Entrevista
Mayor Oreja: «Cuando vimos la nota, en la que ETA daba 48 horas, supimos que era un plazo para asesinarlo»
Era el ministro de Interior hace 25 años; cuando ETA, en 48 horas, secuestró y asesinó a Miguel Ángel Blanco. Ahora comparte aquella dolorosa experiencia en esta entrevista con El Debate
Ha visto como la banda terrorista ETA asesinaba a muchos inocentes; no pocos de ellos eran, además, compañeros suyos de militancia en la UCD y el PP del País Vasco. Sin embargo, el caso de Miguel Ángel Blanco, por el sadismo cometido con él, y porque Jaime Mayor lo vivió como máximo responsable de Interior, resulta especial. Hoy recuerda aquellos momentos.
–¿Qué sucedió hace 25 años con Miguel Ángel Blanco?
–Me gustaría señalar primero que hay dos hechos inseparables: la liberación de Ortega Lara la noche del 30 al 1 de julio, que fue un chantaje al Estado más que un secuestro tradicional, y, en segundo lugar, la posterior venganza de ETA.
–¿Cómo se vengó ETA?
–Venganza, en este caso, significa asesinato a cámara lenta. El secuestro de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP de Ermua, Vizcaya, tampoco fue un simple secuestro.
Recuerdo siempre aquella noche como una cierta losa de incapacidad y, al mismo tiempo, de tristeza por saber que muy pronto le iban a matar
–Desde su responsabilidad de ministro de Interior, ¿cómo vivió aquellos dos sucesos?
–Fue la cara y la cruz de lo que tantas veces te pasa en la vida, porque en la vida tienes tu cara y tienes tu cruz. Aquello, en muy poco tiempo, significó la alegría más profunda, y luego, cuando aplicaron una vendetta a un concejal del Partido Popular del País Vasco por la política que habíamos llevado, es la tristeza y la amargura.
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–A título personal, ¿cuál fue para usted el momento más difícil?
–La noche del 10 de julio de 1997.
–¿Qué sucedió aquella noche?
–Fue un día de gran tensión. Ya se había producido el mal llamado secuestro. Me había reunido con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en la Moncloa, con el presidente Aznar, y con todos los servicios de información.
La impotencia de la espera
–Imagino que sería como buscar una aguja en un pajar.
–Sí. Y al final sabes que no hay nada que hacer más que insistir en la búsqueda policial.
–Y llegó la noche.
–Te encierras en el despacho, cuando ya no tienes reuniones ni encuentros. Recuerdo siempre aquella noche como una cierta losa de incapacidad y, al mismo tiempo, de tristeza por saber que muy pronto le iban a matar.
En solitario, te emocionas del dolor
–Imagino que hablar en esos momentos de la soledad que conlleva toda responsabilidad no resulta solo una metáfora.
–En el margen en el que podíamos actuar, ya habíamos hecho todo lo que podíamos hacer. Había que esperar el desenlace. En solitario, te emocionas del dolor. Es el recuerdo más intenso.
–¿Intuían el final?
–Desde el primer momento tenemos la casi convicción de que no era un secuestro.
–¿Por qué?
–Cuando vimos la nota, en la que se hablaba de un plazo de 48 horas, era un plazo para asesinarlo. El comando que le tenía secuestrado ya estaba casi impermeabilizado completamente para cualquier atisbo de rectificación.
Comentarios malvados
–El exlendakari Ardanza, del PNV, acaba de expresar esta semana sus dudas de que José María Aznar hubiera actuado igual si, en vez de Miguel Ángel Blanco, el secuestrado fuese hijo suyo, es decir, de Aznar.
–Esa afirmación es de una maldad bastante miserable; sobre todo, tras el transcurso de los años. Cuando tenemos 25 años más, deberíamos ser mejores personas, no peores personas; es un comentario malvado.
–Desde luego, plantear hipótesis límite no parece el marco más adecuado para comprender hechos concretos del pasado…
–Esas situaciones límites no son más que maldades. Nunca sabes qué hubiera sucedido si hubiesen secuestrado a todos mis hijos y a mi mujer al mismo tiempo. A lo mejor yo en aquel momento hubiese dimitido y me hubiese lanzado a la negociación. ¿Quién sabe? No hicimos nada contrario a nuestras convicciones y a nuestros profundos valores.
Cometieron un error, porque la vía de la maldad siempre te lleva al error
–En definitiva, el asesinato de Miguel Ángel Blanco fue el desquite de ETA tras la liberación de Ortega Lara.
–Y cometieron un error, porque la vía de la maldad siempre te lleva al error. Nos hicieron sufrir y muchos españoles murieron, pero cometieron un error.
–¿El error de la gota que colma el vaso?
–Así es. Luego vino el Basta Ya, el Espíritu de Ermua. Todo lo que significó aquella rebelión social generó pánico en el Partido Nacionalista Vasco.
–Fue el comienzo del fin del terrorismo.
–A partir de ahí vinieron una sucesión de treguas trampa, como las que pactó ETA con José Luís Rodríguez Zapatero. Aquello les obligó a repensar la estrategia de ETA como grupo estrictamente terrorista. Lo que hicieron fue buscar el mismo proyecto, que en el fondo no ha cambiado nunca, pero por otras fórmulas.
Un único proyecto: ETA
–Entiendo que hablamos de Sortu, Bildu, etc.
–Solo ha habido un proyecto en su conjunto, que se ETA. Todo lo demás, las siglas que han puesto –Batasuna, Herri Batasuna, Euskal Herritarok, Bildu, Sortu…– en muchas ocasiones son simples tapaderas para funcionar. El proyecto que no ha cambiado nunca es el de ETA.
–¿En qué consiste ese proyecto?
–Es un proyecto de ruptura, y no solo de España, sino también de los fundamentos cristianos de una sociedad como la vasca. Ellos, sin duda, buscan la ruptura en todos los órdenes; también en el orden de los principios.
Solo ha habido un proyecto en su conjunto, que se ETA. Las siglas que han puesto –Batasuna, Herri Batasuna, Euskal Herritarok, Bildu, Sortu…– en muchas ocasiones son simples tapaderas para funcionar
–Viviendo situaciones tan duras durante tantos años, ¿cómo mantuvo la esperanza?
–Cuando yo arranco con UCD en Guipúzcoa, en 1977, eran un rival casi invencible. En la etapa posterior se produjo la impresión de un empate infinito, que es lo que siempre aprovechó el PNV para invitarnos a la negociación. La tercera consideración que tuve hacia ellos es que se les podía derrotar. Ese estado de ánimo es esencial.
–A la hora de afrontar la problemática terrorista, ¿cómo influye en usted la perspectiva cristiana?
–Mi vivencia personal en el País Vasco confirma que ahí está la crisis y que, más que una crisis de conciencia nacional, de ser una nación nueva y diferente, lo que hay es una crisis en los fundamentos. Esto me ha servido para reintegrarme en la necesidad de ver, de defender esos fundamentos cristianos, que son la esencia del problema vasco y catalán. El esfuerzo que estamos haciendo ahora en NEOS es el de configurar una alternativa cultural sobre fundamentos cristianos a medio y largo plazo.