La crónica política
El PSOE da por muerto a Podemos gracias a Yolanda Díaz: «Ya parece una de los nuestros»
El aumento del gasto en Defensa, bendecido por la socia de Sánchez, ha sido el remate. El jueves, Díaz faltó a la votación de las dos leyes bandera de Montero porque estaba de campaña con Sumar
El jueves era un día marcado en morado feminista en el calendario de Podemos. El Pleno del Congreso debatía por primera vez la Ley del aborto y la Ley de derechos del colectivo trans y LGTBI. Un primer paso parlamentario, puesto que lo que se votaban eran las enmiendas a la totalidad de ambos proyectos de ley presentadas por el PP y Vox (también Cs, en el caso de la Ley del aborto), pero un gran paso para Irene Montero y su partido.
Llegó la hora de votar. La vicepresidenta Yolanda Díaz, jefa de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición, no estaba en su escaño. Tampoco votó de forma telemática, como sí lo hizo Pedro Sánchez, ahora que el reglamento de la Cámara Baja se ha flexibilizado para que los diputados –incluidos los miembros del Ejecutivo con escaño– puedan votar a distancia si se encuentran de viaje de trabajo.
Yolanda Díaz no votó el jueves las leyes de Irene Montero porque tenía un acto de Sumar
Pero ni eso. Yolanda Díaz dejó colgados a sus compañeros de bancada, que por suerte para ellos tenían ambas votaciones más que amarradas. Yolanda Díaz no votó en contra de la retirada de dos de las leyes bandera de Podemos –junto con la Ley del solo sí es sí–porque estaba fuera de Madrid. Pero no en sus quehaceres como vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo más allá de la M-30, sino de bolo electoral con su plataforma Sumar. Su ausencia no pasó desapercibida en las filas moradas.
No es la primera vez desde el inicio del curso en que Díaz se ausenta de un pleno y tampoco vota telemáticamente, pero sí es la vez que mejor describe el orden de prioridades de la gallega. Y Podemos no está entre ellas, bien lo saben Montero e Ione Belarra. Ni siquiera se molestó en colgar un tuit felicitándose por que ambos proyectos de ley del Ministerio de Igualdad hubieran salvado el primer obstáculo. A pesar de que, un día antes, sí había mostrado su alegría por la aprobación definitiva en el Senado de la Ley de Memoria Democrática, salida de un ministerio del PSOE –el de la Presidencia, de Félix Bolaños–.
«Yolanda ya parece una de los nuestros», bromeaba el miércoles, irónico, un diputado del PSOE. Ello después de ver el papel fundamental que la vicepresidenta segunda ha jugado para que Podemos trague con un aumento del gasto en Defensa del 25,8 %, una vez computados los programas especiales de modernización de las Fuerzas Armadas (que quedan fuera de los Presupuestos Generales de 2023).
Dijo Pablo Echenique que se lo ocultaron y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, le replicó el miércoles que si quería pedir explicaciones fuera a la ventanilla de Díaz, no a la suya. Ese mismo día tampoco hubo ninguna representación de Podemos en la Cumbre Hispano-Alemana celebrada en La Coruña, la primera desde 2013. Pero allí estaba Yolanda Díaz; ella y el ministro de Universidades, Joan Subirats, la cuota de los Comunes de Ada Colau en el Ejecutivo.
Divide y vencerás
El divide y vencerás le está funcionando a pedir de boca al PSOE con Unidas Podemos. La parte socialista da por amortizado a Podemos en el Gobierno, cada vez más aislado y menos influyente. Los ministros socialistas prácticamente solo despachan ya con la vicepresidenta segunda; y la cercana maternidad de la líder morada y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, no ayuda.
Por su avanzado estado de gestación, Belarra tuvo que ausentarse el jueves del pleno y del debate sobre la Ley de protección, derechos y bienestar de los animales, que ha salido de su Ministerio. Así que tampoco pudo retratarse junto a Montero celebrando lo que la ministra de Igualdad llamó «el día en que demostramos que las feministas somos más».
Hasta ahora, Podemos ha hecho valer sus buenas relaciones con ERC y Bildu para tener más peso dentro del espacio confederal de Unidas Podemos y, por extensión, del Gobierno. Dado que uno de los puntos débiles de la ministra de Trabajo es su mala relación con Esquerra y pésima con Gabriel Rufián (no les perdona que votaran en contra de la reforma laboral, lo que a punto estuvo de tumbarla).
Sin embargo, hasta esa baza quieren quitar el PSOE y la vicepresidenta segunda a los morados. La Ley de Vivienda, que está atascada en el Congreso, es la mejor muestra. Los socialistas consideran una deslealtad que Podemos se haya aliado con ERC y Bildu y presentado enmiendas a un proyecto de ley que el Consejo de Ministros aprobó el pasado 1 de febrero, con el beneplácito de la vicepresidenta Díaz.
Así que, cuando los de Belarra intentaron condicionar el pacto de los Presupuestos de 2023 al desbloqueo de la Ley de Vivienda, Pedro Sánchez y la ministra de Hacienda se plantaron. «Ya formó parte del acuerdo para los Presupuestos de 2022 y el Consejo de Ministros aprobó el proyecto de ley. No lo íbamos a meter en la negociación con Unidas Podemos otra vez. Con ERC tal vez, pero con Podemos…», argumenta una ministra del ala socialista.
El PSOE negocia con ERC y Bildu
Dicho y hecho. El PSOE ha empezado a negociar con Esquerra y Bildu las enmiendas sobre la limitación del precio de los alquileres (entre otras), pero ignorando a los de Pablo Echenique, aunque las enmiendas también lleven su firma.
Echenique, Montero y Belarra saben que su peso en el Gobierno de coalición está en mínimos. Por eso se resisten a perderlo también en el bloque Frankenstein del Congreso. De momento se han encomendado a ERC y Bildu para que los independentistas catalanes y vascos escupan en las Cortes lo que ellos se comieron en el Consejo de Ministros: el aumento del gasto militar. «Si cae una sección de los Presupuestos (en la votación), caen todas. ¿Cómo piensan convencer a ERC y Bildu para que voten la partida de Defensa?», señala una fuente del grupo parlamentario de Unidas Podemos, retadora.