Fundado en 1910

«Les digo que no están solos, ni lo estarán»

Cinco años del discurso del Rey que lo cambió todo en Cataluña y en el conjunto de España

Millones de ciudadanos españoles, entre ellos muchos catalanes, respiraron con alivio tras escuchar los seis minutos de intervención de Felipe VI

A finales de septiembre de 2017, el desafío independentista en Cataluña estaba fuera de control. El uno de octubre acababa de celebrarse una farsa de referéndum, que Moncloa no fue capaz de prever ni de impedir, y los acontecimientos cobraban un carácter cada vez más inquietante.

Felipe VI acabada de subir al trono, solo llevaba tres años al frente de la Jefatura del Estado, pero decidió coger el toro por los cuernos y ejercer la autoridad que la Constitución le otorga. Muchos han dicho que ese fue su «23-F»; y lo cierto es que, al igual que hizo su padre en aquella noche de 1981, el Rey Felipe le pidió a la Infanta Leonor que le acompañara mientras pronunciaba su discurso en directo.

«Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles». Así comenzó su discurso, de tono sobrio, tranquilo y directo, en el que no hubo palabras en idioma catalán ni apelaciones al «diálogo». Felipe VI se expresó en español, la única lengua común al conjunto de la nación, y cargó toda la responsabilidad de la situación sobre quien la tenía; es decir, en Carles Puigdemont y sus seguidores, quienes estaban «socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando desgraciadamente a dividirla».

Los independentistas, señaló el Rey, «han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común». También alertó del riesgo que suponía «su conducta irresponsable».

Hubo un mensaje específico destinado a los ciudadanos residentes en Cataluña: «Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho».

Acto seguido, hizo explícitos los principales resortes que garantizan el funcionamiento del Estado de Derecho: «Vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo».

El Rey recordó que en España los principios democráticos son fuertes «porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad».

«Termino estas palabras dirigidas a todo el pueblo español para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre los españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España». Así, reivindicando el papel de la Monarquía española como máximo órgano de la unidad de España, concluyó su discurso de seis minutos.

El discurso fue seguido por 12,5 millones de espectadores en España, obteniendo una cuota de pantalla del 76,7 %, y fue transmitido por los principales canales internacionales.

Millones de españoles, entre ellos cientos de miles de catalanes, respiraron con alivio. La manifestación constitucionalista del 8 de octubre de 2017 en Barcelona tuvo una asistencia multitudinaria.

El Rey Felipe VI con su hija la Infanta Leonor, Princesa de AsturiasGTRES

Discurso íntegro del Rey

Mensaje de Su Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela, 3 de octubre de 2017


Buenas noches,

Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles. Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña, con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada –ilegalmente– la independencia de Cataluña.

Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno. Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña. Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando –desgraciadamente– a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada. Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España.

En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común.

Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía.

Hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles, particularmente a los catalanes. A los ciudadanos de Cataluña –a todos– quiero reiterarles que desde hace décadas vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo. En la España constitucional y democrática, saben bien que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos. Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos.

Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza. Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña.

Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España.

Felipe R.