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Entrevista al héroe español de Mali

Miguel Ángel Franco: «Un denominador común donde el terrorismo campa a sus anchas es la falta de fortaleza del Estado»

El teniente coronel, actualmente jefe de batallón en la Academia General Militar (AGM) de Zaragoza, siempre será recordado como el valiente que salvó a un grupo de turistas europeos de unos yihadistas armados

Miguel Ángel Franco Fernández (Valencia, 1974) es un héroe. Durante una misión de entrenamiento de la Unión Europea en Mali, este militar del Ejército de Tierra –curtido en las misiones internacionales de Bosnia, Kosovo, Líbano, Afganistán, Somalia o Túnez– salvó a un grupo de turistas europeos de la masacre que habían planificado, en junio de 2017, un grupo de yihadistas provistos de ametralladoras en el albergue ecológico de Le Campement, en Bamako –la capital del país africano–. El mismo comando armado ya había matado a cinco extranjeros en un primer ataque. Por su valentía, su generosidad y su capacidad de reacción fue condecorado por la Unión Europea con el máximo reconocimiento militar y declarado Hijo Adoptivo de Zaragoza, ciudad en la que reside y donde trabaja, actualmente, al frente del batallón de la Academia General Militar (AGM). El Debate ha hablado con él, en el marco del primer Congreso de Víctimas del Terrorismo celebrado, esta misma semana, a instancia de la Comunidad de Madrid y la Fundación San Pablo CEU.

–¿Cómo cambió su vida, si es que cambió en algo, aquel día en que salvó la vida de tantas personas?

–Bueno, en lo profesional un poco. Porque aunque era mi séptima misión, al tratarse de un lugar público y en un país extranjero tuvo más repercusión de lo que era habitual. Entonces me sacó un poco de mi vida y de mi rutina como militar. Y, personalmente, sí que fue un gran cambio porque, al final, soy superviviente de un episodio muy crítico en el que recibí del orden de 60 o 70 disparos, lo que supuso empezar a vivir una vida extra. A partir de ese día todos los 18 de junio me pongo el mismo bañador rojo que llevaba aquel día cuando ocurrió todo y celebro mi cumpleaños.

–¿En qué momento se da cuenta de que algo no va bien y qué es lo que le pasa por la mente?

–Gran parte de la clave del éxito de aquel día fue la reacción ante este tipo de ataque. Los terroristas buscaban sembrar el terror pero no sólo a los que estábamos allí presentes sino al resto del mundo a través de la propaganda. Entonces, su idea de rodearnos, capturarnos como rehenes y masacrarnos a lo largo de la mayor número de horas posible se vio frustrada por esa reacción temprana. Al final, yo creo que es un poco la la preparación, el tener claro que algo así podía llegar a pasar y gracias a eso se salvaron muchas vidas. En el momento del ataque no teníamos manera de defendernos, y mi obsesión era encontrar un arma con la que proteger a las personas que nos habíamos dispersado.

Los terroristas buscaban sembrar el terror no sólo en los que estábamos allí sino al resto del mundo a través de la propaganda

Hubo un segundo instante milagroso que es encontrar a un teniente coronel que llevaba una mochila y resultó ser el jefe del grupo y encargado de llevar ese arma que nos tenía que proteger. Él no estaba en condiciones de utilizarla. Estaba en shock. Y yo le miré a los ojos y le pregunté: «¿Puedo utilizar tu arma?». Me dijo que sí. Ahí fue cuando volví a respirar. Sabía que aquellos 14 cartuchos iban a salvar unas cuantas vidas más.

–Tras lo ocurrido, ¿ha vuelto a tener contacto con esas personas a las que le salvó la vida y qué le han dicho si es que han tenido ocasión de hablar con usted?

–El ser humano es maravilloso porque cada uno reacciona de una manera. Hubo gente que vino a darme las gracias por el simple hecho de haberles sacado de la zona de fuego, como quien dice realmente fue gritar y activar a la gente, activar al mayor número de personas para ganar distancia en el menor tiempo posible, que es al final la salvación en este tipo de ataques. Otros del grupo más cercano al que salvé frente al terrorista vinieron a darme las gracias por la acción física en sí de abatir al terrorista que les iba a matar. Y, algunos no me dieron ni las gracias. En general, fue de gratitud. Incluso un año o dos después, en Navidad, siempre recibo algún mensaje de alguien que recuerda que «estoy vivo gracias a ti».

–Usted ha estado en distintas misiones en los Balcanes, Afganistán, Mali... ¿Qué tienen en común, si es que lo hay, los grupos terroristas? ¿Cómo combatir al terrorismo?

–Se combate con la fortaleza y la victoria moral frente al terrorista. El terrorismo trata de crear terror y conseguir conseguir sus objetivos a través de la violencia. Al final, frente a eso, lo que hay que hacer es fotalecer al Ejército, apostar por la estabilidad y el desarrollo de las instituciones, y dotar a la Justicia. Un denominador común en todos los sitios donde el terrorismo campa a sus anchas es la falta de la estructura del Estado. Los grupos terroristas utilizan los espacios vacíos.

–¿Cuál es el terrorismo más peligroso, el más activo, la amenaza real más cierta que tenemos ahora mismo a nivel global o incluso en España?

–Todos los terrorismos son igual de peligrosos. Desde el momento en que se decide la violencia como forma de actuación en contra de la legalidad, para mí no hay un gradiente de peligrosidad. Una vez que uno ha decidido esa forma de actuación hay que hacerle frente con las herramientas de la legalidad y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Ésa es nuestra fortaleza, lo que nos protege y nos da seguridad.

-–¿Cree usted que precisamente porque somos sociedades avanzadas que disfrutamos de un nivel de seguridad muy alto somos tan buenistas con respecto a las amenazas que son reales?

–En España hemos sufrido durante tantos años, tantos tipos de terrorismo, que yo creo que somos uno de los países más seguros en ese sentido. Estamos en una buena situación, tenemos los mejores mimbres, los mejores Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, una legalidad bastante adecuada para hacer frente a todo ello... La seguridad siempre es una sensación subjetiva y la sensación de riesgo, también, pero en nuestro caso la objetividad la marca la profesionalidad de todos los que intentamos hacer frente a esta amenaza.

–Ahora que ocupa una tarea formativa, ¿cómo lleva pasar del terreno del enfrentamiento real a la parte más académica?

–No voy a negar que echo mucho de menos salir de misión pero también es verdad que en algún momento de tu carrera militar tienes que hacer una pausa e intentar transmitir tus experiencias y que esas experiencias sirvan para como referente para aquellos que están empezando su carrera. La formación, inculcar esos valores que a mí me transmitieron para que sigan pasando a otras generaciones, es un trabajo apasionante. Empatizar con los jóvenes y conocer cómo ven las cosas, también es importante. Yo muchas veces me peleo con su cortoplacismo. Frente a eso están el sentimiento del deber, del valor, del esfuerzo, del sacrificio, de que los frutos se recogen a largo plazo... se trata de una inversión.

No son los años sino los daños los que te forman como persona y como profesional

Cuando yo era alumno sólo veía unas personas que me hacían la vida imposible sin entender por qué lo hacían, como levantarme a las 03:00 de la madrugada o cuando estaba lloviendo. ¿Por qué tantas penurias?. Y todas las respuestas las he encontrado veintisiete años después: porque hace falta hacerse fuerte.

El teniente coronel Miguel Angel FrancoPaula Argüelles

–Escuchándole se confirma que los militares son de una pasta especial. ¿En qué lugar queda el miedo dentro de su profesión?

–El miedo es necesario o de lo contrario no estaríamos vivos ni la mitad de nosotros. El miedo es necesario porque te alerta y pone tu mente y pone tu físico en condiciones de reaccionar. Además, genera una serie de sustancias que son las que te sacan de las zonas de peligro. Yo recuerdo que en Mali me destrocé los pies. Los tenía en carne viva cuando llegaron mis rescatadores y no sufrí dolor porque mi cuerpo segregó adrenalina. El miedo inconsciente está bien. El problema es el miedo consciente, ése es el peligroso, el que te bloquea, el que te impide pasar a la acción. La preparación, es esencial si es que te prepara para ese tipo de escenarios pero evidentemente hay un porcentaje humano de fallo y yo he visto actos de cobardía en momentos cumbre. Hay que ser de una pasta especial para dar el paso de afrontar una profesión como la militar llena de sacrificios, llena de sinsabores y en la que muchas veces las satisfacciones son íntimas del deber cumplido.

–No le voy a preguntar a cuántas personas ha matado para proteger a otras. ¿Recuerda si la primera vez que lo hizo se enfrentó a algún dilema o si el entrenamiento los elimina?

–Me hace esa pregunta sin saber lo que pasó en Bosnia cuando yo era un joven teniente. Al final, no deja de ser como el médico que sale a operar. El primer día después de su carrera, se enfrenta a la realidad. Pues bien, es verdad que nosotros, cuando vamos de misión, lo hacemos bajo el paraguas de unos acuerdos firmados con el país anfitrión, el que te pide la ayuda, y dentro de ellos está el las reglas de enfrentamiento que dejan muy claro en qué momentos debe emplearse el uso de la fuerza, incluso fuerza letal, bajo unos mínimos y en Bosnia, esos mínimos, eran los niños que usaban para bloquear los avances. En una operación de rescate tuve mi primer dilema. No nos pusieron a ningún niño pero las órdenes eran claras y una cosa es la misión y otra cosa es lo que la conciencia de cada uno. No es una tarea fácil saber qué hacer en momentos en los que hay que tomar decisiones en muy poco espacio de tiempo. Y de ello depende, como ha dicho, la vida de terceras personas.

–¿Qué mensaje positivo constructivo lanzaría a quienes han sido víctimas del terrorismo? ¿Cree que estamos cayendo en una desmemoria colectiva cuando el tema no nos afecta de manera directa?

–Si el tener la memoria corta es uno de los resortes que te ayuda a seguir viviendo, el tener mala memoria, tiene el efecto contrario. Así, la asociación de Víctimas del Terrorismo es la única asociación que tiene carácter asistencial, es decir, tiene un grupo de psicólogos, talleres e innumerables actividades asistenciales. De hecho yo participo en ellos porque me gusta, me siento bien, me emociono al ver las víctimas superando esos sus miedos, sus limitaciones, sus traumas... Yo creo que las asociaciones por están haciendo mucha y muy buena labor. Y que todo, toda la sociedad, tenemos que estar dándoles aliento.