El discurso del presidente
Sánchez se autoenmienda a lo grande 18 días después de aprobar su segundo paquete anticrisis
«Vamos a ir a por todas». Palabra de Pedro Sánchez. El presidente apuntó en el debate sobre el estado de la nación y disparó. Disparó a las empresas del sector energético y a las entidades financieras, a las que responsabilizó de estar enriqueciéndose con la subida de la inflación. A las primeras por los llamados beneficios del cielo; a las segundas, por el incremento de los tipos de interés.
El presidente del Gobierno anunció un impuesto extraordinario sobre las empresas del sector energético (eléctricas, gasísticas y petroleras) que durará hasta 2024 y con el que calcula recaudar 2.000 millones de euros al año. La bancada del PSOE estalló de júbilo, como si hubiera anunciado el fin de la guerra de Putin (pero no). Seguidamente anunció otro impuesto para la banca vigente los dos próximos años, con la intención de obtener de ello 1.500 millones de euros anuales.
Y ello poco más de dos semanas después de que el propio Sánchez compareciera un sábado en La Moncloa para explicar las medidas contenidas en el segundo paquete anticrisis, por valor de 9.000 millones de euros y cuya convalidación aprobará el Congreso este jueves. ¿Por qué no incluyó ambos impuestos en aquel paquete? Porque se estaba reservando.
Sánchez quería dar un golpe de efecto en el debate sobre el estado de la nación para desinflamar el ánimo de los españoles y, sobre todo, para desactivar de antemano posibles críticas de sus socios, de Gobierno y parlamentarios.
Anunció también la bonificación del 100 % de los abonos de Cercanías, Rodalíes y Media Distancia de Renfe hasta final de año, 300 euros más de beca para un millón de estudiantes becados españoles, el desbloqueo de la Operación Campamento en Madrid -12.000 viviendas-, la creación de un Centro Estatal de Salud Pública para mejorar la gestión de las urgencias y la puesta en marcha del Programa Código Escuela 4.0 para incorporar en Educación Infantil, Primaria y Educación Secundaria Obligatoria la programación y la robótica.
Cercanía, Rodalies y media distancia
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Tiró, literalmente, la casa por la ventana, achicando el espacio a Unidas Podemos, ERC, Bildu y el resto de la mayoría Frankenstein cuando los distintos portavoces vayan interviniendo este martes por la tarde y el miércoles.
Y, al menos en lo que respecta a su socio de Gobierno, funcionó, puesto que tanto la vicepresidenta Yolanda Díaz como la líder de Podemos, Ione Belarra, se apresuraron a bendecir el plan de Sánchez. «Tras el decreto contra las consecuencias de la guerra, las nuevas medidas van en la buena dirección. Los PGE serán decisivos para determinar quién paga la factura de la crisis. La inflación es responsabilidad de los enormes márgenes empresariales, no de los salarios», escribió la también ministra de Trabajo en Twitter.
«Como pedimos desde hace semanas, hoy se empieza a concretar el cambio de rumbo del Gobierno: recuperar el ritmo de avances sociales y acabar con los privilegios de las grandes empresas para estar a la altura de la gente. Gobernar juntas para profundizar la democracia», añadió Belarra.
Ambas pasaron por alto el hecho de que, durante su discurso, el líder del Ejecutivo se reafirmara en su compromiso de aumentar el gasto en defensa y lo justificara así: «No participar del esfuerzo bélico no nos libraría de las consecuencias de la guerra», aseguró, mientras Nadia Calviño asentía con la cabeza a su lado. «Si no accedemos a la petición de solidaridad de nuestros socios, ¿qué legitimidad tendríamos cuando la necesitemos nosotros? Estamos en el lado correcto de la Historia, es donde estamos y donde estaremos», sostuvo.
Sánchez no ocultó la gravedad de la situación. Incluso pidió por primera vez contención en el gasto energético, aunque los anuncios eclipsaran todo lo demás. «Deberemos adoptar medidas de ahorro energético, teletrabajo, transporte un público, bajar la calefacción o subir el aire acondicionado. Nada que atente contra nuestro modo de vida. Podemos hacerlo y lo vamos a hacer», destacó.
Y también cargó contra el PP, contraponiendo sus medidas de «médico especialista» a las de los «curanderos» de la oposición, que no pretenden curar la enfermedad sino que quieren «beneficiarse» de ella. Así que llamó a los españoles a «desconfiar de quienes ofrecen falsos remedios a problemas reales».