Fundado en 1910

Pedro Sánchez y Juan Espadas en MálagaEva Ercolanese/PSOE

Crónica política de la semana

El PSOE inicia una operación de control de daños para salvar a Sánchez de la quema andaluza

Que nadie espere del presidente que se coloque el primero en la foto de la derrota, ni que se dé golpes en el pecho. Tampoco que asuma la más mínima responsabilidad. Todo lo contrario

El miércoles 5 de mayo de 2021, un día después de la aplastante victoria de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, pasaron muchas cosas en Ferraz. Pedro Sánchez se dio cuenta de que la severa derrota inflingida a Ángel Gabilondo –que quedó por detrás de Más Madrid– era en realidad la suya propia.

Temeroso de que algunos en el PSOE empezaran a cuestionarse si el partido iba por el buen camino, reaccionó como reaccionaría un dirigente con mucho amor propio y un poder casi plenipotenciario: evitando cualquier conato de rebelión antes de que se produjera.

Esa tarde, al caer el sol, el PSOE anunció su decisión de adelantar las primarias del PSOE andaluz para elegir al candidato a las futuras elecciones. Fue una maniobra pensada para pillar con el pie cambiado a Susana Díaz y acabar, de una vez por todas, con la gran enemiga de Sánchez. Colocando en su lugar al entonces alcalde de Sevilla, Juan Espadas.

Se cumplió el guion del presidente, una vez más. Una semana después, la militancia del PSOE-A eligió a Espadas frente a Díaz por un margen de 17 puntos –muchos menos de lo deseable en Ferraz–. Fue el golpe de gracia para esta última, que finalmente entregó las armas en julio, cuando el alcalde de Sevilla fue elegido también secretario general del partido.

Este domingo, de alguna manera se cerrará el círculo que Sánchez inició aquel 5 de mayo de 2021; cuando colocó a Espadas como escudo humano para protegerse de la derrota en Madrid, de Susana Díaz y de cualquier atisbo de crítica interna.

Sánchez no asumirá la derrota como suya

Que nadie espere de Sánchez que se coloque el primero en la foto de la derrota (que los socialistas se temen histórica), ni que se dé golpes en el pecho. Tampoco que asuma la más mínima responsabilidad, pese a que Juan Espadas ha sido una apuesta enteramente suya para fumigar el PSOE-A y eliminar cualquier resto de susanismo.

Todo lo contrario. La guardia de corps del presidente ya prepara desde hace días una operación de control de daños tras el 19-J, por miedo a que el previsible batacazo acentúe la sensación de fin de ciclo del sanchismo. Una en cuatro fases.

Lo primero será tratar de encapsular la derrota, circunscribirla a Andalucía y a la «realidad andaluza». Los socialistas dirán que el resultado no es extrapolable, negarán que sea un castigo a Sánchez y avisarán a Juanma Moreno de que estarán muy vigilantes para que no se produzca un retroceso en derechos con Vox. Lo previsible.

Será significativo si esta misma noche electoral hay o no reacción desde Ferraz, y en qué términos. En las elecciones de Castilla y León, la noche del 13 de febrero compareció la vicesecretaria general, Adriana Lastra, para lamentar que el PP hubiera provocado un «efecto Vox», pasando de soslayo sobre los siete procuradores que había perdido el socialista Luis Tudanca.

Sin embargo, en las elecciones de la Comunidad de Madrid del 4 de mayo de 2021 no hubo comparecencia alguna desde el cuartel general de los socialistas. Es más, Ángel Gabilondo siguió el recuento desde un hotel y desde allí dio la cara junto a su equipo. Sin nadie de la cúpula nacional.

Ángel Gabilondo, la trágica noche electoral del 4-M para el PSOE

Lo segundo será limpiar la escena de la escabechina cuanto antes, como si allí no hubiera pasado nada. Para ello, el PSOE anunciará la inmediata puesta en marcha de la maquinaria para las elecciones municipales y autonómicas, donde los socialistas se juegan su poder territorial. Y empezarán las filtraciones sobre los candidatos en las grandes capitales: Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza… Como siempre, en las quinielas sonarán los nombres de algunos ministros. Reyes Maroto y Margarita Robles son dos clásicos. Siempre suenan.

En breve empezarán las filtraciones sobre los candidatos del PSOE a las grandes capitales

Lo tercero será recuperar la iniciativa desde La Moncloa. El martes 28 de junio, nueve días después de las elecciones, el Gobierno tiene previsto aprobar la prórroga del plan anticrisis, que incorporará nuevas medidas. Se habla, entre ellas, de algún tipo de descuento para el transporte público y de más ayudas directas a los sectores y colectivos que más están sufriendo el azote de la inflación.

Solo un día después arrancará la Cumbre de la OTAN, que Sánchez utilizará para sacar brillo a su perfil internacional. Está invitado Volodimir Zelenski, aunque de momento el presidente ucraniano no ha confirmado su presencia. Si no acude intervendrá por videoconferencia. En La Moncloa trabajan para agendar algún tipo de encuentro bilateral con Joe Biden para que no se repita la escena de la Cumbre de junio de 2021 en Bruselas, cuando el presidente tuvo que abordar a su homólogo norteamericano por un pasillo, a matacaballo.

Pedro Sánchez «al asalto» de Joe Biden en un pasillo

La primera quincena de julio podría celebrarse, finalmente, el debate sobre el estado de la nación, que sería el primero para Sánchez como presidente. Ahí juega con la ventaja de que enfrente no tendrá a Alberto Núñez Feijóo –que es senador, no diputado–, sino a Cuca Gamarra, una baza que utilizará para empequeñecer al líder de la oposición. Porque el efecto Feijóo sigue en las encuestas.

Lo cuarto, en realidad, no está en manos de Sánchez. O no del todo. El jueves 14 de julio se constituirá el Parlamento de Andalucía y por esas fechas se fijará el debate de investidura. El presidente del Gobierno no dejará bajo ningún concepto que el PSOE-A se abstenga, por más que los socialistas vengan alertando del peligro de Vox.

Retratar a Juanma Moreno con Vox es la máxima aspiración de Sánchez, y el candidato del PP lo sabe y tratará de evitarlo a toda costa. Ya lo dijo Moreno el jueves en una entrevista en El Debate: «Sánchez necesita a Vox. Quiere que pactemos con Vox de cara a las elecciones generales porque le da argumentos, le ayuda».

Pero tal vez el líder socialista pinche en hueso. Una vez vistos los resultados, en el hipotético –hipotetiquísimo– caso de que el presidente diera un giro copernicano y apostara por una abstención estratégica, ello sería la señal de que nada de lo anteriormente expuesto le ha funcionado.