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Pedro Sánchez junto a la ministra de Hacienda y vicesecretaria general del partido, María Jesús MonteroEFE

Las encuestas aprietan

Sánchez recurre a toda la artillería fiscal para despertar al electorado del PSOE

La batalla de los impuestos está servida, como lo demuestra el giro copernicano que el presidente ha dado con el impuesto a las grandes fortunas. El PSOE votó contra ese gravamen en junio

Este jueves Pablo Echenique estaba contento. El portavoz de Unidas Podemos compareció ante la prensa en el Congreso para felicitarse por el último giro copernicano del PSOE, que en tres meses ha pasado de votar en contra de un nuevo impuesto a las grandes fortunas a anunciarlo para enero. Eso sí, con carácter temporal.

«Hay muchas ideas nuestras que primero son bolivarianas, después imposibles, después ilegales, después la Unión Europea no nos deja, después empiezan a sonar bien, después son aceptadas pero temporalmente y después se convierten en permanentes», relató Echenique en tono jocoso, refiriéndose a la opinión cambiante de los socialistas. Y, de paso, adelantando que Unidas Podemos peleará para que el gravamen no sea temporal, sino definitivo.

La ministra María Jesús Montero no comunicó previamente al socio minoritario del Gobierno este nuevo impuesto del que habló en los pasillos del Congreso –«habrá que ver la fórmula, no todo puede ir en la Ley de Presupuestos», sostuvo-, pero esta vez a Unidas Podemos no le ha importado la falta de cortesía de su compañera en el Consejo de Ministros; se sienten ganadores, porque desde hace tiempo piden un impuesto así.

No en vano, en junio llevaron al Congreso una proposición de ley en ese sentido y el PSOE votó en contra, como recordó el propio Echenique este jueves ante los periodistas. Durante el debate de aquella moción, la diputada socialista Patricia Blanquer criticó con dureza esta figura impositiva: «Estamos ante una propuesta no consensuada, con riesgo de solapamiento y de dudosa eficiencia recaudatoria», argumentó entonces.

«En el último año han cambiado muchas circunstancias», justificó este jueves la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez. El escenario ha cambiado, sí; pero no solo por la invasión de Ucrania y la crisis energética, sino por la irrupción del debate fiscal en la agenda política, que el PP y el PSOE han decidido convertir en la primera gran batalla electoral.

Este jueves la Región de Murcia abrió la puerta a la supresión del impuesto de Patrimonio, siguiendo la senda de Isabel Díaz Ayuso en Madrid y de Juanma Moreno en Andalucía. Y la respuesta de Sánchez ha sido subir su apuesta frente a Alberto Núñez Feijóo ondeando, como tantas veces, la bandera del «que paguen los ricos».

Los socialistas están convencidos de que el debate sobre los impuestos les beneficia. Se sientes «cómodos» en él, aseguran. En los próximos días llevarán a los 8.000 ayuntamientos de España mociones a favor del impuesto temporal a la banca y las energéticas para que los populares se retraten. Quieren que el PP vote «no» para poder seguir sosteniendo que el PSOE quita a los ricos para dárselo a los pobres y el PP quita a los pobres para dárselo a los ricos (liberándolos del impuesto de Patrimonio, por ejemplo).

La izquierda está desmovilizada y desmoralizada. Y en el PSOE saben que la política fiscal es, tradicionalmente, un elemento vigorizante para la izquierda. Quedan más de siete meses para las elecciones municipales y autonómicas y el toma y daca ya es constante.

Como lo demuestra el hecho de que la Comunidad de Madrid tardara minutos en replicar el anuncio de la ministra de Hacienda: «Cuánto más Sánchez, cuántos más impuestos, cuánto más camino de intervención económica, menos crecimiento económico y peor para todos», lamentó el consejero madrileño de Economía, Empleo y Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty.

Menos dura fue la portavoz popular en el Congreso, Cuca Gamarra, que no se opuso -de entrada- al impuesto, sino que pidió al Gobierno que se deje de «cortinas de humo». Según Gamarra la reforma fiscal que sí que necesitan los españoles, sobre todo los más pobres, es la bajada del IVA en los productos básicos y la deflactación del IRPF en las rentas inferiores a 40.000 euros.