Fundado en 1910

El presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ, Carlos LesmesEFE

Crisis del Poder Judicial

Lesmes mintió a su círculo del Supremo sobre su dimisión: «Esta semana y aunque sea sin nombrar»

El presidente del CGPJ ha pospuesto su salida en espera de «contentar al Gobierno» con un último servicio: nombrar a los dos candidatos del Constitucional

Carlos Lesmes ha cumplido el plazo autoimpuesto para dejar la presidencia del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sin que, a estas alturas, nadie ya entienda sus constantes cambios de opinión. Ni siquiera su círculo más próximo en el Supremo alcanza a comprender el motivo de su cambio de opinión porque «iba a dimitir mañana» –esto es, el día 5 de octubre como adelantó El Debate– «y lo iba a hacer aunque sea sin nombrar» a los dos magistrados que le corresponde al Consejo designar para el Constitucional. Sin embargo, lejos de mantener su plan inicial, en el que empeñó su palabra personal y profesional, Lesmes ha decidido forzar la máquina, insistir en la búsqueda de un vocal conservador 'tránsfuga' y «contentar al Gobierno» dejando «arreglada» la renovación de la Corte de Garantías antes de marcharse, apuntan a El Debate fuentes próximas al Alto Tribunal.

No en vano, el todavía presidente del CGPJ convocaba un nuevo Pleno extraordinario, el próximo día 13 de octubre con la intención de «valorar» a los candidatos que el sector progresista, que ha solicitado la reunión, quiere plantear. Frente a ellos, los ocho vocales conservadores que, hasta la fecha, en un bloque «unánime» han decidido no entrar en el baile de nombres propios y bloquean el éxito de cualquier negociación.

Es «imposible» alcanzar un acuerdo así las cosas, concluían los interlocutores «alternativos» designados por ambos bloques –en la reunión que se daba cita este mismo miércoles–. El escenario, adverso al «único objetivo» de Lesmes que no es otro que «dejar nombrados a los dos magistrados que tendrán que irse al Constitucional», le obligaba dar un paso al frente. No en vano, su salida del CGPJ estaba, en buena medida, condicionada al resultado de dicho encuentro que, por cuarta vez, resultó «infructuoso».

Aunque, como avanzó El Debate en primicia, hace días que el propio magistrado venía «maniobrando», en un doble juego de candidatos, para tratar de arrastrar, sin éxito hasta la fecha, algún voto del sector conservador a las propuestas de la izquierda, tras las últimas negociaciones fallidas, Lesmes decidía enfatizar sus esfuerzos para conseguirlo.

Sumar votos «como sea»

A la disyuntiva que se planteaba a Carlos Lesmes, dispuesto a entregar su voto a los candidatos de la izquierda, sobre elegir entre el oficialista, José Manuel Bandrés –que él mismo llegó a madurar como propuesta– o su «favorito», Pablo Lucas Murillo de la Cueva, se une, ahora, la presión de sumar votos para sacar adelante la designación el día 13 «como sea».

El magistrado tendrá que posicionarse, consciente de que existen algunos vocales del Consejo cuya neutralidad podría verse conquistada a llegar a un acuerdo, más allá de sus sensibilidades iniciales. Entre ellos, además del propio presidente, el juez Wenceslao Olea, miembro del sector conservador, quien siempre ha sido leal a los criterios de la Presidencia y al que, por tanto, Lesmes considera su hombre de confianza. Pero, también, Vicente Guilarte que pese a tener una posición neutral, podría acceder a sumar su voto si fuese el único necesario para consumar la renovación del TC.

En contra de lo que Lesmes había asegurado a varios miembros de su círculo más próximo en el Supremo, el presidente del CGPJ se reunía tras el último intento fallido del pasado miércoles con los dos interlocutores del sector progresista –Álvaro Cuesta, Rafael Mozo y Roser Bach– a quienes confirmó que haría un último esfuerzo por sacar adelante un pacto de nombramientos este mismo viernes para, así, convocar un Pleno el próximo lunes y votarlos.

Nada de lo dicho se ha cumplido ni para una ni para otra parte. Lesmes hace varias semanas que dejó de controlar «su propia estrategia» que ya «no es clara» y que ha provocado un hondo malestar en el seno del órgano. De hecho, algunos vocales del grupo conservador crítico, el que frustra sus expectativas de nombramientos, ya habrían dejado deslizar que una vez que su presidente formalice la dimisión, podrían retomarse las negociaciones rotas e impulsarse, por su parte, la voluntad de consumar los nombramientos del Constitucional. En este momento, ya nadie duda «que la dimisión de Lesmes sea un problema», sino todo lo contrario.