No actuó solo
Caso Esther López: los investigadores creen que el sospechoso de su muerte tuvo un cómplice
Un perito analizó las unidades electrónicas del vehículo con el que pudo ser atropellada Esther y concluye: «Un experto en electrónica del automóvil» borró los datos del coche
Óscar, la última persona que vio con vida a Esther López y principal sospechoso de su muerte, tiene una agencia de viajes. Es decir, no es mecánico del automóvil, ni tampoco tiene un taller. El dato es importante si se sigue la siguiente cronología de los hechos: el 13 de enero de este año desaparece la joven de Traspinedo, Valladolid. Durante los siguientes días la buscaron sin descanso, pero no fue hasta el 5 de febrero cuando un paseante la localizó muerta, tirada en una cuneta de la carretera que llevaba al pueblo. El estudio forense reveló lesiones que sólo eran compatibles con un atropello.
Con el paso de los meses, las pesquisas situaron bajo el foco de la sospecha a Óscar, amigo de Esther, que también fue la última persona que estuvo con ella. Al analizar su vehículo observaron varios desperfectos, abolladuras y arañazos, que coincidían con las lesiones de la joven de 35 años. Pero el vehículo del sospechoso, un Volkswagen T-Rock de color gris, todavía tenía secretos por descubrir. Estos secretos son los que sugieren que el presunto «atropellador» de Esther López tuvo un cómplice.
A saber, los coches modernos cuentan con una especie de «caja negra» que recoge a diario muchos de los datos de uso del vehículo: temperatura interior, exterior, velocidad, averías, golpes… Cuando cualquier ciudadano acude al taller, los especialistas enchufan un ordenador al coche que lee todos estos datos. Lo mismo hizo el perito experto que colabora con la UCO en esta investigación.
Al descargar de la unidad central los datos del vehículo del sospechoso descubrió que el 1 de febrero de este año, 19 días después de la desaparición de Esther López, y cuatro antes de que un viandante localizase su cadáver, alguien había manipulado la «caja negra» del coche de Óscar. Lo refleja en las siguientes conclusiones: «En fecha 1 de febrero existe un primer borrado de eventos y averías registradas mediante diagnosis electrónica de las diferentes unidades. Se intenta codificar una nueva llave del vehículo sin éxito alguno, no siendo posible por el tipo de llave». Ese mismo día «se intenta programar la unidad de motor, sin éxito alguno, quedando registrado en la unidad electrónica. Se realizado un borrado intencionado de diferentes eventos y averías relacionados con la manipulación electrónica, impidiendo saber y recopilar información en las fechas del hecho investigado».
Es en este punto cuando el perito judicial que firma el informe asegura que para poder borrar los datos del Volkswagen T-Rock: «Se requiere de un técnico con altos conocimientos en materia de electrónica del automóvil». Es la primera vez que en la investigación del atropello y muerte de la joven de Traspinedo se apunta de forma abierta y por escrito la tesis de que el principal sospechoso tuvo la ayuda de un cómplice con conocimientos en electrónica y con un ordenador que se pudiera conectar al vehículo. Las fechas son importantes, porque si hubiese sido el propio Óscar el que hubiera eliminado los datos de la «caja negra», ¿qué sentido tendría esperar 17 días para borrar la información? Este plazo de tiempo sugiere que pudo recibir ayuda de un, de momento, desconocido.
Un día después del primer borrado de datos: «Se realiza un segundo borrado de eventos y averías intencionado en la unidad de motor el dos de abril de este año. Se realiza un borrado con máquina de diagnosis estándar». Cuando la jueza de instrucción preguntó a Óscar cómo puede explicar toda esta manipulación en la centralita de su Volkswagen T-Rock, el sospechoso responde: «No, es que no sé cómo se hace eso». La jueza le responde: «Que no supiera usted cómo se hace, lo puedo entender, pero que acudiera usted a alguien que sí supiera…». Óscar no le permite acabar la frase y responde: «No, no, no». Sin más.