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La crónica política

Sánchez y Yolanda Díaz mascan la tragedia: Andalucía amenaza con provocar la implosión de la izquierda

El PSOE se conforma con no caer por debajo del millón de votantes. Podemos, IU y Más País se han hecho el haraquiri. El 19-J se avecina una gran explosión de consecuencias incalculables

Fueron solo 10.890 votos, menos de la mitad de la población de Lepe. Pero aquello no fue un chiste. En las elecciones andaluzas de diciembre de 2018, solo 10.890 votos separaron a Susana Díaz de caer por debajo del millón de votos y arrastrar al PSOE de Andalucía al abismo.

Quién se lo iba a decir al poderoso PSOE de Andalucía, que en los comicios autonómicos de 2004 y 2008 había superado los dos millones de votantes. En 2004, cuando Manuel Chaves hizo coincidir las elecciones con las generales, incluso con un porcentaje de voto superior al 50 %. Uno de cada dos electores votó a Chaves, se dice pronto. El mismo hombre que ahora espera que el Tribunal Supremo borre el epitafio político que le escribió la Audiencia Provincial de Sevilla cuando lo condenó a nueve años de inhabilitación por el saqueo de los ERE.

Aquel 2 de diciembre de 2018 de infausto recuerdo para el PSOE-A, los socialistas creyeron haber tocado fondo, con una participación que se desplomó hasta el 56,56 % y les perjudicó. Imposible caer más bajo, pensaron. Lo seguían pensando hasta hace unas semanas. Pero el escaso tirón de Juan Espadas y el vodevil de la izquierda a la izquierda del PSOE, comandada por Yolanda Díaz, han encendido todas las alarmas.

El millón de votantes es la cifra que separa una derrota de una catástrofe

El millón de votantes es una barrera psicológica, la que separa una derrota que el PSOE da por segura –lo tienen asumido tanto en Sevilla como en Madrid– de una catástrofe sin paliativos.

Los socialistas no quieren ni oír hablar de esa posibilidad. Como tampoco de caer por debajo de los 33 escaños actuales. En el PP de Juanma Moreno no terminan de creérselo y llaman a no confiarse ante la poderosa maquinaria del socialismo andaluz, aunque dé señales de oxidación. Pero todo dependerá de lo que pase en las próximas semanas. Torres más altas han caído en política.

Pedro Sánchez se estrenó este sábado en la precampaña andaluza, en el patio de un instituto público de Torredelcampo, un municipio de Jaén de apenas 15.000 habitantes donde el PSOE gobierna con mayoría absoluta. Así pues, un remanso de paz para Sánchez después de los abucheos que padeció el pasado miércoles en la Feria Internacional del Vino en Ciudad Real.

Desde Ferraz aseguran que el presidente va a implicarse activamente en la precampaña y la campaña andaluza, la sola duda les ofende. Pero la impresión que da es que Sánchez actuará como el canario en la mina: si, conforme se acerque el 19 de junio, sale volando de allí será la señal inequívoca de que se avecina siniestro total.

La izquierda no da con la tecla

La izquierda andaluza está desmovilizada y desmotivada. No dan con la tecla. Han intentado espolear a su electorado utilizando la irrupción de Macarena Olona en las elecciones y no está funcionando. Han intentado acusar a Juanma Moreno de pertenecer a un partido que ha votado en contra de subir las pensiones, el salario mínimo interprofesional y de no querer acabar con la temporalidad en el empleo y tampoco está funcionando.

El viernes, la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, acusó al PP de Moreno de «trincar a manos llenas» en Andalucía, una tierra donde solo el caso de los ERE ascendió a 680 millones de euros malversados por distintos gobiernos socialistas. La sola mención de la número dos de los socialistas a la corrupción en Andalucía, la casa del ahorcado, da idea de lo desnortados que están en el PSOE.

Después del espectáculo protagonizado por Podemos, IU y Más País en las últimas semanas, todo apunta a que el 19-J puede convertirse en una especie de big bang para la izquierda, una gran explosión de consecuencias incalculables. Tanto para Sánchez como para su socia, la vicepresidenta Díaz.

Andalucía, el big bang de la izquierda

Por lo pronto, el presidente del Gobierno se ha puesto la primera venda antes de la herida al posponer el debate sobre el estado de la nación a julio. La explicación oficial es que tiene una agenda muy apretada en junio (como si no hubiera podido convocarlo antes). Extraoficialmente, su idea es recuperar el resuello y la iniciativa tras unas elecciones que para el PSOE son una especie de susto o muerte. Porque en ese debate no tendrá enfrente al líder del PP, sino a Cuca Gamarra. A ella y a Santiago Abascal.

Por los mentideros políticos circulan teorías sobre una nueva remodelación del Gobierno al final del curso, una más después de la que acometió Sánchez en julio de 2021 después de que Isabel Díaz Ayuso barriera al PSOE en las elecciones madrileñas. Rumore, rumore.

De momento es el valenciano Ximo Puig el primero que ha puesto sus barbas a remojar al emprender una operación renove en su Ejecutivo de coalición con Compromís. Pero sin prescindir –no puede hacerlo motu proprio– de su vicepresidenta, Mónica Oltra, que está pendiente de una posible imputación del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana por presunto encubrimiento de los abusos de su exmarido a una menor.

Ada Colau, Mónica García, Mónica Oltra, Yolanda Díaz y Fátima Hamed, en su acto en ValenciaEFE

En lo que respecta a Yolanda Díaz, Andalucía ya ha puesto de manifiesto que la ruptura entre la vicepresidenta segunda y Podemos es imparable. Y no será pacífica. El apoyo de Díaz a la candidata que propuso IU para encabezar la lista electoral, Inma Nieto, ha marcado un punto de no retorno.

Yolanda Díaz cree que Podemos no será nada sin ella y Podemos cree que Yolanda Díaz no será nadie sin ellos

Cuánto dijo sin decir nada Pablo Iglesias el lunes pasado en la SER, cuando se negó a contestar si está «dolido» con la mujer que él mismo designó como su sucesora en marzo de 2021. Yolanda Díaz cree que Podemos no será nada sin ella y Podemos cree que Yolanda Díaz no será nadie sin ellos, y a esa lucha de egos ha quedado reducido el legado de Iglesias.

En diciembre de 2018, los socialistas y demás izquierdas se autoconvencieron de que la llegada de Moreno a la Junta de Andalucía era accidental, un mal sueño del que despertarían en cuatro años y todo volvería a la normalidad. Pero parece que su pesadilla irá a más después del 19 de junio.