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Pablo Iglesias, el comisario Villarejo y Antonio García FerrerasLu Tolstova

Pablo Iglesias ajusticia a Ferreras

Desde hace meses, Iglesias ha colocado en su punto de mira al propio director de La Sexta y a todos los tertulianos de izquierdas que acuden a sus programas

Ferreras está que trina. Así cuentan en La Sexta la guerra total que ha desatado Pablo Iglesias con Antonio García Ferreras, que fue su amigo y le sentó en el plató de Al rojo vivo día sí y día también, en aquellos tiempos en los que la extrema izquierda emergía para exprimir la angustia de los españoles que sufrían una terrible crisis económica, que Zapatero agravó y que le costó el Gobierno en 2011.

Desde hace meses, Iglesias ha colocado en su punto de mira y el de su minoritario podcast, al propio director de La Sexta y a todos los tertulianos de izquierdas que acuden a sus programas, a los que llama «estómagos agradecidos» y desafía continuamente para que rompan con el todopoderoso comunicador.

De Elisa Beni a Antonio Maestre, pasando por Lucía Méndez o el que fuera su amigo y cofundador de Podemos Ramón Espinar. A todos les acusa de forrarse con La Sexta y convertirse en cómplices de lo que él considera una «guerra sucia» contra su formación. Este domingo, unos audios de Ferreras con el imputado comisario Villarejo le ha proporcionado a Iglesias la munición más letal.

El exvicepresidente del Gobierno esperaba desde hace meses sentado a la puerta de Atresmedia su venganza contra el director de La Sexta, a quien no perdona que mantenga una relación profesional y de amistad con Eduardo Inda, su gran enemigo mediático y al que Iglesias responsabiliza de orquestar una campaña de desprestigio contra él, basada en sus relaciones económicas y políticas con la dictadura venezolana, acreditadas largamente por informaciones periodísticas; estas sí, contrastadas.

El domingo estaba todo preparado: Patricia López, una experiodista de Público –el diario de Roures en el que se especializó en atacar las «cloacas» periodísticas pero que abandonó para incorporarse al digital Crónica Libre–, tenía en su poder unos audios grabados en 2017 por el comisario Villarejo de las conversaciones que mantenía frecuentemente con el periodista de La Sexta, en las que este reconocía que había dado pábulo a informaciones de Inda contra Iglesias, referidos al pago por parte de Nicolás Maduro a Iglesias de 272.000 dólares en el paraíso fiscal de Las Granadinas, a pesar de reconocer que todo «era demasiado burdo».

Tan preparado estaba todo que, minutos después de que ese diario digital publicara las controvertidas conversaciones, Iglesias lanzó en sus redes sociales toda su artillería contra Ferreras e incluso retó a que Ana Pastor, pareja del presentador de Al Rojo Vivo, se pronunciara en su medio, Newtral, dedicado habitualmente a desenmascarar lo que considera mala praxis periodística (habitualmente de medios no afines), sobre el «papelón» de La Sexta en la guerra contra Podemos.

Poco tardaron tertulianos de la casa, como Juanma Romero, Lucía Méndez o el propio Espinar, en defender públicamente su participación en La Sexta, sin entrar en los polémicos audios. Iglesias replicó en sus redes sociales que «los silencios solo demuestran el enorme poder de Ferreras», en clara alusión también a Enric Juliana, otro fijo en la cadena de Atresmedia, que sostiene que entrar en esa batalla «solo favorece a la derecha».

Como si fuera un auténtico campo de batalla, Twitter fue ayer pasto de ataques y contraataques: hasta Ana Pastor terció y denunció los insultos que había recibido y aclaró que ella tiene su propia opinión de Inda, «al que nunca he llevado a mi programa, El Objetivo», desmarcándose de la continua presencia del director de OK Diario en ARV y La Sexta Noche, donde tiene sillón fijo todos los sábados.

Desde López Obrador hasta Boric, Fernández y Petro, todos cerraron filas con Iglesias, dando por buena la guerra sucia contra la extrema izquierda en España

Lo cierto es que la denuncia de Iglesias, a la que se unió su sucesora y ministra de Políticas Sociales, Ione Belarra, fue secundada por los líderes populistas de Latinoamérica con los que Podemos mantiene una oscura relación de intereses económicos y políticos.

Desde López Obrador hasta Boric, Fernández y Petro, todos cerraron filas con Iglesias, dando por buena la guerra sucia contra la extrema izquierda en España, precisamente hija de esos totalitarismos sudamericanos.

La guinda la puso Pablo Echenique, que entró ayer por la mañana en el debate político de TVE para sostener que «Ferreras intoxicó masivamente a la población a un mes de las elecciones». Hasta la televisión pública se prestaba a la ofensiva de los populistas contra las que fueron y siguen siendo terminales mediáticas de la izquierda.

Ayer la expectación estaba servida a la espera de lo que dijera Ferreras en su programa, ya que había guardado silencio el domingo al no participar en las redes sociales. El comunicador arrancaba su programa hablando de la ola de calor y de las maniobras orquestales… de Uber.

Fue minutos después cuando abordó la comidilla de todos los medios de comunicación: se defendió diciendo que cuando difundió las informaciones de Inda (al que en los audios con Villarejo califica de «hermano») no sabía que eran falsos y que además, llamó a Iglesias para que se defendiera.

Terminó reconociendo que «es verdad que hubo una campaña contra Podemos pero que ahora ellos están haciendo lo mismo»… con él. Mientras el programa se mantenía en antena, el propio exlíder de Podemos volvió a desafiar a su antigua correa de transmisión mediática.

«Creo que por dignidad periodística, me deberías dejar entrar hoy en ARV, Ferreras. Acabas de decir que mentimos. Danos la palabra si tienes dignidad». No lo hizo. En la emisora de Atresmedia están convencidos que esto no ha acabado y que Ferreras está tocado. Tocado, pero (por ahora) no muerto. Para disgusto de Iglesias.