de algo más. En ERC ya advierten de que no bastará con una foto y buenas palabras.

¿Qué más dar a ERC?

¿Qué más darle a Esquerra? La cabeza de la ministra de Defensa en bandeja de plata no es asumible, al menos no antes de la cumbre de la OTAN a finales de junio en Madrid. La desclasificación de los documentos que el jueves la directora del CNI mostró a los portavoces parlamentarios en la Comisión de Secretos Oficiales, quién sabe. El presidente de Junts per Catalunya, Jordi Sànchez, sugirió el viernes retomar la exigencia de una Ley de Amnistía para los muñidores del referéndum ilegal.

Cuando la crisis del espionaje no había enseñado todas sus fauces, el presidente trató de demostrarse a sí mismo y demostrar a ERC que era capaz de gobernar sin los republicanos. Fue durante las negociaciones para convalidar el decreto anticrisis. Pero su intento de bajar los humos a Rufián acabó con el PSOE al borde de un ataque de nervios, Bildu ascendido de socio preferente a socio indispensable y Esquerra silbando.

Toda la carrera política de Sánchez depende de ERC, no solo la legislatura

El drama de Sánchez es que no solo la legislatura depende de los de Junqueras, sino que está encadenado a Esquerra para el resto de su vida política. Como publicó El Debate este sábado, la suma del PP y Vox ya está 8,06 puntos por encima de la del PSOE y Unidas Podemos en la media de encuestas del último mes.

El tándem formado por Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se sitúa en el 36,5 % de intención de voto. En noviembre de 2019, el líder socialista y Pablo Iglesias sumaron el 40,84 % del voto, más de cuatro puntos más. Si entonces Sánchez necesitó a ERC para ser investido presidente del Gobierno, más lo necesitaría ahora de celebrarse elecciones (y eso contando con que tuviera opciones de gobernar).

Siempre Esquerra. Desde que, en febrero de 2019, Sánchez convocó elecciones ante la decisión de los republicanos de no apoyar sus Presupuestos, los primeros tras ganar la moción de censura a Mariano Rajoy.

Para el presidente, la legislatura es eso que transcurre entre enfado y enfado de ERC. La reforma laboral estuvo a punto de caer porque Esquerra votó en contra, la Ley de Memoria Democrática está atascada en el Congreso porque a Esquerra le parece poco, lo mismo que la Ley de Vivienda.

Para aprobar los Presupuestos de 2022, Esquerra hizo al Gobierno cambiar la Ley Audiovisual de arriba a abajo. Y de las cuentas públicas de 2023 ni hablamos: el escenario más probable es que el Gobierno tenga que prorrogar las de este año, porque para entonces Esquerra (también el resto) estará de larga precampaña.

Rufián pasa por delante de Sánchez y de Calviño en el Congreso

Rufián pasa por delante de Sánchez y de Calviño en el CongresoEfe

En la Moncloa repiten y se repiten estos días que la sangre no llegará al río, intentando circunscribir el espionaje a Aragonès al otoño de 2019 y las algaradas callejeras registradas entonces en toda Cataluña tras la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés, sin que el independentismo se crea esa versión. «Había una situación que, por suerte, hemos dejado atrás. Y no creo que nadie quiera volver», sostuvo el viernes la vicepresidenta económica, Nadia Calviño.

Los árboles y el bosque

Calviño mejor que nadie sabe que los árboles de la crisis del espionaje dejarán de tapar, más pronto que tarde, el verdadero bosque: la crisis económica. En mitad de Pegasus, el Gobierno ha rebajado sus previsiones de crecimiento para este año del 7 % al 4,3 %; la Reserva Federal de EE.UU. ha enseñado el camino al Banco Central Europeo al llevar a cabo la mayor subida de tipos de interés en 22 años para atajar la inflación; y la negociación con la UE para que España y Portugal topen el gas al margen del resto –la famosa excepción ibérica– se sigue alargando, un mes y medio después del Consejo Europeo en el que ambos países recibieron el primer –que no definitivo– visto bueno.

Y mientras, todos pendientes del pulgar de Esquerra.

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