Frente a otras comunidades
Los exámenes de selectividad de Lengua y Literatura española son hasta dos puntos más fáciles en Cataluña
Así lo recoge un informe del sindicato AMES, de Acción para la Mejora de la Educación Secundaria, que ha estudiado las pruebas de la EBAU o PAAU (en Cataluña) y las competencias básicas de 4º de ESO
Las pruebas de la selectividad en Cataluña tendrán lugar el 14 y 16 de junio. Pruebas que han estado en el punto de mira en los últimos años por las trabas que ha puesto la Generalitat para facilitar los exámenes en castellano. De hecho, se priorizaba siempre el catalán a la hora de repartir los enunciados de las pruebas. Este año será diferente, a raíz de la sentencia del TSJC que condenó a la Generalitat por vulneración de los derechos lingüísticos de los estudiantes en esta prueba.
Pruebas, o los resultados de pruebas como ésta o como las de 4º de ESO de competencias básicas, se han utilizado para justificar que en Cataluña se mantenga el modelo de inmersión lingüística, un «modelo de éxito», porque según el gobierno catalán, los alumnos acaban su educación con pleno dominio de castellano y catalán. Y se aferran a los resultados de estas pruebas. Resultados, que por supuesto, dicen desde el Govern, son muy similares a los de un estudiante de Salamanca, Madrid o Sevilla.
Pero desde el sindicato de profesores AMES, se cuestiona precisamente la dificultad de las pruebas de la selectividad, y también la de competencias básicas de 4º de la ESO en lo que se refiere a Lengua y Literatura española. ¿Por qué? Desde este sindicato consideran que son más fáciles estas pruebas en Cataluña que en otras comunidades autónomas. De entrada, entre 1-2 puntos más fáciles.
Análisis de los últimos años
Así lo recoge este sindicato en un estudio, titulado «Algunas diferencias entre los exámenes de lengua castellana y literatura, de las pruebas de competencias básicas y de las pruebas de acceso a la universidad, realizados en Cataluña respecto a los de otras comunidades autónomas». Y se analizan las pruebas de los últimos años, desde el curso 2015-2016. El patrón poco ha variado desde entonces.
Es lo que ha explicado a El Debate el portavoz de Ames y uno de los autores del estudio, Antonio Jimeno. Y es que en Cataluña, por poner un ejemplo, en las pruebas del curso 2020-2021, se da mucha puntuación a la comprensión lectora y a la expresión escrita. Concretamente estos ámbitos representan un 70% de la nota, mientras que la parte gramatical sólo supone un 30%. Y aún así, el informe apunta que «en esta parte gramatical que puede resultar más difícil, solo se pide distinguir entre una cosa y otra, por ejemplo, si hay alguna agramaticalidad y señalarla». Y a esto hay que añadir, que mientras en otras comunidades autónomas se pide un análisis morfológico o sintáctico, en el caso de Cataluña se hacen preguntas tipo test. Y sólo se le da un valor de 0,5 puntos, con lo que si los alumnos no responden bien penaliza muy poco. En el caso de Madrid, en cambio, la valoración de este tipo de preguntas es de 1,5 puntos.
En uno de los ejercicios, por ejemplo, se pone este frase: «Tenemos que ….. los documentos antes de enviarlos». Se trata simplemente de elegir entre el verbo cortejar o cotejar. Y en otro se pide al alumno que conjugue el verbo que se indica de «forma adecuada y coherente» para completar las secuencias: «Está claro que quien …. (traducir) ese texto no tenía ni idea de inglés»; o esta frase: «Si vosotros no ...(tener) ganas de hacerlo ahora, … (dejar) que lo hagan ellos». En definitiva, según Jimeno, son ejercicios que se pueden responder muy fácilmente porque «no necesitan un aprendizaje especial, no se les pregunta por ejemplo, por el tiempo verbal que están utilizando» y se puede aprobar así «sólo con el uso natural del castellano que se hace en la calle».
Y en en el caso de la Literatura, el profesor destaca que «no hay preguntas de literatura de otra época. No se pregunta por la Generación del 27, por ejemplo». En cambio, en Madrid, sí se preguntó por «La poesía de la generación del 27» o sobre «El teatro anterior a 1939. Tendencias, autores y obras principales». En Cataluña los alumnos tienen que leer dos libros durante el curso «y si a eso le añadimos que hay dos opciones, el estudiante no hace falta que se lea los dos, con un libro ya es suficiente». También en el caso de este ámbito, de la Literatura, en la selectividad catalana algunos de los ejercicios tienen preguntas tipo test.
Solo castellano en la clase de castellano
¿Y por qué se da esta diferencia de nivel en el caso de Lengua y literatura española entre comunidades? Se usan los exámenes, dice Jimeno, para que la nota no sea escandalosamente baja en relación a otras autonomías, algo que en cualquier caso, el profesor considera «absurdo porque cada una hace su prueba y no se pueden comparar, son ejemplos totalmente diferentes». Y además, Jimeno hace otra reflexión: «En Cataluña se da en castellano sólo la asignatura como tal. Y sólo dos horas en primaria, tres en secundaria y dos en bachillerato. Todo lo demás es en catalán. ¿Cómo se puede conseguir el mismo nivel en español que en otras comunidades que sólo tienen el español como vehicular? Es imposible. Por eso se usan exámenes más sencillos, para que la nota no sea tan baja». Y lo mismo ocurre con los exámenes de 4ª de ESO, que van en la misma línea.
Jimeno también explica que en los dos últimos años han bajado el nivel de los exámenes de catalán, que «tradicionalmente eran mucho más difíciles». En este caso, apunta, puede haber influido el intentar «presumir del éxito de la gestión educativa. Y si se facilitan los exámenes, el porcentaje de alumnos que supera las pruebas es más alto, y así se puede presumir de que las cosas se están haciendo muy bien». Y aún así, precisa, «en el caso del castellano es excesivo, casi escandaloso, diría».
Y ante el resultado que arroja este informe, sus autores apuestan por un examen único en toda España: «Para evitar esta posible injusticia del sistema, sería necesario que todos los alumnos que quisieran acceder a una universidad española, realizaran la misma prueba de acceso o, en su defecto, la misma prueba de evaluación final de Bachillerato. En aquellos estudios en los que hubiera más solicitudes que plazas, sí se podría establecer una prueba común de acceso».