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Tres ministros de Sánchez viven en pisos gratis y no saben lo que gastan en luz y calefacción

Montero, Albares e Iceta se ahorran un dineral en vivienda propia y además les sufragan todos los suministros mientras imponen restricciones al resto

Al menos tres ministros del Gobierno de España no pagan alquiler ni hipoteca por las lujosas viviendas en las que residen en Madrid, a cargo del erario público como en tantos otros casos de sus predecesores, pero tampoco son conscientes de lo que gastan en luz y calefacción, cuyo uso sin embargo han sometido a restricciones para el resto de la ciudadanía.

Así se desprende de la documentación en posesión de El Debate relativa a María Jesús Montero, ministra de Hacienda; José Manuel Albares, responsable de Asuntos Exteriores, y Miquel Iceta, titular de Cultura, todos del PSOE.

No son los únicos: la propia vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, también reside en dependencias privadas en el Ministerio de Trabajo, sin tener que soportar en consecuencia el gasto de mantener una vivienda propia en régimen de arrendamiento o en propiedad.

Pero de quienes existe documentación formal que muestra su desconocimiento absoluto del coste que, para el resto, ha disparado los gastos mensuales hasta hacerlos difícilmente soportables para miles de familias, es de los tres íntimos colaboradores de Pedro Sánchez.

El caso de la ministra de Hacienda es especialmente llamativo, pues de ella partió la resistencia a reducir el IVA de la luz y el gas hasta que la insoportable inflación le hizo doblar el brazo con meses de retraso con respecto a la práctica totalidad de los países de Europa.

Los ministros acumulan viviendas y ahorros, pero viven en inmuebles gratuitos y no se preocupan ni conocen el coste de climatizarlos

Mientras encabezaba esa negativa y, que ahora intenta compensar con una subida fiscal generalizada y la creación de un nuevo «impuesto a la riqueza», ella no pagaba ni un euro por su vivienda ni tampoco por iluminarla, calentarla o enfriarla.

«El Ministerio de Hacienda y Función Pública dispone de una zona privativa para residencia de la persona titular del Departamento, englobándose los costes de los suministros de la indicada zona privativa en los gastos de los suministros generales del edificio en el que se ubica, no pudiéndose hacer una diferenciación particular de los mismos», tal y como recoge el documento en posesión de El Debate rubricado por la subsecretaria de Hacienda y Función Pública, Pilar Paneque Sosa, con fecha 8 de septiembre.

Montero tiene un sueldo bruto anual de 74.858,16 euros y, según su Declaración de Bienes y Renta oficial consignada en el Congreso en 2019, tiene en propiedad tres viviendas, un local comercial y un garaje, todo en Sevilla, al 50 %.

Ese patrimonio, cuyo valor de mercado la convierte en millonaria según los propios parámetros del Gobierno a la hora de defender ese impuesto anulado o reducido en comunidades como Madrid, Andalucía, Galicia, Castilla y León o Murcia; no le impide disfrutar de un inmueble gratis total en las propias dependencias del Ministerio de Hacienda, sin preocupación por la factura eléctrica.

Albares vive en el célebre Palacio de Viana en Madrid, pero tampoco sabe el coste de lo que marca el día a día de millones de ciudadanos

El caso del titular de la Diplomacia española es muy similar: con un salario idéntico al de su compañera de Gabinete, Albares se ahorra la letra mensual de su vivienda, al residir en una vivienda privada situada en el Palacio de Viana, en Madrid, sede del Ministerio que dirige.

El ministro tampoco sabe cuánto gasta en luz, gas, teléfono, agua o cualquier otro suministro, y lo justifica por escrito a El Debate con el mismo argumentario que Montero:

«En relación con los suministros de la vivienda del ministro, no es posible determinar el coste concreto que supone la ocupación de la vivienda», reconoce por escrito la directora general del Servicio Exterior, Hilda Jiménez Núñez, conocida por responsabilizarse en el pasado de los escritos de defensa del propio Pedro Sánchez desde la propia Moncloa.

Albares, que llegó a tener un amplio patrimonio pero también un pasivo importante por las deudas hipotecarias para adquirirlo, dispone en la actualidad de unos ahorros cercanos a los 110.000 euros entre depósitos y planes de pensiones, de los cuales no debe dedicar nada ni a piso ni a suministros.

El curioso caso de Iceta

Y en la misma situación está el catalán Miquel Iceta, en su caso con una vivienda alojada en el propio complejo de la Moncloa, donde no suele ser habitual que resida un ministro de Cultura.

El dirigente catalán, uno de los más afortunados con un patrimonio y unos ahorros cercanos a los 900.000 euros con dos viviendas en propiedad, tampoco se paga su residencia en Madrid ni la factura de mantenerla climatizada o con luz, con una «justificación» por escrito idéntica a la de sus correligionarios:

«El ministro de Cultura y Deporte ocupa una vivienda oficial en el Complejo de La Moncloa, Residencia del Edificio INIA, no pudiendo determinar el gasto efectuado en dicha vivienda, gasto que tal vez sí pueda aclararlo el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática», reza el escrito en propiedad de este periódico firmado por el subsecretario de Cultura y Deporte, Eduardo Fernández Palomares, con el número de expediente 001-071216.

Miquel Iceta

Lo curioso, según la revelación, es que Iceta vive en unas dependencias privadas alejadas por completo de su cartera. En concreto, en una vivienda situada en el edificio que originariamente albergaba al Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y hoy es la sede del Ministerio de Presidencia, ostentado por Félix Bolaños.

Allí, en un inmueble muy similar de aspecto y estilo arquitectónico al más conocido en el complejo de la Moncloa y conectado con éste por una especie de pasaje subterráneo construido tras el golpe de Estado del 23-F de 1981, reside el socialista catalán totalmente despreocupado por su coste.

Los tres ministros rubricaron este verano el decreto de Sánchez de ahorro energético que fija límites en la iluminación de los escaparates comerciales, bajo amenaza de sanciones económicas severas, y se resume en una filosofía que a ellos parece no afectarles:

«El ahorro de energía es la forma más rápida y económica de hacer frente a la actual crisis energética y de reducir las facturas», rezaba literalmente la normativa del Gobierno.