Retratos dominicales
Carlos Lesmes, el eterno aspirante a magistrado del Constitucional que agoniza como presidente del CGPJ
El jurista dimitirá «en las próximas semanas» si Gobierno y oposición no formalizan un pacto para la renovación «urgente» del Poder Judicial
Acasi nadie en los mentideros de la más alta magistratura española escapan las presuntas aspiraciones del actual presidente del Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes Serrano (Madrid, 1958), a ser magistrado del Constitucional. Sin duda, el suyo ha sido uno de los nombres que en más ocasiones ha sonado como opción probable al Tribunal de Garantías. La última, tras la caducidad del mandato de un tercio de los miembros del órgano, el pasado mes de junio, y pese a la incredulidad de quienes consideraban imposible su elección aludiendo a sus públicas desavenencias con el Gobierno, en los últimos tiempos.
Al frente de un Consejo en funciones prorrogadas, mantuvo los nombramientos discrecionales para las vacantes del Supremo, pese a que el entonces ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, pidió interrumpirlos; mostró su malestar con el Ejecutivo socialista en Barcelona por la ausencia del Rey Felipe VI en la entrega de los despachos de los nuevos jueces, en septiembre de 2020; y, precisamente ante el Monarca, esta misma semana, anunció subliminal su próxima dimisión si en «cuestión de semanas» el Gobierno y la oposición no cierran un pacto para la renovación «urgente» del Poder Judicial.
El mandato de Lesmes agoniza, salpicado por la parálisis institucional impuesta en marzo desde la coalición PSOE-Podemos y deteriorado por su propia imagen de «equidistancia» en algunas de las cuestiones más espinosas del panorama judicial reciente. No ha gustado en la Carrera que una gran parte de los magistrados elegidos bajo su mandato para incorporarse al más Alto Tribunal español tratasen de satisfacer, por igual, las expectativas de ambas orillas del arco parlamentario. Tampoco, que guardase un sonoro silencio ante la cuestionada «idoneidad» del nombramiento de una exministra de Justicia, Dolores Delgado, como fiscal general del Estado sin solución de continuidad.
Muchos señalaron entonces desde el seno de la Justicia cómo aquellos pasos calculados para asegurarse el apoyo del Gobierno en su futura y eventual salida hacia el Constitucional, acabarían por conducirle a tierra de nadie. Así las cosas, ni los afines le reconocen ya como uno de los suyos, ni los ajenos han terminado de ver en él un aliado confiable para llevar a buen puerto sus intereses más espurios: tomar el control del Tribunal de Garantías con agilidad para consumar un vuelco de la actual mayoría conservadora a una progresista que mire con benevolencia los recursos contra las leyes ideológicas del Ejecutivo.
El fracaso de la 'Operación Lesmes' con la que el Gobierno creyó tener la fórmula perfecta para descabezar al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) enviando a su presidente al Constitucional –y forzar, con ello, al Partido Popular a una irremediable negociación que esconde un mero trágala de Pedro Sánchez a Alberto Núñez Feijoo– ha precipitado los acontecimientos hacia su salida definitiva.
El mandato más largo del Poder Judicial
Nadie como Carlos Lesmes ha permanecido tantos años al frente del máximo órgano de gobierno de los jueces. Lejos quedan aquellos comienzos de un joven que se adentró en la carrera judicial en el año 1984 con la especialidad de fiscal para reingresar primero como juez y más tarde como magistrado experto en la jurisdicción contencioso-administrativa, una década después, en 1993.
El Lesmes «político» que ha terminado por engullir al «jurista» que un día fue, entró en los avatares partidistas como alto cargo designado durante cinco años por el Gobierno de José María Aznar, para la Dirección General de Objeción de Conciencia dependiente del Ministerio de Justicia, en mayo de 1996. En mayo de 2000, el mismo Consejo de Ministros le nombró director general de Relaciones con la Administración de Justicia.
Su techo profesional no se detendría ahí porque el 28 de septiembre de 2005 fue elegido presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional, tribunal central que llegó a presidir, en funciones, durante un tiempo después de la salida de su predecesor, Carlos Dívar, y antes de ceder el testigo a Ángel Juanes, formalmente designado para el puesto.
Lesmes aterrizó en la Sala Tercera del Supremo en 2010 un tiempo antes de recibir el encargo de presidir el Alto Tribunal y el Consejo General del Poder Judicial. Tampoco en aquel tiempo esquivó la polémica con acierto. No en vano, fue ponente de una propuesta favorable a confirmar el indulto que el Gobierno popular había concedido a un conductor kamikaze que causó una muerte en Valencia, en 2003, y que, finalmente perdió frente a la mayoría de sus compañeros que apostaron por obligar al Gobierno a revisar su decisión. Además, también fue autor de otra resolución del Supremo sobre otra medida de gracia del Ejecutivo que, en dicho caso, anuló el acuerdo para exculpar a Alfredo Saenz, exconsejero delegado del Banco Santander, por el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero.
No serán los últimos indultos para Carlos Lesmes si todo sigue como hasta la fecha. Los bloques estancos en el Consejo sobre los nombramientos del Constitucional; y, la negativa del Ejecutivo socialista a negociar con el PP la renovación del CGPJ, reformas mediante, y antes de que intervenga Europa para sancionar, apuntan a que la «indeseada» dimisión del magistrado podría cuajar. Así las cosas, y de regreso a su plaza en la Sala Tercera, viviría en directo la revisión de los indultos del procés que está por llegar.