Javier Borrego, exmagistrado de la Sala Tercera del Tribunal Supremo
Entrevista al exmagistrado del Supremo Javier Borrego: «El indulto al 'procés' fue un autoindulto del Gobierno para subsistir en el poder»
El magistrado emérito del Alto Tribunal analiza para El Debate la situación de la Justicia en nuestro país, las últimas reformas ideológicas del Gobierno y el incumplimiento de las sentencias judiciales y los indultos
Javier Borrego Borrego (Sevilla, 1950) es de esos hombres comprometidos con sus principios –y con el cumplimiento de la ley– hasta las últimas consecuencias. Licenciado en Derecho con tan sólo veinte años, tras obtener el permiso para superar en un año los dos últimos cursos de la carrera, arrancó su trayectoria profesional como secretario de la magistratura de Trabajo y, más tarde, como abogado del Estado. Juez del Tribunal Europeo de Derechos Humanos entre los años 2003 a 2008, a su vuelta a España se incorporó a la Abogacía de la Audiencia Nacional, al Tribunal Supremo y, más tarde como abogado jefe del Tribunal de Cuentas. En 2018 fue nombrado magistrado de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo desde la que adelantó su jubilación para incorporarse, hasta la actualidad, como consejero independiente del Consejo de Administración de la Financiera de El Corte Inglés, S.A., y como director del departamento Contencioso-Administrativo del Despacho Durán & Durán Abogados.
–Los constantes ataques a la Constitución en España parece haberse incrementado en estos últimos tiempos, ¿se puede estar en contra de la norma?
–Yo no soy partidario de reformar la Constitución. Sería abrir un melón sin saber lo que tiene dentro. Y es un intento más de desestabilizar un sistema que lleva muchos años funcionando y que funciona bastante bien. La teoría es que esto hay que reformarlo. No, lo que hay es que cumplirlo.
–¿No se cumple la Constitución en España?
–En algunas cosas. Por ejemplo, la Constitución dice que el gasto público se hará con criterios de eficiencia y de economía –que son criterios mensurables que se pueden medir perfectamente– y también dice que todos contribuirán al sostenimiento de las cargas públicas con acuerdo a su capacidad económica. De un lado tenemos el delito fiscal: si tú no contribuyes con arreglo a tu capacidad económica, cometes un delito fiscal y puedes ir a la cárcel. Pero si tú gastas en el gasto público –y se hace a lo loco– pues eso es un gasto público que no es eficiente ni es económico. Entonces, si alcanza un cierto volumen, ¿debería ser introducido el delito en el gasto público en el Código Penal?. Esto mismo lo escribí siendo abogado del Estado. Lo mandé a un periódico y su director, que era un amigo, se lo mandó a mi director general en la Abogacía del Estado que me llamó y para llamarme la atención.
–Los últimos condenados por malversación en firme por el 1-O, no han respondido todavía con su propio patrimonio y se niegan a ejecutar una sentencia que impone que el 25% de las asignaturas se den en la lengua cooficial en Cataluña. ¿No hay ninguna forma de que el Estado pueda defenderse de ese incumplimiento sistemático?
–Yo estuve en el Tribunal de Cuentas en la primera consulta del 9S, como abogado de Estado, y mi participación fue sumamente impugnada por la Generalitat pero aguanté hasta el final –hasta que en la sentencia me quitaron la legitimación– intentando más que cumplir la ley y salió relativamente bien. Lo que ha salido después, el 1 de octubre, es harina de otro costal que ahora hay que verlo. Lo único que hay que hacer es cumplir las leyes. Es muy fácil cumplirlas. Un ejemplo de esto. Nosotros elegimos un Gobierno y le damos el poder de gobernarnos. Gráficamente, les hacemos inquilinos del Gobierno que es una propiedad de los ciudadanos. Los inquilinos tienen que actuar conforme a lo que dice la Constitución y con lealtad al rey. Sencillo. Si el Gobierno no cumple eso, no está cumpliendo el arrendamiento que le hemos hecho. No lo está cumpliendo. Y entonces, en esa propiedad que están ocupando como inquilinos, sitúan a un gabinete de comunicación que está distrayendo a la gente.
O aplicamos el Derecho y cumplimos la ley o nos hundimos todos
–¿Hay entonces un movimiento consentido desde el Gobierno para incumplir el orden constitucional sin consecuencias?
–La Constitución no va a ser modificada por una mayoría que, evidentemente, no se tiene. Decir lo contrario es hablar por hablar pero es que se intenta minar, demoler, rascar las instituciones. Estamos en un momento que tenemos una deuda pública que está haciendo explotar las tuberías del Estado y que, como no las cambiemos, van explotar de la absoluta presión. Hay unas normas que no se cumplen y unas instituciones degradadas. Eso es horrible, porque cuando esto cambie y los actuales responsables vuelvan al uso de la razón política va a tener que arreglarse el desastre a fondo. Cambiando las canalizaciones por completo.
–Los separatistas catalanes por una parte, esas a las que llaman «madres protectoras», condenadas en firme por haber secuestrado a sus hijos, por otra. ¿Se justifican los indultos del Gobierno?
–Los indultos como medida de gracia existen en todos los gobiernos, pero claro, hay que hacerlos conforme al espíritu de lo que son porque, entre otras cosas, el indulto es una medida de gracia histórica. Es decir, cuando el gobierno indulta está ejerciendo una relativa regia. Afortunadamente la sección quinta de la Sala Tercera, por cierto, mi antigua sección ha admitido a trámite los recursos contra los indultos. Veremos cuál es el resultado final. Yo tengo mi opinión: los requisitos formales controlables al 100 % no se han respetado. Evidentemente, el requisito del arrepentimiento es inexistente. Y, sobre todo, que eso no es un indulto. Es un auto-indulto. El Gobierno para subsistir ha indultado a los presos del 'procés', para que le apoyasen en la sesión de investidura o para recibir su apoyo después.
Y, lo de Juana Rivas esta mujer que se llama María Sevilla, son el anti indulto. Para que se conceda la medida de gracia tiene que haberse dado una actuación penal y una condena con sus dos fines –un espíritu ejemplificador, para que los que estamos fuera de ese caso no nos animemos a cometer el miso delito y un efecto educativo para quien ya está en prisión no lo vuelva a hacer– en este caso, sobre todo en este último, se justifica el indulto como una medida protectora de una sentencia que consideran injusta. Sabe el Gobierno lo que es un Estado de Derecho o representativo con tres poderes independientes Ejecutivo, Legislativo y Judicial? Se puede aplicar la medida de gracia conforme al procedimiento establecido pero que no insulten, no injurien, no descalifiquen a otro poder. A ver qué dicen los tribunales.
–El Constitucional dijo que los estados de alarma habían sido inconstitucionales y aun así el Gobierno dijo que si volviesen a pasar por la misma situación, volverían a hacerlo exactamente igual...
–Elizabeth Neumann es una politóloga alemana que hizo una teoría, la de la espiral del silencio. Yo parto del principio de que la gente olvida la libertad de expresión. La tenemos todos los ciudadanos, todos. No se exige ni título universitario, ni siquiera buena fe. Entonces, cuatro o cinco personas con libertad de expresión reconocida lanzan una teoría que va creciendo, va creciendo, es una espiral que va aumentando y llega a la gente y, unos por comodidad, otros por cobardía, dejan que vaya creciendo. Y algunos instrumentos mediáticos la van desarrollando, desarrollando y al final la teoría llega arriba y lo que era opinión de cuatro disparatados se convierte en opinión pública. Eso es lo que está pasando y hay que cortarlo. ¿Cómo se corta? Diciéndolo con toda naturalidad el mundo. Lo que tú me estás diciendo es que no se puede hacer. No se puede hacer.
En este país tenemos silencios atronadores como el de la lengua castellana en Cataluña. Calladito todo el mundo. Hay que hablar sin miedo. Con coraje. Con valentía
–¿Qué le ha parecido el regreso de Don Juan Carlos a España? ¿Qué es lo que pasa con la Monarquía?
–Volvemos a la teoría del gran silencio. Yo, sinceramente, creo que a un Rey emérito no se le pueda hacer esta cacería, esta jauría humana que le están haciendo y ante la que muchos, muchos callan. A quien no le gusta la monarquía de raíz, lo primero que tiene que pensar es que esto es un Estado de Derecho. Hay unas normas, unas leyes y una Constitución que dicen que somos una Monarquía Parlamentaria. Se acabó. Si tú no quieres, la cambias con las mayorías necesarias porque si empezamos a utilizar subterfugios... En este país tenemos silencios atronadores. La lengua castellana en Cataluña. ¿Se ha pronunciado sobre los ataques que sufre la Academia de la Lengua Española? Calladito todo el mundo. Es que es una sensación de cobardía de una sociedad dormida, aborregada... Hay que hablar sin miedo. Con coraje. Con valentía.
–El Poder Judicial que no deja de ser un control a los desmanes de otros poderes, ¿es del todo independiente?
–En líneas generales, sí. Pero son humanos y fuera de la mayoría hace mucho frío. Yo, en concreto en el Tribunal Europeo, alguna vez tuve que hacer votos particulares porque tenía opiniones disidentes y, ahora, en Varsovia, que vengo de allí, me he encontrado antiguos colegas y nuevos que me recordaron, en concreto una opinión disidente mía en un caso de aborto contra Polonia, que todavía se cita. ¿Por qué? Porque en una gran sala de 17 jueces, yo fui el único de opinión contraria. Y les molestó que el Times me dedicase media página: «Memorable opinión disidente». Claro. Pero para eso tienes que hablar. Si no hablas, malo.
–Ha hablado sobre el aborto. En España lleva pendiente un recurso en el Constitucional desde hace doce años. Se acaba de presentar un nuevo anteproyecto. ¿Cree usted que el aborto, tal y como está regulado en nuestro país, es legal o es constitucional?
–La primera ley del aborto en España fue declarada constitucional y yo la respeto. Desde ese momento entran en vigor las normas internacionales la Carta de San José sobre Derecho a la vida de la concepción y yo, ahí, tengo mi opinión personal y digo que no estoy muy de acuerdo con aquella primera norma pero, dentro de lo malo, la acepto. La ley que está ahora mismo en aplicación... se está aplicando fatal. Y el retraso del Constitucional es asombroso. En 2010 se interpuso un recurso de inconstitucionalidad y se pidió la suspensión de la ley, que se deniega, en un acto en el que se terminó diciendo: «No obstante, esta denegación de la suspensión, este rechazo a la suspensión, el tratamiento del fondo de esta cuestión, se hará con carácter prioritario». Prioritario. Hace 12 años. Doce y no se ha hecho. Hablando con algunos magistrados del tribunal, me decían que las propuestas se iban a rechazar. En un tribunal no eres uno más. Si la mayoría lo rechaza plantea tu opinión particular. Un voto particular. Astuto. No un rollo filosófico. Porque yo digo que un voto particular puede dar esperanzas. El aborto no se está examinando por el derecho a la vida, sino por una M-30 que se llama derecho a la vida privada. Me produce horror .