Cisma interno
La Cumbre de la OTAN se convierte en una bomba de relojería para Unidas Podemos
Yolanda Díaz y Alberto Garzón evitan confirmar si asistirán, pero la vicepresidenta segunda deja entrever que sí. Y defiende la legalidad de los contratos que Podemos cuestionó el lunes
La participación de Unidas Podemos en la Cumbre de la OTAN y su ambigüedad respecto a la guerra de Vladimir Putin están siendo más conflictivas para la propia Unidas Podemos que para Pedro Sánchez.
Se suponía que la ausencia de Yolanda Díaz en el acto conmemorativo del 40º aniversario de la entrada de España en la Alianza debía contribuir a aliviar tensiones con Podemos. Y, más en particular, con Irene Montero e Ione Belarra, que en su día chocaron con la vicepresidenta segunda al oponerse al envío de armas a Ucrania.
Sin embargo, la granada de mano que lanzó el lunes el portavoz del partido morado, Javier Sánchez Serna, contra La Moncloa al acusar al Ejecutivo de adjudicar «a dedo» 37 millones de euros para la organización de la Cumbre (en realidad fueron 31) ha provocado una fuerte explosión intramuros. Puesto que la decisión se adoptó en el Consejo de Ministros del pasado 26 de abril, y por tanto participaron en ella -y de ella- los cinco ministros de Unidas Podemos.
Tanto Díaz como Alberto Garzón han salido este martes a defender que la adjudicación de esos dos contratos (uno de 29,7 millones y otro de casi dos) «cumple todos los requisitos de legalidad». Invitando a cualquiera que tenga dudas a consultar los expedientes.
Lo han hecho durante una comparecencia posterior al Consejo de Ministros en la que, sin embargo, una y otro se han resistido a confirmar si participarán en la Cumbre de los días 29 y 30 de junio. Ambos se han escudado en sus respectivas agendas, cuando la fecha está cerrada y anunciada desde el pasado 8 de octubre. Es decir, hace casi ocho meses que Sánchez anunció que sería en Madrid los días 29 y 30 de junio, «en un momento histórico para la organización», añadió entonces.
«No sé lo que voy a hacer la semana que viene»
«Lo digo por ser honesto: no sé lo que voy a hacer la semana que viene», ha asegurado el ministro de Consumo. Garzón ha señalado que todos conocen la «opinión, genealogía e historia» de IU, en alusión a su antimilitarismo; pero también ha remachado su «absoluto compromiso con el acuerdo del Gobierno de coalición». Intentando nadar y guardar la ropa.
Más complicado lo tendrá Díaz, que es miembro del Consejo de Seguridad Nacional en su calidad de vicepresidenta segunda (todos los vicepresidentes lo son). Además de socia en jefe de Sánchez.
La también ministra de Trabajo ha señalado que el lunes no estuvo en el acto de conmemoración presidido por el Rey porque tenía que practicarse unas «pruebas médicas», aunque no ha querido aclarar si hubiera estado de no haber tenido que ir al hospital.
En cualquier caso, Díaz está entre la espada y la pared de cara a la celebración de la Cumbre de Madrid. Siempre ha mantenido su perfil institucional y, además, desde su entorno recuerdan que proviene de una ciudad militar y tiene militares en la familia.
Pero, en paralelo, Podemos no quiere que vaya porque rompe su línea de flotación. El partido que fundara Pablo Iglesias ha hecho casus belli -irónicamente- contra la política de Defensa de Sánchez, que el lunes aprovechó para ratificar su compromiso de aumentar el gasto en la materia. Para Podemos, ver a Díaz codeándose con el secretario general de la OTAN sería un sapo difícil de tragar. Y un motivo más de confrontación interna.
La que no ha tenido ningún reparo en defender la «importancia estratégica» de esta Cumbre ha sido la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez. Que, sin embargo, no ha podido confirmar si el presidente tendrá la ocasión de verse a solas con su homólogo norteamericano, Joe Biden.